Manos que curan. Parte 03ª

Manos que curan. Parte 03ª

Manos que curan. Barbara Ann Brennan parte 3ª

Este capítulo 03ª en audio

Capítulo 3

NOTA SOBRE LA FORMACIÓN Y EL DESARROLLO DE LA GUÍA

Creo que es muy importante que el sanador adquiera un elevado grado de formación técnica: métodos de asesoramiento, anatomía, fisiología, patología y técnicas de masaje, así como algunos conocimientos de acupuntura, homeopatía y curas dietética y de herboristería. Los métodos de asesoramiento citados en segundo lugar casi siempre se combinan con la imposición de manos, sea por el propio o por otros profesionales sanitarios que intervengan en el caso. El sanador debe disponer de ciertos conocimientos de estos métodos que le permitan entender cómo encajan para completar la curación y le faciliten la comunicación con las demás personas implicadas. Mediante el establecimiento de un canal con el sanador se pueden indicar diversos métodos adicionales para los cuidados sanitarios. El experto deberá tener conocimientos de anatomía y fisiología, los cuales le ayudarán a interpretar la información que recibe, y, sobre todo, debe estar capacitado para trabajar con otros profesionales médicos a fin de facilitar la autocuración del cliente.

Mi formación incluyó la graduación normal en física y un master en física atmosférica obtenidos en una universidad pública. Durante cinco años me dediqué a la investigación con instrumentos de satélites meteorológicos en la NASA. Cursé dos años de formación en asesoramiento bioenergético, uno en masaje terapéutico, dos en anatomía/ fisiología, dos de especialización en estados alterados de conciencia, concretamente en técnicas de relajación profunda, un año de homeopatía, tres de energética del núcleo, cinco de asistencia en el sendero y varios más estudiando con diversos especialistas de todo el país, tanto en sesiones privadas como de prácticas. También, durante más de quince años, realicé trabajos, privadamente y en grupos, con personas y sus campos energéticos. Desde que me convertí en consultora profesional establecí los medios que permitirían que la gente acudiera a mi consulta para su curación. Los pacientes se limitaban a pedirme hora. Cada vez eran más las personas que solicitaban curación en lugar de terapia, por lo que la práctica de asesoramiento se fue convirtiendo poco a poco en práctica de sanación. Finalmente, tuve que abandonar la consulta psicológica en manos de personas especializadas en esa práctica y empecé a aceptar pacientes sólo como sanadora.

Durante estos años me dediqué, además, a realizar diversos experimentos para medir el campo energético humano. Sólo después de ello me sentí cualificada para practicar las técnicas de curación en Nueva York y para empezar a dar clases y ofrecer sesiones prácticas por mí misma.

Convertirse en sanador no es tarea fácil. Se necesita formación espiritual, además de técnica. Hay que pasar por pruebas de iniciativa propia que suponen un reto para la parte más débil de la propia personalidad y que desarrollan un enfoque creativo y un decidido propósito de actuar. El sanador puede experimentar dichas pruebas como hechos procedentes del exterior, aunque ello no sea cierto en realidad. El sanador crea tales pruebas para ver si él/ella está listo/a y es capaz de dominar la energía, el poder y la claridad que está desarrollando en su propio sistema energético a medida que va progresando. Para utilizar esta energía y este poder debe poner de su parte integridad, honradez y amor, porque en cada acción actúan siempre causa y efecto. Siempre se recupera lo que se puso en el empeño. Es lo que se denomina karma. A medida que crece la energía que fluye a través de uno, aumenta su poder. Si damos un uso negativo a este poder, llegado el momento experimentaremos que esa misma negatividad vuelve a nosotros.

A medida que se fue desarrollando mi existencia, la mano invisible que me había guiado se fue haciendo más perceptible. Al principio tenía tina vaga sensación de percibirla; luego empecé a percibir seres espirituales, como en una visión. Más tarde comencé a oír que me hablaban y a sentir que me tocaban.

Ahora estoy convencida de que dispongo de una guía. Puedo verla, oírla, sentirla. «Ella» dice que no es varón ni mujer; que en su mundo no existe esa diferenciación sexual y que los seres, en ese nivel de existencia, son completos. Dice que su nombre es Heyoan, que significa «el viento que musita la verdad a través de los siglos». Se introdujo en mí lenta y orgánicamente. La naturaleza de nuestras relaciones se amplía a diario, a medida que me guía hacia nuevos niveles de comprensión. El lector podrá observar cómo se va formando a medida que avanzamos juntos en esta aventura. En ocasiones, yo lo denomino, simplemente, metáfora.

A todo lo largo de este libro compartiré con el lector algunos de los ejemplos más evidentes de la guía y su poder. Por ahora, lo que quiero es mostrarle su sencillez y su forma de actuar.

La forma más simple de guía se presenta diariamente muchas veces cuando se presentan estados de alteración. Heyoan dice que si escucháramos esa guía y la siguiéramos sin más, rara vez enfermaríamos. Dicho de otro modo, prestar atención al malestar que sentimos nos reequilibra y, por tanto, nos hace saludables. El malestar puede estar en el cuerpo, en forma física, como en los casos en los que se experimenta molestia o dolor; pero también puede hallarse en cualquier nivel de nuestro ser: emocional, mental o espiritual. La alteración puede estar en cualquier área de nuestras vidas.

Heyoan pregunta: «¿Dónde sientes molestias en tu cuerpo/vida? ¿Cuánto hace que las advertiste?

¿Qué te dicen? ¿Qué has hecho para remediarlas?».

Si el lector responde con sinceridad a estas preguntas, comprobará en qué medida ignora o deja de utilizar la mejor arma que posee para mantenerse sano, feliz y sabio. Cualquier molestia en cualquier parte de su cuerpo/vida constituye un mensaje directo que le comunica que está desalineado con su auténtico yo.

Seguir la guía a este nivel significa descansar cuando está cansado, comer cuando tiene hambre e ingerir lo que su cuerpo necesita cuando lo precisa. Significa centrarse en aquella circunstancia de la vida que le molesta, o cambiarla. ¿Hasta dónde ha sido capaz de estructurar su vida para poder hacer estas cosas? No es fácil, ¿verdad?

Conforme el sujeto vaya prestando mayor atención a sus necesidades personales, escuchando los mensajes internos que le llegan en forma de alteración, su estado será más equilibrado y claro. Además, ello le aportará más salud. La práctica de escuchar hacia dentro también le mostrará el fenómeno de la guía directa o verbal. Quizá comience a recibir directrices verbales muy simples de una voz «interior»: una voz que suena dentro de usted, pero cuya procedencia puede reconocerse como mucho más lejana.

Hay dos aspectos importantes en el aprendizaje de seguir la guía. El primero es que necesitará practicar la recepción de la guía por sí mismo antes de que esté cualificado para recibirla de otros. El segundo es que la información o las directrices que reciba pueden ser muy sencillas y, en apariencia, carentes de importancia. De hecho, puede parecerle que seguir cualquiera de ellas es una absoluta pérdida de tiempo. Yo he llegado a comprender que existe una razón para ello. Más adelante, cuando canalice información importante sobre la vida de otra persona, o datos específicos sobre su enfermedad, el canalizador profesional obtendrá informes que quizá carezcan de sentido, que parezcan irrelevantes o que sean erróneos. Sin embargo, la mayoría de las veces se tratará de interferencias debidas al funcionamiento de la mente racional. La información que llega a través de un canal claro suele estar más allá de lo que la mente racional del canalizador puede entender. Es en esos momentos cuando se necesita una gran base de experiencia para recordar que las veces anteriores tampoco parecía que la información recibida tuviera sentido, aunque más tarde se convirtió en una gran ayuda, en algo plenamente comprensible. He comprobado que durante la hora que paso curando y canalizando recibo una información en forma no lineal que, lentamente, a lo largo de esa hora, va creando un cuadro comprensible que aporta más datos de lo que sería posible si se transmitieran de forma racional o lineal.

Si se fija, el lector empezará a reconocer la guía a través de las grandes pautas de su vida. ¿Por qué un acontecimiento ha seguido a otro? ¿Qué ha utilizado de cada uno? No es accidental que yo me formara inicialmente como especialista en física, luego me hiciera consultora y finalmente me convirtiera en sanadora. Toda esta formación me ha preparado para el trabajo de mi vida. Los estudios de física me dieron una estructura de base con la que examinar el aura; la formación como consultora me aportó los antecedentes necesarios para entender la psicodinámica relacionada con el flujo energético en el campo aural, además de la oportunidad de observar los casos de mucha gente. No hubiera podido reunir todo este material sin esa doble formación. Ciertamente, cuando trabajaba en la NASA no tenía conciencia de que sería sanadora. Nunca había oído hablar de ello y no sentía el menor interés por el estudio de los estados de enfermedad. Lo que me atraía era la forma en la que evolucionaba el mundo, lo que hacía que palpitara. Busqué las respuestas por todas partes. La sed de conocimiento ha sido uno de los más poderosos agentes que me han guiado en la vida. ¿Hasta dónde llega la avidez de conocimiento del lector? ¿Qué es lo que desea? Cualquiera que sea la respuesta lo conducirá al siguiente paso que debe dar para realizar su trabajo, incluso aunque no sepa todavía cuál será éste. Cuando algo se le presente con facilidad, de forma que actuar sobre ello le parezca maravilloso y divertido, hágalo sin dudarlo un momento. En estos términos se plantea la guía. Déjese fluir libremente en el curso de su vida. Si no lo hace, estará bloqueando su guía y su progreso. Hay ocasiones en las que mi guía se hace más evidente que en otras. Hubo un momento bellísimo y profundo, en particular, que me ha permitido superar después muchas horas difíciles. Cuando sucedió yo trabajaba como consultora en Washington, la capital de la nación. Durante las sesiones que dedicaba a tratar con la gente empecé a ver lo que podría denominarse sus vidas pasadas. Veía al individuo con el que estaba trabajando en un escenario distinto, dentro de un marco de tiempo diferente. Cualquiera que fuera la escena tenía relación, en algún modo, con lo que sucedía en la vida de aquella persona. Por ejemplo, una señora a la que asustaba el agua se había ahogado en otra vida. En ésta, seguía teniendo dificultades para pedir ayuda. En la vida anterior, en la que se ahogó, nadie pudo escuchar sus gritos de auxilio cuando cayó por la borda de un barco. Esta dificultad de su personalidad interfería con su vida actual más que el miedo al agua. Sin embargo, yo no conocía la forma de tratar esta información. Empecé a rezar pidiendo ayuda. Necesitaba encontrar una persona o un grupo de personas fiables que pudieran manejar esta información profesionalmente.

La respuesta me llegó una noche, cuando estaba de acampada en la playa de la isla Assateague, en Maryland. Era una noche lluviosa, por lo que había cubierto mi cabeza y el saco de dormir con un plástico traslúcido. De madrugada me despertó la voz de alguien que me llamaba por mi nombre. La voz era muy clara. «No hay nadie ahí», pensé, mientras observaba el cielo cubierto. De repente, me di cuenta de que lo que estaba mirando era el plástico sobre mi cabeza. Con un amplio movimiento del brazo lo aparté y caí de espaldas, presa de la más profunda y temerosa admiración ante el manto de estrellas que parpadeaban allá en lo alto. Oí una música que recorría el cielo, saltando de una estrella a otra. Considere que esta experiencia era una respuesta a mis oraciones. Poco después conocí el Phoenicial Pathwork Center, al que me trasladé y obtuve la formación que necesitaba para interpretar la vida pasada y otros materiales supra sensoriales para los siguientes nueve años de mi vida.

Supe que había llegado el momento de la práctica en asesoramiento dentro de este campo en Nueva York porque sentía una fuerte llamada interior. Encontrar un local para instalar la consulta no era difícil y, como deseaba introducir un cambio en mi vida, consulté a mi quía a través de la escritura. Recibí una afirmación rotunda y seguí adelante. Poco a poco fui guiada para cambiar mi práctica de asesora por la de sanadora. Sucedió «automáticamente», como he dicho antes, cuando diversas personas acudieron a mí para que las curase. Después recibí una indicación verbal directa para que abandonara esa práctica y me centrara en la enseñanza y en la realización de este libro, a fin de llegar a un público más numeroso. Desarrollar semejantes cambios no es nada fácil. Cada nuevo elemento me supone un reto.

Parece que cada vez que tengo establecida una vida «segura» llega el momento de cambiar y, por tanto, de crecer. ¿Qué vendrá después? No lo sé, con franqueza; de lo que no me cabe duda es de que seré guiada en cada paso del camino.

Dentro de cada personalidad humana hay un niño. Todo el mundo puede recordar lo que significaba ser niño, sentir la libertad interior y experimentar la vida de la forma más sencilla. Este niño que llevamos dentro tiene una gran sabiduría. Se siente conectado a todos los aspectos de la vida. Conoce el amor sin condiciones. Lo vamos cubriendo poco a poco a medida que nos hacemos adultos e intentamos vivir siguiendo el dictado de nuestras mentes racionales, lo cual nos limita. Es este niño interior el que debemos descubrir para empezar a seguir la guía. Para desarrollar la capacidad de recibir y seguir la guía es necesario retornar a la sabiduría abierta y confiada del niño que llevamos dentro. Todos suspiramos por la libertad, y sólo la lograremos a través del niño. Después de que el lector haya concedido más libertad a su propio niño interior, puede iniciar un diálogo entre las partes adulta e infantil de su personalidad. Este diálogo integrará la parte libre y benigna de la personalidad con el complicado carácter del adulto.

A lo largo de la lectura de este libro escuchará las palabras del niño y las del sanador/consultor/físico.

Esto le ayudará a liberar su realidad fija y ampliar su experiencia. Tal diálogo constituye una puerta abierta a lo maravilloso. Trate de encontrarlo y aliméntelo.

Todos somos guiados por maestros espirituales que nos hablan en nuestros sueños, a través de la intuición, y llegado el momento, si sabemos escuchar, nos hablarán directamente, primero mediante signos y luego por el sonido, la voz o los conceptos. Estos maestros sienten un profundo amor y respeto por nosotros. En algún punto a lo largo del camino, también usted será capaz de verlos o comunicarse directamente con ellos, como yo. Esta comunicación supondrá un cambio en su vida, pues comprobará que es objeto de un amor total y profundo. Usted merece ese amor. Merece tener salud, felicidad, plenitud vital, y puede crear tales condiciones. Puede aprender paso a paso el proceso de cambio de su vida para hacerla más plena. Hay muchos senderos que conducen a esta plenitud. Pida que le guíen a donde necesita ir, o presente cuál es el camino que debe seguir ahora, y será guiado. Tanto si padece

una enfermedad que amenaza su vida, una dificultad en su matrimonio un problema de voluntad o una depresión como si está atravesando una situación difícil en el área de trabajo que haya elegido, puede empezar a cambiar ya, desde este preciso momento. Puede realinearse con sus deseos más profundos y con el mayor bien que puede ofrecerse a sí mismo y a los demás. Basta con que pida ayuda. Sin ninguna duda, su petición será escuchada.

Revisión del capítulo 3

1. ¿Qué clase de formación técnica necesita un sanador? ¿Por qué?

2. ¿Cuál es la forma de guía más sencilla en su vida?

Alimento para la mente

3. ¿Cuáles son las experiencias de guía más profundas que ha tenido en su vida y qué efecto han producido sobre ella?

4. ¿Hasta qué extremo es capaz de seguir su guía?

5. ¿Escucha o pide conscientemente guía para sí mismo? ¿Con qué frecuencia?

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