Manos que curan. Parte 25ª

Manos que curan. Parte 25ª

Manos que curan. Bárbara Ann Brennan parte 25ª

Este capítulo 25ª en audio

Sexta Parte

LA AUTOCURACIÓN Y EL SANADOR ESPIRITUAL

“Médico, CÚRATE a ti mismo”. Jesús

Introducción

TRANSFORMACIÓN Y AUTORRESPONSABILIDAD

Usted y sólo usted es el responsable de su salud. Si tiene algún problema físico, la decisión final de someterse a un programa curativo determinado sólo le compete a usted.  Es una decisión que debe adoptar con el máximo cuidado. Para empezar, debe elegir entre el amplio abanico de ayudas disponibles.

¿En quién confía? ¿Cuánto tiempo debe someterse a la curación si no sabe si da resultado o no? Estas preguntas no se pueden contestar a menos que haga una profunda investigación sobre lo que más le conviene.

Si no confía en el diagnóstico, nada hay de malo en, buscar una segunda o una tercera opinión, o en buscar una técnica totalmente distinta. Si no ve con claridad lo que le hayan dicho sobre su enfermedad concreta, haga nuevas preguntas a su médico, recurra a los libros, infórmese sobre lo que tiene. Hágase cargo de su salud y, sobre todo, no se deje limitar por un pronóstico negativo. Antes bien, tómelo como un mensaje que le induce a mirar con mayor profundidad dentro de sí y a buscar nuevos métodos alternativos disponibles. La medicina occidental ordinaria tiene muchas respuestas, aunque no todas.  Si no resulta eficaz para curar una enfermedad determinada, busque en otra parte. No deje ningún cabo suelto. Le sorprenderá lo mucho que tiene que aprender sobre usted mismo y su salud. La búsqueda cambiará su vida como nunca lo habría podido imaginar. He conocido a muchas personas cuyas enfermedades terminaron aportándoles una gran alegría, una profunda comprensión y apreciación de la vida y una plenitud que no habían logrado alcanzar antes de enfermar.

Si fuéramos capaces de cambiar nuestra actitud hacia la enfermedad aceptando y comprendiendo que se trata de un mensaje del que debemos aprender, aliviaríamos en gran medida el miedo que nos produce, ro sólo a nivel personal, sino quizá también a escala nacional o posiblemente, incluso en el ámbito de toda la población mundial.

En esta sección presentaré mis sugerencias sobre la forma de mantener la salud. Se incluyen prácticas diarias optativas, así como comentarios sobre la dieta, el espacio y el vestido. Pero, sobre todo, para mantener su salud necesita amor. El amor hacia uno mismo es el mayor sanador; pero también exige una práctica diaria.

Capítulo 25

EL ROSTRO DE LA NUEVA MEDICINA. EL PACIENTE SE CONVIERTE EN SANADOR

A medida que cambia nuestro punto de vista sobre la enfermedad, también lo hace nuestra forma de tratarla. A medida que ganamos en eficiencia en su diagnóstico y tratamiento podemos determinar mejor nuestros programas curativos. Cada individuo es único y requiere una combinación ligeramente distinta de los agentes empleados en el proceso curador. También es diferente cada sesión de curación. El sanador debe estar provisto de amplia información, mucho amor y buenos contactos con sus guías espirituales para curar y canalizar. A medida que pasamos a métodos más refinados de curación, la práctica se convierte en arte. He aquí el caso práctico detallado de un paciente con el que trabajé durante más de dos años. Dicho caso demuestra que lo que pienso no es más que una motita en comparación con lo que nos espera. He elegido a David porque su trabajo ilustra todos los niveles y fases de la curación. Demuestra lo mucho que puede profundizar la curación en la estructura de la personalidad si se realiza prolongadamente. Heyoan ha dicho que «la sustancia precisa tomada en la cantidad apropiada en el momento justo actúa como materia transformadora». En este caso práctico utilicé una combinación de imposición de manos, acceso directo a la información y análisis psicodinámico. Todo ello, complementado con la iniciativa y la autorresponsabilidad del propio paciente, motivó no sólo al   curación de su enfermedad, sino también la verificación de cambios muy profundos en su vida. Estos últimos sólo fueron posibles gracias a que el paciente asumió la plena responsabilidad de su propia curación. Una parte clave de cualquier curación es averiguar la causa primigenia de la enfermedad. El acceso directo a la información es siempre una valiosísima herramienta para lograrlo. En el caso que se presenta, comento la causa de la enfermedad desde el punto de vista de la circunstancia vital física, la implicación psicodinámica, el sistema de creencias del paciente y su plan de vida espiritual.

La curación de David

David se crio en California. Sus padres eran psicólogos. Al chico le encantaba ir al mar, practicar el surf y disfrutar del sol. Se graduó en quinesiología en la Universidad de California y se dedicó a la enseñanza. Más adelante pasó algún tiempo en la India, donde se enamoró de una compatriota, Anne, y enfermó gravemente. Ambos regresaron a los Estados Unidos, donde, a lo largo de los cuatro años siguientes, él recorrió todo el país en busca de un remedio para su enfermedad; le hicieron varios diagnósticos sobre una posible mononucleosis, hepatitis crónica e infección por virus desconocidos, e incluso le dijeron que no le pasaba nada, que todo estaba en su mente. Pero sus energías iban decreciendo rápidamente y cada vez le resultaba más difícil trabajar. Para cuando acudió a mi consulta, la energía sólo le duraba uno o dos días; luego tenía que pasarse en cama otro tanto.

Cuando llegó, David presentaba el campo energético que se ve en la figura 25-1.  El problema más grave y evo dente estaba en el chakra de su plexo solar, abierto y desgarrado, que había que coser para darle forma en todas las capas estructurales, incluyendo la séptima. El segundo en orden de importancia era la deformación de su primer chakra, doblado hacia la izquierda y atascado.  Ello le incapacitaba para introducir energía en el sistema energético a través del chakra de base.  La combi- nación de un chakra desgarrado, el tercero, que dejaba escapar energía, y otro atascado, el primero, producía el grave agotamiento del sistema energético.  Algo que sentiría mucho físicamente, toda vez que el primer chakra metaboliza la mayor parte de energía relacionada con la fortaleza física, como se ha dicho en el capítulo 11.  Además de estos problemas, el aura mostraba también agotamiento y debilidad en el segundo chakra, que se relaciona no sólo con la función sexual (que estaba deprimida), sino con el sistema inmunológico.  Ahí se encuentra situado un centro linfático.  El centro cardiaco mostraba un bloqueo profundo en el interior de su torbellino. Éste está asociado también, a través del timo, con el sistema inmunitario. El bloque se encontraba a dos tercios del recorrido de la espiral del chakra cardiaco.  Cuando he visto esta configuración en alguna persona, siempre ha estado asociada con alguna cuestión referida a la relación del individuo con Dios y su fe en la Voluntad Divina. (Ampliaré este tema más adelante.) El centro de la garganta, asociado con la comunicación, la autorresponsabilidad y el hecho de dar y recibir, se encontraba insuficientemente cargado. El tercer ojo estaba atascado y bloqueado en toda su extensión en la cabeza y la glándula pineal.  El chakra de corona era débil y estaba falto de carga. Toda el aura estaba desinflada y turbia.

Figura 25-1: Estudio del caso práctico de David (Vista diagnóstico)

  1. Antes de la curación
  • Después de la curación

Al examinar estos órganos pude ver un gran atasco y energía oscura en el hígado.  Presentaba tres capas descoloridas. Una de ellas era de color verde fangoso, otra de amarillo sucio y, más profundamente, cerca de la espina dorsal, había zonas casi negras.  La matriz etérea de dicho órgano estaba desgarrada y deformada. Una inspección más atenta me permitió descubrir múltiples organismos infecciosos, algunos de tipo bacteriano y otros virales, a juzgar por sus tamaños y aspectos, dispersos por toda el área abdominal media, incluyendo el páncreas, el bazo y el conducto digestivo. Por encima del páncreas había un pequeño torbellino que giraba rápidamente y producía un chirriante sonido de alta frecuencia. Esta configuración suele estar relacionada con problemas para metabolizar el azúcar, como la diabetes o la hipoglucemia. El campo, en conjunto, se hallaba insuficientemente cargado y debilitado. En vez de ser hermosos y brillantes, los rayos procedentes de la sexta capa eran fláccidos y apagados. Era un hombre muy enfermo.

Si el lector está estudiando técnicas de curación, le sugiero que deje de leer en este punto, analice el campo y trace el plan de curación que desee seguir.  ¿Por don de empezará?  ¿Empleará la máxima energía que pueda para cargar el sistema?  ¿Por qué?  En caso contrario, ¿por qué no?  ¿Cuándo reparará el desgarro de la séptima capa y por qué?  ¿Cuál cree que puede ser la causa primigenia de esta enfermedad, y cómo aparece ésta en el campo aural? La recuperación ¿será rápida o lenta? ¿Por qué? A todas estas preguntas se da respuesta en la descripción que sigue y en el proceso curativo que se desarrolló.

Secuencia de la curación. Primera fase: limpieza, carga y reestructuración del campo

Durante las primeras semanas, la curación se centró primero en quelar el campo y enderezar el primer chakra y luego, de forma paulatina pero constante, en solucionar el problema en el área del tercer chakra. A veces me sentaba, durante un período de treinta a cuarenta y cinco minutos, colocando las manos sobre el hígado y la zona del tercer chakra de David. Era imposible cargar intensamente el aura a causa de la debilidad de la zona de este chakra. Existía la posibilidad de desgarrar el chakra si se introducía una fuerte carga de energía. Durante estas semanas resultó relativamente fácil enderezar y despejar el primer chakra. Lo hice de manera sistemática, centrando la mayor parte del enfoque de cada sesión en el área abdominal media.  La reparación de los desgarros del campo aural costó mucho tiempo, dada la importancia de los cambios necesarios.  No fue posible cargar el aura por completo, pues había que evitar el crecimiento del desgarro en el tercer chakra, el cual, sin lugar a dudas, dejaría escapar más energía si se enviaba a través del mismo una carga fuerte.  En cada visita de David quelábamos, cargábamos y reparábamos parte del área del tercer chakra, cubríamos el desgarro con un «sello» o «vendaje» temporal y dejábamos que se curara durante una semana. A la siguiente hacíamos un poco más y cada semana profundizábamos en el campo para reparar la estructura del aura, limpiando primero y reestructurando después, en un proceso gradual.  Fue necesario, ante todo, reparar la estructura del nivel etéreo, y luego en el nivel del patrón cetérico y otras estructuras anatómicas del área, así como del chakra. Conforme pasaban las semanas, la energía de David se iba nivelando.  Se mantuvo en un nivel equilibrado, en vez de mostrar rápidas fases de altibajos. El paciente no percibía el progreso; yo sí. Yo podía ver que el campo se iba reajustando a sí mismo lentamente.  En vez de cambios súbitos y fuertes de energía causados por el intento de su cuerpo por compensar la debilidad, sin ser luego capaz de mantener la compensación, su energía se niveló en el lugar que su cuerpo, dadas sus condiciones, podía mantener. Esto fue muy desalentador para David.

Su primer chakra empezó a mantener su posición enderezada, y el segundo inició su carga. Finalmente, David empezó a recuperar su energía y su sexualidad. Además, empezó a sentirse menos vulnerable emocionalmente.

Durante los tres primeros meses de curación del joven, Heyoan no hizo comentario alguno sobre él. Se limitó a decirme que David había recibido demasiados sermones psicológicos o espirituales, y que sentiría algo así como «la ley cósmica atorada en su garganta». Por tanto, me abstuve de aplicar un excesivo trabajo psicodinámico en esta fase del tratamiento, ya que no era lo más importante que podía hacer. Lo que realmente tenía importancia era cargar y reparar. La velocidad a la que se puede mover el sanador se halla determinada por la que sea capaz de desarrollar el paciente. Finalmente, el campo de David era lo bastante fuerte como para hacer pasar por él la cantidad de energía con vibraciones elevadas necesaria para reparar la séptima capa.

Entonces David empezó a requerir más información, haciendo preguntas sobre el significado de su enfermedad cuyas respuestas le permitieran entenderla en términos de la situación de su vida personal.

Secuencia de la curación. Segunda fase: psicodinámica y algunas causas iniciales

Las preguntas de David se plantearon en el momento en que su tercer chakra (la mente lineal) empezó a funcionar con mayor suavidad. Poco a poco se fue formando una imagen del nivel humano de los factores causantes de su enfermedad.

Todo niño tiene fuertes conexiones con su madre, como se ha dicho en el capítulo 8. La conexión se establece cuando el niño se encuentra en el útero y, después de nacer, se puede ver a través del cordón umbilical aural que se mantiene entre madre e hijo. Este cordón conecta los terceros chakras de ambos. También se forma, tras el parto, una fuerte conexión cardiaca entre el hijo y la madre a través de sus chakras del corazón.

El desgarro original en el tercer chakra de David se produjo en algún momento próximo a la pubertad, cuando se rebeló contra el dominio ‘y el control de su madre. Antes, David había hecho cuanto le era posible por complacerla.  Sus dos progenitores, psicólogos, habían utilizado errónea e inconscientemente sus conocimientos de psicología para ejercer el control sobre su hijo.

La solución de David para lograr su autonomía es la que emplean muchos adolescentes: romper los lazos con sus padres. Por desgracia, la única forma que conocía fue la de romper literalmente el que le unía a su madre. Ello le dejó con los cordones umbilicales aurales sueltos y con un agujero en el área del plexo solar. Ni que decir tiene que lo más natural que puede hacerse en este caso es encontrar otra persona con la que conectar, sustituyendo así a la madre.  (En esta fase, todos pensamos que el problema es nuestra madre, no uno mismo.) Por desgracia, descubrió que seguía conectando con mujeres controladoras. Su sistema energético atraía automáticamente a alguna mujer de este tipo, por la sencilla razón de que ésa era la clase de energía con la que David estaba acostumbrado a conectarse. Era la que él consideraba «normal».  (Los iguales se atraen.)  Estas relaciones insatisfactorias le llevaron a buscarse a sí mismo, lo que le condujo a un Ashram de la India.  Entonces empezó a comprender que el problema estaba dentro de sí mismo.

En el nivel del corazón, el cuarto chakra de David nunca se conectó intensamente con el de su madre. Desde el principio, ella no había aceptado quién era él. Cuando el niño conectó con ella con su corazón, comprobó que era necesario convertirse en la persona que ella deseaba que fuera, lo que significaba traicionarse a sí mismo. David sintió la traición en su corazón. Todo joven lleva un compromiso amoroso en su corazón y, aunque se conecte fuertemente a través de éste con su madre, llega el momento en que debe aprender a transferirlo a su pareja para convertirse en un hombre pleno y con potencia sexual: una experiencia que jamás podrá tener con su primer amor, su madre. Si no conecta con el corazón de su progenitora, no tendrá un modelo para hacerlo cuando llegue el momento de encontrar una pareja, y tendrá dificultades para amar.

El problema en las relaciones de David era, además, el de no saber cómo conectar con el amor a través del corazón. Ello le llevó a la India, donde recurrió a un gurú que, según palabras de David, tenía «un gran corazón». A través de esta experiencia con el ashram, David aprendió a establecer la conexión del corazón: primero con el gurú y luego con Anne, a quien conoció allí. Sin embargo, descubrió que cuando conectaba con el corazón con su gurú, también iba abandonando su voluntad poco a poco. Estaba aprendiendo a amar incondicionalmente, pero las condiciones aparecieron. Al rendir su voluntad, David empezó a sentirse traicionado de nuevo, aunque esta vez cl dilema no estaba en amar a otro ser humano, sino en amar a la humanidad y a Dios. Se le revelaba ahora en forma de voluntad de David frente a Voluntad Divina. Esto aparecía en la configuración del corazón en el campo aural. David estaba comprobando que ahora, cuando había dejado de ser un «buen chico» para mamá, empezaba a serlo para el gurú y para Dios. Cuando él y Anne decidieron marcharse, experimentó otro desgarro en el tercer chakra al separarse del gurú. Pero ya había aprendido a usar el corazón.  Por primera vez en su vida estaba profundamente conectado con una mujer a través del corazón, así como a través de los chakras del plexo solar.

La búsqueda de la aceptación y del amor perfecto es muy fuerte en el alma humana, que es conducida en

esa búsqueda a lo largo de un prolongado aprendizaje. He comprobado que las personas que pasaron años viviendo en una comunidad espiritual durante la década de los setenta aprendieron a abrir sus corazones, pero fueron cediendo lentamente gran parte de su autonomía, como lo hicieron en la infancia. Muchos consideraron que les ayudaba el hecho de experimentar un profundo amor dentro de los límites de una comunidad estructurada antes de que pudieran aportarlo al mundo por sí mismos. Esto es cierto, en especial, si no se ha experimentado en el hogar infantil. Después de haber sentido el amor en una comunidad y habiendo abandonado, desafortunadamente, parte del libre albedrío para lograrlo, necesitan mantener ese amor en el corazón y rendirse a la Voluntad de Dios manifestada dentro de su propio corazón, y no a la definición de la Voluntad de Dios formulada por cualquier otra persona.

A medida que la curación de David fue progresando, los problemas de las relaciones con su novia, que eran crónicos, se hicieron intolerables para él. Mudaba de una forma que no era compatible con las vibraciones de su pareja, ya que ella no cambiaba del mismo modo.  Las pulsaciones de sus campos habían dejado de ser armónicas.

Cualquiera que haya mantenido una prolongada relación conoce este fenómeno. Si uno cambia, pero su pareja no lo hace al mismo ritmo, llega un momento en que ambos se preguntan con quién están viviendo.

¿Cambiará y se hará compatible el otro?  Esto suele ser posible si ambos viven con paciencia y amor; de lo contrario, uno se marchará, tarde o temprano. David y Anne intentaron resolver juntos sus problemas. Con grandes dosis de amor y sinceridad, se centraron principalmente en la psicodinámica de su situación. David había centrado su interés primordial en el trabajo, en su libertad y en alcanzar su propio poder personal. Anne, por su parte, deseaba continuar siguiendo a su gurú y llegar a conformar plenamente una forma de vida distinta.

Además de los cordones que se crean entre la madre y el hijo, entre las personas que mantienen relaciones se crean cordones de energía que están conectados por medio de los chakras. En una relación saludable, estos cordones son de color dorado transparente y brillante, están equilibrados y se conectan a través de la mayoría de los chakras. En muchísimas relaciones, estos cordones se limitan a repetir las conexiones insanas mantenidas desde la niñez entre los padres y el hijo. Muchos de estos cordones se conectan con el plexo solar y son de color oscuro. Durante el proceso de transformación que hace que una relación deje de ser insana y se convierta en saludable, hay que desconectar los cordones insanos, energizarlos y reconectarlos profundamente en el núcleo del propio individuo. Son cordones de dependencia que hay que enraizar de nuevo en el individuo para que pueda confiar en sí mismo. David y su amiga desconectaron lentamente sus cordones de dependencia. Es un proceso que deja cicatrices. El sentimiento personal es, a veces, como si uno flotara en el espacio, desconectado de todo. Al hacerlo, uno abandona la «seguridad ilusoria» de la rigidez y la sustituye por una autoconfianza flexible.

El lector entenderá este fenómeno si ha pasado por el trance de un divorcio o de la muerte de su pareja. Muchas personas se refieren a sus cónyuges llamándoles «mi mejor mitad». Yo he escuchado a personas que aseguran sentirse despedazadas por haber perdido a su mejor mitad. En un trauma tan grave, uno siente que le han arrancado toda la parte delantera. Esto es literalmente cierto. Tras una separación tan dolorosa he visto con frecuencia cómo flotaban en el espacio los hilos del plexo solar.

Secuencia de la curación. Segunda fase: sustancias transformadoras

Cuando David recuperó su poder desempeñó un papel más activo en las sesiones de curación. Empezó a formular preguntas muy específicas a Heyoan. Le preguntó qué tratamiento físico debería seguir. (Yo to- debía podía ver los microorganismos en el área media abdominal de David; necesitaba algo.) David había oído hablar de un suero canadiense que mejoraba a quienes sufrían enfermedades debilitadoras.

¿Debería tomarlo? «No», respondió Heyoan. «Tal vez ése ayudara un poco, pero hay otro fármaco que resultaría poderoso.» Heyoan me dijo que estaba relacionado con algo que se usa en el tratamiento del paludismo, como la quinina. Seguidamente, Heyoan me mostró una imagen de una piscina y dijo que la primera parte de la palabra era cloro, como el que se utilizaba en ella. El nombre del fármaco se parecía a cloro-quinina: cloro quina. Heyoan dijo que, si David tomaba aquel medicamento, éste le limpiaría el hígado. Me hizo ver una imagen del hígado de David lavándose con un líquido plateado. Heyoan añadió entonces que David podía obtener el fármaco acudiendo a un médico del área de Nueva York, donde vivíamos. Dijo, además, que David no debía tomar una dosificación estándar, sino que tendría que cambiarla según sus necesidades, comprobando cada día lo que necesitaba por medio de su elevada percepción sensorial y un péndulo.

David inició sus investigaciones y, cuando regresó a mi consulta la siguiente semana con un poco de cloro quina, me quedé asombrada. Nunca había tenido noticia de aquel fármaco. David había preguntado al médico si conocía una medicina como la que Heyoan había descrito. El doctor acudió inmediatamente a un libro de su estantería en el que se describían los usos de la cloroquina: se empleaba en determinados casos de hepatitis crónica como la que sufría David. El diagnóstico coincidía con el de Heyoan.

David empezó a medicarse, comprobando a diario con su péndulo la dosificación. Los primeros días de medicación le afectaron tremendamente, no sólo en el aspecto físico, sino también en el emocional. Recayó en su profunda agonía emocional. Experimentó con gran intensidad sus problemas (descritos más arriba). La descripción que hizo de la experiencia que tuvo cierto día fue que lo había pasado «excavando en el vientre de su novia». Sabía que se trataba de una limpieza.  Deseaba reexperimentar las sensaciones para curarse a sí mismo. Cinco días después de empezar a tomar la cloroquina suspendió la ingesta, como le había sugerido el péndulo.

Heyoan dijo a David que tomara té limpiador y vitaminas durante una o dos semanas después de la pre- mera tanda de cloroquina. Pude ver en su campo aura] que, después de medicarse durante cinco días, el colon de David (embarrado, de color pardo amarillento) se estaba atascando a causa de la descarga de toxinas a medida que despejaba sus infecciones. Era necesario recurrir a los tés limpiadores. Después de pasarse varios días sin tomar el oroquina, la «lectura» del péndulo de David le indicó que era el momento de reanudar la ingesta, y así lo hizo. Tomaba la medicina unos días y descansaba otros. Cada vez que la ingería, se hundía en otra capa de su personalidad que era necesario despejar y, al hacerlo, el muchacho resurgía con más fuerza, más vida, más poder. Cada vez que se medicaba, más microorganismos abandonaban su cuerpo y su aura se hacía más brillante y plena. Estaba transformándose auténticamente. En ocasiones, Heyoan le sugería alguna otra vitamina o sales celulares (por ejemplo, fosfato ferroso o fosfato férrico) para la curación.

Pregunté a Heyoan por qué no había mencionado antes la cloroquina y me respondió que el campo de David estaba tan dañado que no hubiera sido capaz de soportar los fuertes efectos de ese fármaco hasta que se hubiera completado la reparación.

Durante la segunda fase de la curación, cuando David empezó a practicar la psicodinámica, él y Anne

rompieron en varias ocasiones. Llevaban juntos más de una década y tenían muchísimas cosas que aclarar entre ambos. Se fueron apartando cada vez más hasta que se consumó la separación. Desde el punto de vista aural, como el plexo solar de David ya no estaba rasgado y su campo aural se encontraba brillantemente cargado, sus vibraciones habían dejado de ser compatibles con las de su antigua pareja. La elección de ella fue cambiar en otra forma, seguir su propio camino y crearse una nueva vida propia.

A medida que David recuperaba su poder, inició el tratamiento de sus relaciones con Dios y con la Voluntad Divina. Empezó a meditar para encontrar la Voluntad de Dios dentro de su propio ser. Al hacerlo, comenzó a despejar la profunda retención que había dentro de su chakra cardiaco. Empezó a rendirse a su propio corazón. Emmanuel (1985) ha dicho:

Desear una liberación hace más difícil liberarse, porque no hay que rendirse a la voluntad, sino a la rendición.

La lección final para cada alma es la rendición completa a la Voluntad de Dios manifiesta en tu propio corazón.

Algún tiempo más tarde, David conoció a otra joven y entabló relaciones con ella. Resultó ser una relación de gran apoyo y nutrición para él.  Al leer para David dicha relación, pude ver que él recibía alivio del campo de su nueva pareja. Era como si el efecto de su mera compañía se expandiera por el campo aural del muchacho, mientras que antes siempre había contraído su campo ante la persona con la que mantenía relaciones.

Secuencia de curación. Cuarta fase: transmutación y renacimiento

El último mes que trabajé con David empecé a observar en su campo una configuración que no había visto hasta el momento, puesta al descubierto, al parecer, por el trabajo que habíamos realizado. Parecía como un capullo de gusano de seda que rodeara la espina dorsal. Me resulta difícil precisar en qué nivel del campo se encontraba, pero daba la impresión de que el capullo escondía una enorme cantidad de energía. No se lo dije a David, sino que me limité a observarlo en silencio mientras trabajaba para despejar el sexto chakra de mi paciente; el resto del aura estaba limpio y brillante (figura 26-1 B).

El aspecto de David cuando acudió a la última sesión de curación era muy distinto. Su aura era dos veces más brillante y mucho más amplia de lo normal. El capullo se había abierto. Le pregunté qué le había sucedido y me respondió que durante el fin de semana había tomado un producto popularmente llamado éxtasis, o MDMA, una droga sintética del tipo feniletilamina sintetizada a partir de la metanfetamina y el safrol. Al realizar una inspección más atenta, pude ver que el MDMA había abierto el lado izquierdo de la glándula pineal. La mucosidad que se había acumulado parcialmente en el tercer ojo como consecuencia del consumo de marihuana y LSD se había despejado en el lado derecho.  Todavía quedaba trabajo por hacer, pero el cambio general del campo de David resultaba sorprendente.

Como mis observaciones habían demostrado siempre que las drogas psicotrópicas tenían un efecto negativo sobre el aura, pregunté a Heyoan al respecto; esto es lo que me respondió: «Depende de quién las tome y de cuál sea la configuración de su campo en el momento de ingerirlas. Como el sexto chakra de David estaba obturado y había llegado el momento de hacer algo para abrirlo, la droga tuvo un poderoso efecto. Sin embargo, si el paciente necesitara centrarse en un chakra distinto, el efecto, con toda probabilidad, hubiera sido negativo».

Cuando otra paciente preguntó si podía tomar MDMA, Heyoan contestó: «No te lo recomendaría. Toma mejor ovatropina para reforzar tu segundo chakra, que es donde hay que trabajar».  (La ovatropina se fabrica con ovarios de vaca desecados en congelador.)  La joven siguió el consejo y los resultados que obtuvo fueron similares a los alcanzados por David con la cloroquina.  Heyoan desea subrayar que la nueva medicina se ocupa de la curación de la persona completa a todos los niveles. Centra su interés en el destino del alma. ¿Qué lección debe aprenderse y cuál es la mejor forma de que la aprenda el individuo? En última instancia, la lección le mostrará que usted es una chispa de lo divino. Cuanto más recuerde esto, más cerca estará de lograrlo. Las drogas pueden utilizarse como sustancias transformadoras; ésa es su finalidad. No curan la enfermedad, pero ayudan al individuo a curarse a sí mismo. «La sustancia precisa en la cantidad justa y en el momento apropiado ayudan al individuo a transformarse», dice Heyoan.

David hizo numerosas preguntas a Heyoan durante nuestra última reunión. Lo que nos reveló sobre sus

cambios y el significado del capullo fue muy alentador. David le preguntó qué le había sucedido un mes antes, aproximadamente, cuando empezó a sentir un profundo cambio, al parecer permanente, en su interior. Fue entonces cuando yo empecé a ver el capullo. En aquel momento, David empezaba a sentir que controlaba su vida, que estaba empezando a volverse como deseaba ser. Mantenía una encantadora relación y decidió trasladarse a la costa oeste. Heyoan dijo que hacía un mes que David completó realmente su encarnación. El último ciclo de consumación había comenzado seis años antes, cuando se marchó a la India. Ese fue el último ciclo de esta vida, en la que había decidido encarnarse, para abrir su corazón. En realidad, concluyó la tarea un mes antes. En aquel momento estaba en libertad para partir, pero decidió no hacerlo y reencarnarse en el mismo cuerpo. Heyoan dijo que las vidas futuras están dispuestas en el campo antes de nacer y que pueden adoptarse al término de una vida si el individuo decide hacerlo. Esto se puede hacer sin abandonar el cuerpo. «Piensa en lo mucho más eficiente que resulta», dijo Heyoan. La energía del capullo manifestada alrededor de la espina dorsal de David era la conciencia energética de la vida que estaba a punto de iniciar. Heyoan dijo que pasaría los tres próximos años integrando dos niveles de su ser en uno solo, y que le costaría algún tiempo acostumbrarse a ello. Al integrar esta energía en su propia realidad, dispondría de una cantidad mucho mayor de energía y conocimiento. Heyoan sugirió que David podría cambiar de nombre, si lo deseaba, y añadió que el futuro no tenía por qué ser como el pasado. He aquí parte de uno de los diálogos:

David: «¿Qué significa reencarnarse dentro del pro pio cuerpo?».

Heyoan: «En cierto sentido, y aquí debemos recurrir a la metáfora, te reúnes con tus guías espirituales antes de nacer y eliges a los que serán tus padres, junto con una serie de realidades probables, el trabajo que harás y un grupo de energías que entonces formarán un cuerpo. En cierto sentido, separas una parte de tu Ser Superior, tomas esa conciencia y creas con ella un cuerpo. Eliges a tus padres y las cualidades físicas heredadas de ellos.

Te sientas y eliges todo eso con un fin específico. Si en una vida determinada completas esa finalidad y alcanzas alguna meta, siempre es más fácil, entonces, añadir otra vida.  Basta con tejer la nueva conciencia que se utilizará con el próximo cuerpo en el cuerpo y la conciencia anteriores.

Por tanto, has hecho bien el trabajo y, al fundir tu nueva conciencia con el «cuerpo viejo», comprobarás que se producen muchos cambios, ya que ahora estás integrando los dos»

David: «Ya se han producido».

Heyoan: «Por completo. ¿No es algo maravilloso? Cuando mueres, o, como preferimos decir, cuando sales del cuerpo o lo abandonas y ya no lo necesitas como instrumento para la transformación, la transmutación y la trascendencia, no volverás a crear otro. El cuerpo es una herramienta, un vehículo que has creado para centrarte en determinados puntos, dentro de tu ser, que deseas transformar de la manera más eficaz. Todos los sistemas de tu cuerpo han sido construidos precisamente para esa transformación. Lo comprobarás en tu trabajo, en el sistema nervioso, en el funcionamiento automático del cuerpo, hasta llegar a las células de los huesos. Verás que cada porción del cuerpo es una delicada y hermosa

herramienta para usarla en la transformación. No es una carga, es un don; es lamentable que la mayoría de los seres humanos no lo entienda así.

Empleando de nuevo la metáfora de sentarte con nosotros ante una mesa de juntas para elegir tu vida, entonces tú, la mayor parte de ti que no está encarnada por completo (y debemos decir que posiblemente no podrías hacerlo de todos modos), es la que decide si el mejor lugar para ti en el siguiente trabajo de transformación está en un cuerpo o no. Cuando has hecho pleno uso de estos vehículos físicos, cualquiera de ellos que sea, es cuando terminas tu ciclo de vida y muerte, como se denomina, o la rueda de las encarnaciones en el plano físico. Se trata, simplemente, de que ya no necesitas este instrumento para separar un tiempo lineal y un espacio tridimensional que te facilita la visión de los puntos determinados que deseas transformar.  Es en ese momento cuando decides: tu yo superior y tú sois un alma grande, mucho más grande que la pequeña porción que se ha encarnado. Entonces decides si es o no rentable, valga la expresión, utilizar el cuerpo físico. Es, más o menos, como elegir entre una azada y un rastrillo.

¿Sí que siendo necesario rastrillar el jardín? En caso afirmativo, ¿por qué no hacerlo con el rastrillo mejor que, por ejemplo, con la mano?».

David: «¿Y cuando uno haya terminado la ronda de encarnaciones en el plano físico?».

Heyoan: «Entonces la iluminación emprende un camino distinto. También nos estamos despejando y marchando hacia Dios. El número de fases es infinito, puesto que si fueras trasladado de un nivel de realidad al siguiente pasarías a un espacio infinito.  En este punto sólo puedes alcanzar determinada altura, ya que tu capacidad perceptiva no es tan amplia. Realmente no tiene fin. La curación a los niveles más altos se convierte en creatividad.

Tu realidad física se encuentra ahora en período de transición hacia la siguiente fase, donde la transformación no estará ya centrada en el dolor. La futura transformación y la curación abarcarán movimiento, música y arte en forma creativa.  La curación se transforma en creatividad al pasar a la luz y se mantiene dentro de ella. A medida que se desvanece la oscuridad, el proceso de transformación se convierte en proceso de creatividad, más que de curación».