Manos que curan. Parte 22ª

Manos que curan. Parte 22ª

Manos que curan. Bárbara Ann Brennan parte 22ª.

Este capítulo 22ª en audio.

Capítulo 22

CURACIÓN DEL ESPECTRO TOTAL

Algo importante que es necesario saber sobre la curación es que, durante la sesión, el sanador opera en distintas capas del aura, y que el trabajo es muy distinto en cada una de ellas. Esto se entenderá mejor cuando se describa en detalle lo que sucede durante una curación. Otro aspecto destacado es la consideración de que las energías necesarias para la curación pasan por el crisol ardiente del chakra cardiaco para transformarse de espíritu en materia y viceversa, como se ha dicho ya en el capítulo 16.

Ejercicios destinados a la acumulación de energía para una jornada de curación

Antes de comenzar una sesión curativa es importante que el lector se alinee con las energías más elevadas disponibles y que realice varios de los ejercicios descritos en el último capítulo para despejar y cargar todos los chakras a fin de permitir que la energía penetre en su campo. Practique estos ejercicios de meditación durante varios meses hasta que se sienta cómodo con ellos.  Antes de iniciar la jornada de curación es muy importante que haga acopio de energía y se centre en los fines que persigue. Medite sobre ello antes de proceder a la curación. Dedique un minuto a cada paciente. Otra técnica consiste en centrar    su   mente,   desterrando   otros   pensamientos,   en    cada   paciente   mientras   acumula              energía. También en este caso, el tiempo de concentración es de un minuto por cada paciente. Visualice o sienta la energía que fluye a través de su cuerpo. También necesita una gran experiencia para discernir cada sensación, tal como se indicó en el capítulo 19. Asegúrese de que cuenta con el apoyo de varios amigos experimentados en estos asuntos. Estas dos condiciones (discernimiento y apoyo) no son opcionales, sino que constituyen requisitos previos para cualquiera que desee actuar como canal durante la curación. Se trata de un trabajo muy profundo y no debe tomarse a la ligera ni como un juego. El mal uso de estas técnicas puede dar lugar, y de hecho lo hace, a experiencias muy desagradables que pueden causar daño a cualquier persona que intente canalizar sin haber seguido la disciplina espiritual apropiada. La canalización es, en realidad, un subproducto de la disciplina espiritual. Una vez cumplidos estos requisitos, uno puede seguir adelante con el ejercicio, que ofrecemos más adelante en este capítulo, de permitir que los guías penetren en su campo.  Por el momento, limítese a realizar los ejercicios detallados en el capítulo 21 antes de enfrentarse a su paciente.

Después de saludar a éste, si no ha trabajado antes con él, no deje de describirle brevemente lo que pretende hacer. Es importante que el sanador se comunique en la mayor medida posible en el lenguaje del paciente. Sea tan sencillo como pueda, pero, si descubre que el enfermo comprende ya muchas cosas sobre el aura y la curación, háblele entonces con ese nivel de comprensión.  Determine con rapidez cuál es el nivel general de comprensión sobre la curación y el aura, a fin de establecer una base común para la comunicación. Ello tranquilizará al paciente y le permitirá a usted empezar su trabajo.

Por mi parte, suelo iniciar una sesión de curación trabajando con los cuerpos aurales inferiores, para ir pasando paulatinamente a los superiores. En la figura 22-1 ofrezco un breve esbozo de mi secuencia curativa que le puede resultar útil a medida que siga la descripción detallada que expongo a continuación.

Manos que curan 21-01

Figura 22-1 SECUENCIA DE CURACIÓN

  1. Análisis general del sistema energético del paciente.
    1. Alineación de los tres sistemas energéticos a utilizar en la sesión de curación: el del sanador, el del paciente y los guías y el campo energético universal.
    1. Curación de los cuatro cuerpos inferiores (capas 1, 2, 3 y 4 del aura).
      1. Quelación: carga y despejado del aura del paciente.
      1. Limpieza de la espina dorsal.
      1. Limpieza de áreas específicas del aura del paciente.
    1. Curación del patrón etéreo (cirugía espiritual) (5º capa del aura).
    1. Curación del patrón cetérico (7º capa del aura) (reestructuración).
      1. Reestructuración del órgano del patrón cetérico.
      1. Reestructuración del chakra del patrón cetérico.
    1. Curación del nivel celestial (6º capa del aura).
    1. Curación del nivel cósmico (8º y 9º capas del aura).

SECUENCIA DETALLADA DE LA CURACIÓN

  1. Análisis general del sistema energético del paciente

Para iniciar una curación por primera vez, lo que suelo hacer es efectuar un rápido análisis energético del cuerpo para determinar la forma en que el paciente utiliza su sistema de energía en general, tomando nota de las características físicas del cuerpo para establecer la estructura de su carácter. Tan pronto como puedo ver esta estructura, sé que es probable que tenga que trabajar muchísimo con los chakras que están habitualmente bloqueados.  Lo que hago es, sencillamente, poner a la persona de pie, con los pies en paralelo y separados a la distancia de los hombros. Luego le pido que se agache flexionando las rodillas y se vuelva a levantar armonizando la respiración con este movimiento.  Puedo captar así numerosos datos sobre la forma, adecuada o errónea, en la que la persona dirige su energía, lo cual indica en definitiva cuál es la causa del problema físico.  Por ejemplo, la energía no fluirá usualmente por igual en su ascenso por ambas piernas; suele ser más fuerte en un lado del cuerpo que en el otro. Todos estos desequilibrios guardan relación con cuestiones emocionales y mentales que la persona debe afrontar y trabajar. Por ejemplo, es probable que alguien que tenga miedo al amor envíe más energía a la parte posterior del cuerpo más cercana al área cardiaca (el centro volitivo), dirigiendo erróneamente la energía que necesita para nutrir su centro cardiaco amatorio.

Una vez que me había hecho una idea válida acerca de la forma en la que el paciente utilizaba su sistema, solía hacer un análisis de los chakras por medio del péndulo; actualmente me limito a «leer» psíquicamente el problema.

Al principiante le sugiero que observe la estructura del cuerpo físico.  Compárela con lo que ha aprendido sobre la estructura del carácter.  ¿Qué estructuras del carácter predominan?  ¿Cuál será entonces la psicodinámica implicada? ¿Qué chakras son los que, probable mente, funcionan mal? Revise las tablas contenidas en el capítulo 13.  Estos datos revelan gran cantidad de información sobre el equilibrio de la razón, la voluntad y la emoción y sobre los principios activos y receptivos de la personalidad. También dice muchas cosas sobre la forma en que la persona funciona en las áreas representadas psicodinámicamente por cada chakra. Observe la estructura del cuerpo físico. Toda esta información la puede utilizar para guiar a la persona hacia una comprensión más profunda del yo y sobre el modo en que funciona en su vida cotidiana.

Pido al paciente que se quite los zapatos y se desprenda de cualquier joya que lleve (que podría interferir en sus líneas normales de energía) y que se acueste de espaldas en mi mesa de masaje. (Llegados a este punto se puede optar por hacer una lectura del chakra con el péndulo, como se ha dicho en el capítulo 10.) Por lo general, saco mis cristales si considero que son apropiados para el paciente. Como he dicho en el capítulo anterior, deposito un cuarzo rosa grande en la mano izquierda del paciente y un cuarzo transparente grande en la derecha. Para el segundo o el primer chakra utilizo una amatista grande con depósitos de hierro en su interior, a fin de mantener fuerte la pulsación del campo del paciente y hacer que éste quede anclado en el cuerpo. Un cuarto cristal que empleo es una pieza de cuarzo transparente de alrededor de 3,75 centímetros de ancho por unos 9 centímetros de largo.  Si fuera más grande me resultaría pesado, y uno más pequeño no podría extraer mucha energía.  Este cristal presenta un poderoso haz de luz blanca que sale por su extremo y que actúa como un láser con el que desprender los residuos acumulados en el aura. Lo uso en la parte «limpiadora» de la sesión.

2.  Alineación del sistema energético del sanador con los del paciente y los guías

Antes de establecer el primer contacto físico con el paciente, es importante que el sanador se alinee con las energías omnipresentes, cada vez más elevadas. Para ello, conduzco de nuevo mi energía rápidamente hasta los chakras tal como se describe en el ejercicio 22. Realizo un acto de afirmación para alinearme con Cristo y las Fuerzas universales de la luz. Suelo orar, sea en mi fuero interno o en voz alta:

«Ruego ser un canal para el amor, la verdad y la curación en el nombre de Cristo y las fuerzas universales de la luz». Si el lector no tiene conexión con Cristo, le ruego que utilice la conexión que tiene con la plenitud universal, con Dios, la Luz, el Sagrado entre los Sagrados, etc. A continuación, silencio mi mente cerrando los ojos y respirando por la nariz en inspiraciones y espiraciones profundas, largas y pausadas, de manera que el aire frote contra el paladar. Me siento ante el paciente y coloco los pulgares en el punto de reflejo del plexo solar en la planta de sus pies. Este punto, como se define en el sistema de reflexología del pie, se encuentra en la planta justo por debajo de la eminencia metatarsiana (véase la figura 22-2). Seguidamente, me centro en el paciente para ajustar los tres sistemas energéticos implicados: el suyo, el mío y las fuerzas más potentes de la luz. Tal operación se puede llevar a cabo explorando hacia arriba, a través de la corona del cuerpo del sanador y luego a través del cuerpo del paciente hasta alcanzar su corona. Una vez hecho esto se puede realizar un rápido estudio de los órganos corporales palpando los puntos reflejos del pie para detectar el estado energético de cada uno.  [. os más importantes, por lo general, suelen ser los órganos principales del cuerpo y la espina dorsal.

Al tacto, los puntos desequilibrados de la planta del pie serán demasiado blandos o excesivamente duros. La huella de la presión con la yema del dedo sobre la piel quedará marcada, lo que demuestra que necesita una mayor elasticidad. También puede ocurrir que sea demasiado elástica y no muestre huella alguna. O tal vez su estado se parezca al que produce un espasmo muscular. Otra forma de describir la sensación que puede recogerse en los puntos desequilibrados en términos de ¡lujo energético es el surgimiento de una pequeña fuente de energía, o un pequeño torbellino energético que penetrara en la piel por ese punto. Otro tanto es aplicable a los puntos de acupuntura desequilibrados. Los puntos de acupuntura tienen el aspecto de pequeños torbellinos de energía o diminutos chakras.  Un punto de acupuntura desequilibrado expulsará energía, o dará la sensación de ser un pequeño remolino que absorbe energía. Quizá desee llevar ésta a los puntos específicos que la necesitan.

A. Canalización para la curación

Conforme vaya progresando en la secuencia curativa puede ir añadiendo una nueva dimensión a la canalización que haya empleado para informarse. Al canalizar para la curación propiamente dicha, el sanador permite que los guías utilicen en mayor medida su campo energético de dos formas principales. La primera consiste, simplemente, en permitir que se canalicen a través de su campo diferentes niveles o vibraciones de luz. Por lo general es el guía quien elige estos colores e intensidades. La persona que canaliza se limita a mantenerse alineada con la luz blanca, o luz de Cristo. Una segunda forma consiste en permitir que los guías entren parcialmente en el campo del sanador y trabajen en el del paciente por medio de la manipulación directa. En ambos casos, deje que su maestro espiritual guíe sus manos. En el primer caso, la guía y el movimiento de fa mano son generales y pueden empezar tan pronto como se pongan las manos en el pie del paciente. En el segundo, son muy intrincados y precisos y, por lo general, se realizan en los niveles más elevados del campo (5-7). Muchas veces el guía alargará su mano a través de la del sanador, saliendo de ella y dirigiéndose directamente al cuerpo del paciente.  Esto exige una máxima atención por parte del sanador sobre lo que está haciendo el guía, con el fin de no interferir. Por ejemplo, si en la curación del quinto nivel aural se cansa de mantener la posición de la mano o de moverla en cierta forma y quiere detenerse, primero tiene que hacérselo saber claramente al guía y darle tiempo para que ajuste la curación a fin de permitir esa ruptura energética. Retirar la mano prematuramente suele causar un choque energético en el paciente, el cual quedará sobresaltado.  A continuación, el sanador deberá retroceder y arreglar la interrupción que ha ocasionado. La experiencia le hará familiarizarse con secuencias de puesta en fase energética que permiten realizar pausas en caso necesario.

3.  Curación de las cuatro capas aurales inferiores

  1. Quelación: cargar y despejar el aura del paciente

El término «quelar», derivado de la voz griega chele, o «garra», significa arañar. La reverenda Rosalyn Bruyere, fundadora de esta técnica desarrollada por ella misma, adoptó dicho término para indicar, sencillamente, la limpieza del campo del paciente mediante la separación de los residuos aurales.  La quelación, además, llena el aura de energía, como si se hinchara un globo, y por lo general la equilibra. Esto se logra haciendo correr la energía por el cuerpo de manera gradual, empezando por los pies. Lo mejor es hacer que discurra de forma natural; con ello se fomenta el equilibrio y la salud de todo el sistema. En consecuencia, la energía atraviesa el cuerpo en sentido ascendente desde los pies, ya que normalmente se obtiene a partir de la tierra por medio del primer chakra y de los dos chakras de las plantas de los pies. Estas energías terrestres son necesarias en todo momento para curar el cuerpo físico, puesto que son las que presentan las vibraciones físicas más bajas.  De este modo es posible verter energía con absoluta naturalidad al agotado sistema. El cuerpo energético la absorbe y la transporta a donde sea necesaria. Por otra parte, si se empieza en la zona en la que se produce la queja, puede darse el caso de que el cuerpo energético conduzca la energía a otro emplazamiento antes de que comience a nutrir realmente la zona de entrada. Al no ser un flujo natural, carece de eficacia.

Manos que curan 22-02

Figura 22-2: Puntos principales de reflexología del pie                                        

Véase el gráfico de quelación en la figura 22-3. Las figuras siguientes de este capítulo demostrarán cómo se carga el aura de una persona hasta su curación total.

Cuando Mary acudió a mi consulta por primera vez, su campo aural aparecía atascado, desvaído y desequilibrado (figura 22-4). Tenía bloques de colores rojo oscuro y pardusco en las rodillas, el área pélvica, el plexo solar y los hombros. El chakra del plexo solar estaba desfigurado y parecía como si el pequeño torbellino de la parte superior izquierda sobresaliera como un muelle estirado. Esta deformación se extendía atravesando la quinta y séptima capas del campo, configuración típicamente relacionada con la hernia de hiato. Mary se quejaba de dolor en esa parte de su cuerpo y, además, en su vida personal tenía problemas para conectar profundamente con la gente. El proceso de curación, que se prolongó unas pocas semanas, no sólo reequilibró, cargó y reestructuró su campo energético, sino que, por añadidura, ayudó a Mary a aprender la manera de relacionarse mejor con los demás. Esto se logró canalizando la información sobre sus experiencias infantiles en las que aprendió a bloquear de forma habitual su campo energético, lo que, en su momento, condujo a la aparición de problemas psicológicos y físicos.

Examinemos a continuación cada paso de la curación como si el lector fuera el sanador.

Siéntese y apoye las manos en los pies del paciente (Mary) hasta que se despeje y equilibre su campo general (figura 22-5), que será activado en su totalidad por la energía que fluye desde esta posición. No intente controlar el color que está canalizando; deje que fluya de forma automática. Si se centra en un color, probablemente interferirá en vez de ayudar, ya que los campos disponen de mayores opciones que su mente lineal.

Siempre que despeje su campo de manera que sus chakras también queden despejados y, por tanto, se sitúen en condiciones de metabolizar todos los colores del campo energético universal, el campo del paciente absorberá lo que necesite. Si uno de sus chakras queda bloqueado, tendrá dificultades para canalizar a través del mismo el color o la frecuencia de la luz transmitida. En tal caso, repita el ejercicio de apertura de los chakras hasta que todos los suyos estén abiertos.  La figura 22-6 muestra el flujo de energía que penetra en los chakras del sanador a través de su corriente de fuerza vertical para penetrar en el chakra cardiaco y salir después por sus brazos y manos, introduciéndose a continuación en el campo aural del paciente.

Conforme la energía fluye, despeja, carga y, en general, reequilibra el campo energético del paciente, probablemente la sentirá usted discurrir por sus manos. Es como si manaran chorros desde ellas. Es posible que note una sensación de calor u hormigueo. Su pulso se hará quizá lento y rítmico. Si es usted sensible en este aspecto, detectará los cambios que se producen en el flujo. A veces fluirá más energía por un lado del cuerpo; entonces cambiará la frecuencia de las pulsaciones, corno lo harán la dirección del flujo o bien el emplazamiento general de la energía que llena el campo energético del paciente. En este punto, el flujo penetra en las áreas generales del cuerpo aural.

Después de unos minutos de trabajo, la intensidad del flujo remitirá y se producirá un flujo igual de energía ascendente por ambos costados del cuerpo. Ello quiere decir que el campo está equilibrado en conjunto y que usted está listo para pasar a la siguiente posición.  Observe que el aura de Mary, como se ve en la figura 22-5, está ahora muchísimo más despejada que cuando acudió a la consulta, como se muestra en la figura 22-4. Pase a continuación al costado derecho del paciente. Apoyando en todo momento una mano en el cuerpo de éste para mantener la conexión, toque con la derecha la planta del pie izquierdo del paciente y con la izquierda su tobillo izquierdo. Para ello tendrá que inclinarse sobre el cuerpo del paciente (figura 22- 7). Deje fluir la energía desde su mano izquierda a la derecha atravesando el pie del paciente. Puede que, al principio, la energía sea débil; luego, a medida que los ríos de energía se vayan llenando, el flujo se hará más fuerte. Cuando el pie se llene de energía, el flujo entre sus manos descenderá. Cambie ahora las manos al pie y al tobillo derechos y repita la operación. Llénelo de energía, como hizo con el pie izquierdo. Pase ahora la mano derecha al tobillo izquierdo del paciente y la izquierda a la rodilla izquierda. Haga que la energía de su mano derecha pase por la parte inferior de la pierna izquierda del paciente para llegar a la mano izquierda de usted. Es posible que, al principio, el flujo sea débil y quizá más fuerte en un lado de la pierna que en otro. Cuando haya acabado de llenar, cambie a la posición tobillo/rodilla derechos (figura 22- 8). Al proceder a la quelación entre el tobillo y la rodilla, las nubes oscuras del muslo y la cadera derechos se aclararán y se abrillantará su campo. Entonces empieza a despejarse también parte de la oscuridad del lado izquierdo del plexo solar. Siga trabajando por las piernas, subiendo de articulación en articulación, desde la rodilla a la cadera y desde el lado, izquierdo al derecho (figura 22-9). A medida que progrese su trabajo con el cuerpo se seguirá despejando el aura del paciente y éste entrará en un estado alterado de conciencia. Pase de la cadera al segundo chakra (fi- gura 22-10). A continuación, se despeja el campo del área pélvica del paciente, especialmente en la zona que se encuentra entre las manos de usted. En esta posición su mano derecha se apoya en la cadera del paciente, y la izquierda, en el centro del segundo chakra por encima del hueso púbico. Repita la operación en cada costado. Tendrá conciencia de los cambios que van despejando el aura como consecuencia de la elevación y el descenso del flujo energético mientras pasa de un lugar al siguiente. Cuando haga la imposición de manos en un nuevo punto, la energía fluirá lentamente al principio, hasta que se establezca la conexión entre su campo y el del paciente. El flujo aumentará y alcanzará su cresta, luego descenderá poco a poco y se detendrá o seguirá a un ritmo muy bajo. Ello significa que ha llegado el momento de cambiar a otra posición. Notará el flujo energético como un cosquilleo o como oleadas de calor. Asegúrese siempre de que obtiene un flujo energético equilibrado en ambos lados de cualquier parte del cuerpo antes de pasar a la siguiente. Esto vale tanto para los dos lados de las piernas como para los dos lados del cuerpo. Después de haber despejado, cargado y equilibrado el segundo chakra, desplace la mano derecha al segundo chakra y la izquierda al tercero (figura 22-1 l). Tratándose de Mary, sería necesario dedicar más tiempo a los chakras segundo y tercero, que son los más bloqueados. Una vez que haya despejado usted esta área, ponga la mano derecha en el tercer chakra y la izquierda en el cuarto.

Manos que curan 22-03

Figura 22-3: Gráfico de quelación

Cuando proceda a la quelación directa en los chakras entrará en una comunicación más profunda con su paciente. Tal vez descubra que está respirando al mismo ritmo que él. Esto quiere decir que usted se ha «es peculado», es decir, se ha convertido en espejo; una vez logrado esto, puede cambiar el ritmo de la respiración de su paciente con sólo alterar el suyo propio; el enfermo le imitará. Quizá sea importante que lo haga así a estas alturas de la curación, ya que usted empezará a abrir material emocional conforme se desplace hacia los chakras. Tan pronto como se empiece a liberar el material emocional, el sujeto intentará contener la respiración esforzándose por mantener ocultos sus sentimientos.

Mary está tratando de ocultar sus sentimientos a medida que los chakras segundo y tercero se van conectando más. Indúzcala a que respire. Lo hace y llora. Siente su soledad. También usted. Puede sentir o ver las experiencias infantiles de Mary que tienen relación con el caso. Compártalas con ella. Mary entiende ahora la conexión y vuelve a llorar. Como resultado de la expresión de sus sentimientos los chakras segundo y tercero de la mujer se abren y se despejara aún más. Si tiene usted dificultades para soportar los sentimientos de ella, cambie su ritmo de respiración para hacerlo más lento y eleve su propia conciencia a un nivel superior. Siga enviando energía. A medida que se despejen los chakras de Mary, ella se irá calmando. La figura 22-12 muestra que la quelación ha despejado los cuatro niveles inferiores del campo de Mary, pero no ha reparado el desgarro. El tercer chakra requerirá atención especial en las capas quinta y séptima, donde se encuentra la rotura. Para quelar los chakras cuatro, cinco y seis limítese a ascender por el cuerpo, poniendo la mano izquierda en el chakra superior y la derecha en el inferior. Al llegar al quinto chakra, la mayoría de los pacientes se sentirán más cómodos si les coloca la mano izquierda debajo del cuello en lugar de encima.

Manos que curan 22-05

Figura 22-5: Equilibrado de los costados derecho e izquierdo del cuerpo e inicio del paso de energía a los pies

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Figura 22-7: Flujo de energía durante la quelación del campo aural

Cuando haya concluido esta operación, lleve cada mano a un hombro mientras se desliza para quedar sentado por encima de la cabeza de su paciente. Equilibre los lados derecho e izquierdo del campo energético de Mary. Luego vaya avanzando las manos lentamente por los lados del cuello hasta las sienes, haciendo circular la energía mientras realiza el movimiento. En este punto el aprendiz pasará al sexto nivel de curación, tal como se ha descrito en el apartado seis. Realice la curación del sexto nivel y el cierre del séptimo, como se describe en el apartado que se titula «Sellado en el nivel del patrón cetérico». Al principio no espere avanzar más, mientras no adquiera experiencia suficiente en la curación. Probablemente le llevará una hora completa hacerlo. Cuando haya practicado varias horas empezará a percibir las capas superiores del campo aura] e iniciará el trabajo en ellas como se ha descrito en los puntos cuatro y cinco. Más tarde podrá percibir por encima de la séptima capa y empezará a trabajar en los niveles octavo y noveno, como se describe en el apartado siete de este capítulo.

A mis nuevos alumnos les suelo pedir que hagan una quelación completa para asegurarme de que no pasarán por alto nada que sea necesario despejar de este modo. Más adelante, cuando tengan más práctica tanto en hacer pasar la energía como en percibir el campo, ya no necesitarán realizar la quelación de todos los chakras. Sabrán hasta dónde es necesario quelar. Para los enfermos cardiacos es importante invertir la quelación, es decir, extraer la energía del chakra del corazón, ya que, por lo general, se muestra obturado por energía oscura.

Llegados a este punto, conviene aportar algunas instrucciones adicionales sobre la quelación. Recuerde que está canalizando, no irradiando. Así pues, usted eleva sus vibraciones hasta el nivel de energía necesario y, a renglón seguido, se limita a entrar en contacto con el campo energético universal y dejarlo fluir (algo así como introducir un enchufe en la toma de corriente de la pared). Si no cura de esta manera, se cansará con mucha rapidez. No puede irradiar o dirigir energía suficiente para curar desde el interior de su propio campo; tiene que canalizarla (su misión al canalizar es únicamente elevar el nivel de las vibraciones de manera que pueda completar el circuito con el CAMPO ENERGIA UNIVERSAL. Los ejercicios de apertura de los chakras que ha realizado resultan muy útiles para elevar sus vibraciones a un nivel de energía más elevado. Al preparar con anticipación una sesión de curación, empezará a operar a un nivel elevado de energía y frecuencia.

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Figura 22-8: Quelación del aura entre el tobillo y la articulación de la rodilla

Manos que curan 22-09

Figura 22-9: Quelación del aura entre la rodilla y la articulación de la cadera

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Figura 22-10: Quelación del aura entre la articulación de la cadera y el segundo chakra

Manos que curan 22-11

Figura 22-11: Quelación del aura entre él se mundo y el tercer chakras

A lo largo del proceso ascenderá lentamente hacia niveles cada vez más altos, simplemente porque se encuentra usted en un estado de conciencia elevada. Es probable que cuanto más tiempo permanezca en él, más alto pueda llegar, especialmente si se mantiene centrado y enfocado y su respiración es adecuada.  La mejor forma de respirar que yo uso es inspirando y espirando larga y continuadamente, con muy poca pausa intermedia. La respiración debe realizarse por la nariz, frotando el aire contra el paladar blando, como en los ejercicios expuestos en el capítulo 18. También puede concentrarse en ampliar su campo aural.

Lo más importante es mantenerse en un flujo sincronizado sensible con los campos energéticos que le rodean. Una pausa en el flujo energético puede ser indicio de que está a punto de pasar a una frecuencia más alta. Espere un poco. Si no llega, siga avanzando como se ha dicho antes. Conforme se vaya sintonizando mejor, empezará a notar cambios de frecuencia en la energía que fluye a través de usted.

Llegado el momento podrá mantener determinados niveles de frecuencia ajustando su respiración y su enfoque.

Mantenga con firmeza las manos, ligeramente tensadas, sobre el cuerpo del paciente y dirija a éste, a través de ellas, toda la energía que está recibiendo con todos sus chakras. Es posible que desee hacer vibrar su cuerpo para que sus chakras bombeen más energía; recurra para ello al ejercicio 25 descrito en el capítulo 21.

En esta parte de la curación es probable que utilice más energía a través de los chakras inferiores que por los superiores. Una gran cantidad de energía asciende también desde la Tierra a través de las plantas de los pies. Asegúrese de que los tiene bien afirmados sobre el suelo. Visualice las raíces que crecen hacia el centro de la Tierra y la energía que se extrae a través de ellas. Este proceso nutre y carga los cuerpos energéticos inferiores. Asegúrese de que su cuerpo se encuentra en una postura cómoda para garantizar el libre flujo de la energía.

El sistema energético del paciente absorberá la energía y se desplazará automáticamente a la parte del cuerpo donde sea necesaria. Por ejemplo, aunque las palmas de sus manos estén colocadas sobre los pies del paciente, la energía podrá subir por la espina dorsal de éste hasta alcanzar la parte posterior interna de su cabeza. Mientras se está realizando la quelación y a fin de preparar al paciente para un trabajo más específico, el sanador puede emplear su tiempo vital para leer psíquicamente al paciente y comunicarse con él. Éste es el momento en el que el paciente empieza a abrirse y a compartir más profundamente su historia personal.  Tan pronto como el sanador realiza la imposición de manos sobre el paciente, se establece entre ambos una mayor confianza mutua.  El primero seguirá explorando el cuerpo para hallar áreas problemáticas.

En el caso de Mary, su aura se ha despejado y es mucho más clara, como se puede ver en la figura 22-12. Durante la quelación de las áreas de los chakras segundo, tercero y cuarto, su liberación emocional la ha transportado a un estado de profunda relajación. Los primeros cuatro niveles de su campo están lo bastante despejados como para soportar el trabajo en las capas quinta y séptima. Otro paciente podría no estarlo, ni siquiera después de la quelación completa a través del sexto chakra, y quizá siga necesitando que se le siga despejando el campo en emplazamientos más específicos donde se da una profunda alteración. Para despejar se pueden seguir dos procedimientos principales: uno consiste en la limpieza de la espina dorsal; el otro, en empujar o extraer con el cristal de cuarzo los residuos aurales de determinadas áreas específicas.

  • Limpieza de la espina dorsal

Puede que, a estas alturas, el paciente necesite una limpieza en su espina dorsal (véase la figura 22- 13). En general, es aconsejable hacerlo, ya que así se limpia la corriente de fuerza vertical principal en el campo aural. Sin embargo, en sesiones de una hora de duración no suelo hacerlo, a menos que se presente algún problema en las vértebras, ya que generalmente hay cosas más importantes que hacer y una espina dorsal normal se despeja durante la quelación.  Parte de esta técnica me la enseñó mi maestro C. B.

Para realizar la limpieza de la espina dorsal, pida al paciente que se dé la vuelta para quedar tendido boca abajo. Coloque en la mesa una placa facial o practique un orificio para la nariz de manera que el paciente pueda mirar directamente hacia abajo.  Durante este trabajo no debe tener la cabeza vuelta a un lado.

Aplíquele un masaje en el área del sacro. Realice el masaje de los forámenes (pequeños orificios del hueso por los que pasan los nervios) del sacro con los pulgares.  (Es la zona por encima del glúteo máximo donde se encuentran los hoyuelos.) Si no conoce el aspecto de esta parte del cuerpo, busque el sacro en un libro de anatomía. Es un grupo de huesos fundidos entre sí, en forma de triángulo con el vértice invertido, que tiene cinco forámenes a cada lado, y en el que se asienta la última vértebra lumbar; el cóccix se extiende hacia abajo desde su vértice inferior. Describa pequeños círculos con los pulgares en la zona de los forámenes del sacro. A través de sus dedos enviará energía de color anaranjado rojizo. Opere de este modo ascendiendo por la espina dorsal, desde el costado derecho del paciente, situando los pulgares a cada lado de las vértebras.  Lo que suele dar mejores resultados es trazar círculos en el sentido de las agujas del reloj con el pulgar derecho, y en sentido contrario con el izquierdo.

Acople a continuación las manos sobre el segundo chakra.  Canalice hacia éste con sus manos la energía anaranjada rojiza moviéndolas lentamente en el sentido de las agujas del reloj.  Al hacerlo, podrá mantener su flujo energético en la frecuencia anaranjada rojiza.  Esta técnica se enseña en el capítulo 23, dedicado a la curación con el color. Cargue el chakra y a continuación empiece a desplazar las manos subiendo por la espina dorsal. Deje que la luz cambie hasta convertirse en un haz azul semejante al láser cuando sus manos dejen el segundo chakra.  Asegúrese de que no «pierde» la conexión energética al avanzar por la espina dorsal.  Tendrá que situarse de forma que pueda moverse con comodidad avanzando con las manos al ascender por la espina dorsal.

Manos que curan 22-12

Figura 22-12: Quelación del aura entre el tercer y el cuarto chakras

Con la luz láser azul está limpiando la espina dorsal y expulsando toda la energía atascada por la parte alta de la cabeza, a través del chakra corona. Repita toda la secuencia no menos de tres veces; hasta que se haya limpiado la corriente de fuerza principal. Es posible que tenga que golpear ligeramente los chakras cuarto y quinto para ayudar a que se abran.

  • Limpieza de zonas específicas del aura del paciente

Durante la quelación empezará a sentir a través de la elevada percepción sensorial las áreas del cuerpo físico donde será necesario trabajar a continuación.  Conforme avance en el aprendizaje, probablemente no necesitará quelar todos los chakras antes de empezar a trabajar de forma más directa en el área de energía atascada. Cuando tenga mucha práctica, deberá quelar como mínimo el corazón antes de concentrarse en una zona determinada (déjese conducir intuitivamente). El trabajo es más directo si se hace pasar la energía a un área atascada para activarla y soltar la energía estancada o bien desplazando directamente con las manos de la mucosidad aural coagulada.

Pueden usarse las manos, separadas o juntas, para hacer que la energía pase directamente a un área específica. Situando las manos a cada lado del bloque (de delante hacia atrás y de abajo arriba del cuerpo), puede dirigir la energía para sacarla de una zona e introducirla en otra empujando con la mano derecha y tirando con la izquierda (o viceversa). (Véanse en el capítulo 7 las técnicas de empujar, tirar, y parar.) En ciertas ocasiones es correcto hacerlo así; en otras, considerará usted más apropiado, usar ambas manos juntas.  Cualquiera de las técnicas envía la energía directamente al bloque y hace que penetre en profundidad en el aura. Cada una de ellas, además, hace que fluya nueva energía hacia las partes más internas del aura, y sirve para llenar los chakras. La figura 22-14 ilustra las posiciones de las manos. Para el método de las manos cerradas, se juntan haciendo hueco, con los pulgares cruzados y las palmas hacia abajo, y se colocan sobre la zona a la que esté dirigiendo la energía. Asegúrese de que une las manos sólidamente, sin dejar espacio entre ellas ni entre los dedos. También debe ahuecar los dedos ligeramente. Haga vibrar las manos para aumentar el flujo energético.

Comprobará que mediante este procedimiento puede dirigir la energía como un haz de luz capaz de penetrar profundamente en el campo y de llenar las cosas o hacerlas saltar.  Los guías le conducirán a donde sea preciso y harán que fluya a través de su cuerpo la energía apropiada. Si emplean la técnica de golpear los bloques para soltarlos, en breve cambiarán la frecuencia que están enviando y probablemente invertirán el flujo energético para aspirar y extraer el bloque. Basta con que deje que sus manos se desplacen según convenga para acomodarse al tirón extractor.  Quizá desee elevar la mano con la energía orgónica muerta y dejar que los guías se la quiten.

Otra técnica consiste en utilizar las manos etéreas para tirar de la energía bloqueada y sacarla del campo del paciente. Para extraer esta energía, imagínese que sus dedos etéreos se hacen muy largos, o que las partes etéreas de ellos se alargan y penetran en el cuerpo del paciente para vaciar o barrer la energía como si se empleara una pala. Lo único que tiene que hacer el sanador es empujar la energía hacia arriba y afuera del aura y mantenerla en su mano mientras los guías la iluminan, es decir, la activan hasta convertirla en luz blanca, soltándola entonces (de ese modo no se le llenará la habitación de energía muerta). Seguidamente se pasa al siguiente bloque.

Cuando convenga, también puede tirar de la energía atascada y extraerla usando el cristal de cuarzo (véase el capítulo 24). El cristal de cuarzo, herramienta muy poderosa para este tipo de trabajo, actúa como un haz de láser: penetra, corta y recoge la energía, que usted sacará entonces para dejar que los guías la conviertan en luz blanca.

No siempre es bueno usar cristales.  Algunas personas son excesivamente sensibles a este tipo de acción cortante. No los emplee nunca después de realizar un trabajo en el patrón cetérico (un trabajo de nivel superior que explicaremos más adelante).  El empleo de cristales podría deshacer el trabajo realizado en el patrón. Después de este trabajo en el patrón no será necesario el empleo del cristal de cuarzo; el trabajo con el cristal debe completarse con anterioridad (es decir, en cualquier zona determinada del cuerpo). En el caso de Mary, descrito anteriormente, no se emplearon cristales.

Mientras realiza este trabajo, el sanador puede explorar los campos aurales para ver si es necesario reestructurar los chakras o los órganos en los niveles de los patrones. Los guías decidirán si el trabajo se realizará en el nivel del patrón etéreo (quinto) o en el nivel del patrón cetérico (séptimo). Este tipo de trabajo sólo se puede llevar a cabo después de haber realizado una gran limpieza en las cuatro capas principales del aura. De hecho, cuando el aura presenta una gran cantidad de residuos suele resultar muy difícil ver el nivel del patrón etéreo a través de la energía oscura.

Si los guías deciden realizar el trabajo en el patrón cetérico (séptima capa), el sanador debe retirar los cristales del paciente, toda vez que éstos ayudan a retener al enfermo en su cuerpo.  Para realizar el trabajo en el patrón cetérico es necesario que el paciente abandone parcialmente su cuerpo, pues de lo contrario los posibles dolores que sentiría impedirían la realización del trabajo. En cierta ocasión intenté coser un pequeño desgarro en la séptima capa sin retirar los cristales del cuerpo del paciente.  Éste empezó a gritar de dolor cuando no llevaba más que unos dos segundos trabajando (mis manos no tocaban su cuerpo). Retiré rápidamente los cristales, terminé de realizar el cosido y le curé la extensa inflamación roja que le había producido en los niveles 1, 2, 3 y 4, para lo cual recurrí a las técnicas de despeje que he descrito anteriormente.

Si los guías deciden realizar el trabajo en el patrón etéreo (quinta capa) a estas alturas de la curación, no es necesario retirar los cristales. Creo que esto se debe a que el patrón etéreo actúa en espacio negativo y no está conectado al cuerpo «sensitivamente».

  • Ejercicio para permitir que los guías penetren en su campo para trabajar

Si tiene dificultades para permitir que los guías penetren en su campo, le sugiero que practique el siguiente ejercicio (también lo puede realizar, si lo prefiere, antes de iniciar la sesión de curación). Sólo debe   hacerlo   después de haber cargado su campo con el ejercicio 22 (visualización) descrito en el capítulo 21.

Una vez que su campo esté cargado y equilibrado, repita el ejercicio citado y cámbielo ligeramente para facilitar el acceso de los guías que le ayudarán a realizar la curación.

Antes de hacer este ejercicio, retire las manos del paciente si las tiene colocadas sobre él. Regrese a su propio primer chakra. Vea cómo gira en rojo. Respire el color dos veces.  Al inspirar por segunda vez, eleve su conciencia al segundo chakra y deje que el rojo se convierta en anaranjado rojizo. Espire este color.

Céntrese en el segundo chakra. Inspire el color anaranjado rojizo. Espírelo. Inspire de nuevo el color anaranjado rojizo y deje que se convierta en amarillo mientras eleva los ojos de su mente al tercer chakra. Inspire el color amarillo. Espírelo. Inspire el color amarillo y deje que se vuelva verde mientras pasa al chakra cardiaco. Inspire el color verde; espírelo. Inspire el color verde. Elévese al chakra de la garganta y deje que el verde se torne azul. Inspire el color azul; espírelo. Inspire el color azul y elévese hasta el tercer ojo mientras el azul se vuelve índigo. Inspire el color violeta; espírelo. Inspire el color índigo y déjelo pasar al blanco mientras se eleva hasta la corona para salir por la parte superior de su cabeza. Mientras se eleva a través de la corona, deje que los guías penetren en su campo atravesando el aspecto posterior del chakra de la garganta. Sentirá cómo se depositan sobre sus hombros y descienden hacia el interior de sus brazos, como superponiéndose.

Manos que curan 22-13

Figura 22-13: Limpieza de la espina dorsal. (Vista de diagnóstico)

Manos que curan 22-14

Figura 22-14: Operación para hacer que la energía pase profundamente al interior del campo aural

Quizá sienta que su campo se llena en demasía.  Al llegar a este punto, quizá pueda usted ver los brazos de un guía interpenetran los suyos y la luz que surge de ellos.  Relájese.  Acostúmbrese a esta sensación. Si siente la necesidad de poner las manos en alguna parte de su propio cuerpo, hágalo. (Más adelante practique para ayudar a algún amigo. Deje que sus manos sean guiadas al lugar del cuerpo de su amigo que necesite curación. Puede que no sea donde usted pensaba.)  Permita que la hermosa energía curadora surja amorosamente de sus manos. Nunca tema poner las manos con amor sobre otra persona.

4.  Curación a nivel del patrón etéreo del aura (quinta capa del campo aural)

Si los guías deciden trabajar en el patrón etéreo, se limitarán a indicar al sanados que ponga las manos sobre dos lugares del cuerpo, generalmente sobre dos chakras, dejándolas reposar allí. A partir de este momento, los guías controlan todo lo que pasa y el sanador se mantiene en una actitud más bien pasiva.

En mi caso, a medida que progresaba con el trabajo de curación del patrón etéreo, empecé a observar la realización de operaciones completas. Al principio me resultaba difícil de creer lo que veía, ya que aquellas operaciones parecían ser idénticas a cualquier intervención a nivel físico realizada por cirujanos en el quirófano de una clínica. Pensaba, naturalmente, que lo estaba proyectando todo.  Solicité la presencia de dos amigas muy clarividentes y realicé varias sesiones de curación para comprobar si nuestras experiencias guardaban relación. Así era.

Esto es lo que veía habitualmente: al dejar que mis manos descansaran pasivamente sobre el cuerpo del paciente, mis manos etéreas se separaban de las físicas y se hundían profundamente en su cuerpo. Luego, las manos de los guías que realizaban el trabajo en el patrón etéreo (a los que yo llamo cirujanos) se adelantaban a mis manos etéreas y realizaban, literalmente, una operación. Al hacerlo, el tamaño de mis manos etéreas se iba ampliando.

Para hacer una operación, los guías sujetaban unos tubos que atravesaban mis brazos, pasaban por mis manos y penetraban en el cuerpo del paciente. Al parecer, emplean el mismo equipo que un cirujano normal: bisturíes, torniquetes, tijeras, agujas, jeringuillas, etc. Cortan, arrancan cosas, extirpan, realizan trasplantes y cosen. En un momento determinado vi cómo una jeringuilla de gran tamaño descendía flotando por mi brazo hacia el interior del cuerpo de un paciente cuya médula espinal estaban rejuveneciendo y uniendo de nuevo mediante suturas. Miré a mi amiga y le pregunté:

«¿Has visto eso?». «Sí», me respondió ella, y empezó a describir la misma escena que yo estaba viendo. Desde aquella fecha hemos realizado juntas muchas curaciones, coincidiendo siempre en lo que vemos.

Todo este trabajo se hace en el quinto nivel del campo aural. Parece que esta capa existe en espacio negativo, como se ha descrito en el capítulo 7. A través de mi elevada percepción sensorial, el espacio negativo se me presenta como el negativo de una fotografía: todas las partes oscuras son luz, y todas las zonas claras aparecen oscuras. En espacio negativo, todas las áreas que esperamos ver vacías están llenas, y viceversa. En este nivel, todo lo que debería ser espacio vacío tiene un color azul cobalto oscuro, y todas las líneas aurales parecen ser espacios vacíos dentro de ese campo azul cobalto. Cuando se ha entrado en ese nivel de realidad, todo ello parece perfectamente normal. El quinto nivel es el patrón de toda forma que existe en el plano físico. Si se altera una forma en el campo aural, habrá que restablecerla en el quinto nivel del campo para que recupere su forma saludable en el plano físico. Toda la cirugía aural debe hacerse en la quinta capa del campo. Por tanto, la cirugía etérea es, en esencia, la tarea de crear un nuevo espacio negativo para que el campo etéreo del paciente crezca y sane.

En el transcurso de este tipo de operación, al que he denominado cirugía espiritual, el sanador no puede mover las manos bajo ninguna circunstancia. De hecho, las manos se encuentran paralizadas la mayor parte del tiempo, por lo que difícilmente se pueden mover. Siempre que lo he intentado me ha costado un gran esfuerzo. Se necesita muchísima paciencia para permanecer sentado sin más, en ocasiones durante 45 minutos. mientras los guías realizan su trabajo.

Una vez terminada la operación, los guías esterilizan la zona donde han trabajado y empiezan a cerrar la incisión lentamente. Las manos etéreas del sanador empiezan a aflorar poco a poco y se funden con sus manos físicas. También ahora se necesita paciencia (a mí me suele resultar aburrido). Por último, la mano que tengo situada en la parte inferior del cuerpo del paciente (por lo general mi mano derecha) se suelta y los guías me suelen dirigir para subirla por el cuerpo hasta llegar a la mano izquierda. A continuación, retiro la mano izquierda lentamente y, paso a paso, con delicados movimientos de la palma de los dedos, reconecto el área recién reestructurada del patrón etéreo con el patrón de la parte del cuerpo que la rodea. Para ello, muevo la mano muy despacio a través de los chakras. Las ruanos del sanador no se apartan del cuerpo hasta que la incisión está cerrada y se han reconectado los campos nuevos y viejos.

Volvamos a nuestra paciente, Mary. Durarte las fases finales de la quelación ha permanecido tumbada en la mesa de curación en estado sereno y relajado. Se ha salido un poco de su cuerpo y está descansando. El campo aural sigue utilizando la energía que ha recibido para curarse a sí mismo. Se puede empezar a trabajar en el patrón etéreo de su hernia de hiato. Al poner las manos en los chakras tercero y cuarto (figura 22-15), el sanador deja que desciendan flotando sus manos etéreas y va tomando una mayor conciencia del interior del cuerpo a través de la forma de acceso que le resulte más conveniente. Siente el cuerpo, lo oye o lo ve. Se encuentra en el espacio negativo, pero lo considera completamente normal. El campo energético que rodea su cuerpo se expande al aumentar la velocidad de sus vibraciones. Detecta una presencia por detrás; incluso, más de una. Suavemente, con mayor suavidad cada vez, los guías se deslizan a través de su campo aural. La sensación que producen es muy familiar, muy cómoda y, sobre todo, maravillosa. El sanador, usted, ha sido elevado a un estado de serenidad angelical. Se encuentra en paz con el universo. Permanece rendido a su propio poder creativo más eleva do mientras observa cómo las manos del guía se deslizan al interior del cuerpo del paciente a través de sus propias manos etéreas.

Observa cómo cosen la hernia en el diafragma. Al principio, usted se sentirá incrédulo, pero luego le parecerá todo tan natural gire se limitará a dejar que suceda. En cualquier caso, lo más importante es que el paciente se ponga bien. Debe confiar usted en una forma de conocimiento que supera sus autodefiniciones normales y estrechas y dejar que se produzca la curación. Los guías reparan el desgarro y reconectan el patrón recién estructurado con el resto del patrón de la quinta capa. Seguidamente sentirá que empiezan a retirar su energía. Al lector le sorprenderá la profundidad que alcanzaron sus manos etéreas en el campo del paciente. Cuando penetraba no se dio cuenta de hasta qué extremo lo hacía, pero ahora, a medida que el campo energético empieza a tirar hacia fuera, notará cómo salen. Puede que el paciente también lo advierta en este momento. A continuación, usted sentirá que va cobrando más control sobre su mano derecha. La conexión de esta mano con el aura del paciente se rompe y empieza usted a retirarla lentamente. Cuando la haya sacado por completo, flexione un poco los dedos para ejercitarla. Ahora hunda la mano derecha en el cuarto chakra y libere la izquierda, que debe retirarse suave y lentamente. Ya está listo para pasar al trabajo en la séptima capa, pero le daré, primero, unas cuantas indicaciones adicionales sobre la curación en el nivel del patrón etéreo.

Durante la cirugía del patrón etéreo los guías controlan las frecuencias de color, la dirección del flujo y la localización del trabajo. Cuanto más confíe en ellos y les siga, más capaces serán de hacerlo.  En ocasiones le instruyen sobre los procedimientos quirúrgicos «normales>: y le enseñan además a mantener las manos y brazos sobre el cuerpo, muy quietos, pidiéndole que se eleve a vibraciones más altas y que permita el paso de la poderosa fuerza de la lavanda y, a veces, la de la plata. En estas circunstancias no debe moverse, ya que el flujo es muy fuerte, y si lo hace, no sólo alterará el campo de su paciente sino también el suyo. Una vez que haya vertido la suficiente energía como para romper la configuración, los guías invertirán el flujo energético y reabsorberán la energía expulsada. Este es un nivel de curación más elevado, en el que probablemente se emplean energías del sexto nivel. En este nivel se retiran del campo ciertas formas específicas del patrón etéreo, como las formas físicas de virus y bacterias o, en su caso, los objetos blancos semejantes a semillas que se encuentran en la sangre de un enfermo leucémico, de manera que no puedan autor regenerarse en el cuerpo.

De vez en citando, tan pequeño grupo de amigos que hemos desarrollado la elevada percepción sensorial nos reunimos para apoyarnos mutuamente en relación con nuestras vidas personales y para tratar todas las cuestiones que surgen en ellas por nuestra condición de clarividentes, clari oyentes y clari sensitivos. También nos curamos unos a otros (cada tino es el paciente en cada caso). Este trabajo resulta muy fructífero, ya que no sólo permite que los sanadores vean lo que sucede, sino también que lo vea el paciente. Ello me ha permitido confirmar muchas de mis percepciones y me ayuda a crear un marco definido con el que describir estas experiencias. Estamos aprendiendo a observar cada capa del aura, a valorar la impresión que nos causa esa experiencia y a considerar los nuevos procedimientos de curación que pueden obtenerse de la información que recibimos.

5.   Curación del patrón cetérico o reestructuración de la trama aural dorada (séptima capa del campo aural)

Muchas veces cuando el campo aural se encuentra desfigurado en el quinto nivel, también lo está en el séptimo. Por tanto, es necesario reestructurar el patrón cetérico. Esto se suele hacer antes de que el sanador se concentre en la curación del sexto nivel, aunque, a estas alturas, la curación de algunas frecuencias del sexto nivel se ha producido ya automáticamente. El trabajo del séptimo nivel se diferencia mucho del que se realiza en el quinto, en que el sanador despliega gran actividad. En el quinto nivel, su tarea principal consiste en rendirse y seguir la operación. En este nivel el sanador debe ser muy activo, respirando y moviendo los dedos y las manos, y permaneciendo al tiempo muy sensibilizado y centrado en un nivel de elevada frecuencia. Para alcanzar el séptimo nivel es necesario centrar muchísimo la mente y controlar la respiración. En él, la luz dorada es muy fuerte y flexible.  Muchas veces parece estar configurada por diminutos hilos de oro extraordinariamente fuertes.

Los guías del paciente acuden siempre a las curaciones v aportan su ayuda. Si está atento, el lector podrá verlos entrar en la sala de curaciones junto con el paciente. En esta fase de la curación suelen extraer al enfermo de su cuerpo y lo cuidan de manera que pueda relajarse profundamente a fin de permitir el trabajo en el patrón. Por lo general, el paciente tiene la sensación de flotar en un estado de paz. Lo normal es que no tenga conciencia del profundo traslado que ha experimentado hacia un estado de conciencia alterada hasta que, al término de la curación, se incorpora o trata de ponerse en pie.

El trabajo en el patrón cetérico, que reestructura la séptima capa con luz dorada, se compone de dos partes principales: limpieza y reestructuración de la trama de los órganos, músculos, nervios u otras partes del cuerpo, y limpieza y reestructuración de los chakras. Las manos del guía trabajan directamente a través de las del sanador de forma superpuesta. Los guías descienden sobre sus hombros y penetrara en sus brazos y manos. De los dedos del sanador surgen diminutos hilos dorados que se mueven a gran velocidad cuando son guiados. Estos hilos dorados se desplazan con una rapidez mucho mayor que los intrincados movimientos de los dedos del sanador. Para reestructurar la trama cetérica de un órgano, los guías suelen retirar del cuerpo la estructura en trama de dicho órgano. Esto sólo se puede hacer si la conciencia del paciente lo permite. Me refiero a la conciencia profunda, no al conocimiento consciente. En este momento, el paciente se encuentra en un estado alterado, comunicándose con sus guías, a los que quizá recuerde, o no, cuando regrese al cuerpo.

  1. Reestructuración del patrón cetérico

Las manos del sanador se mueven con tremenda fuerza de luz y con una fuerte explosión de energía para retirar el campo cetérico del órgano. El órgano queda flotando por encima del cuerpo, donde se limpia y reestructura con movimientos más rápidos de los dedos, que van trenzando la trama etérea dorada sobre el patrón dorado con hilos de oro blanquecino. Antes de devolver el órgano a su lugar se limpia y esteriliza cota luz el espacio interior del cuerpo. Una vez completada esta tarea, el órgano se desliza con facilidad de vuelta al cuerpo. Parece como si fuera absorbido. Entonces se cose en su posición y se llena de luz azul para cargarlo de energía. A continuación, se suele rellenar el área con una luz blanca algodonosa, tranquilizante, que actúa como anestésico interno. Luego se cubre toda el área con un vendaje protector de energía dorada.

Manos que curan 22-15

Figura 22-15: Curación del patrón etéreo: cirugía espiritual

Hernia de hiato

En las figuras 22-16 y 22-17 se muestran ejemplos de este tipo de curación. Cierto día me llamó por teléfono una cliente que tenía un bulto de mama. Sus médicos no pudieron decirle si se trataba de una infección o de un tumor. Habían intentado drenarlo, pero no fue posible, así que decidieron intervenir quirúrgicamente. Mientras hablaba por teléfono con ella, recibí inmediatamente la imagen mental de un bulto rojo oscuro en su mama izquierda y manchas grises oscuras que se extendían hasta su sobaco, donde deberían estar los nódulos linfáticos. Para comprobar lo que «veía» le pregunté si el bulto lo tenía en el seno izquierdo, ligeramente por debajo y a la izquierda del pezón. Cuando me lo confirmó, le dije que estaba plenamente convencida de que no era cáncer, sino algún tipo de infección, como una mastitis. Esto se lo pude decir gracias al color rojo oscuro, indicativo de infección. Además, mis guías me dijeron que era algún tipo de mastitis. Sin embargo, también vi que los nódulos linfáticos axilares tenían un color gris muy oscuro, lo cual me causó inquietud. Le dije que su principal problema no era el bulto de la mama, sino los nódulos linfáticos atascados, y que tenía que someterse a una limpieza del cuerpo y de este sistema en particular. Unos cuantos días más tarde, cuando le hicieron la operación, los cirujanos le extirparon las glándulas mamarias infectadas y le diagnosticaron infección mastítica causada por obturación de los nódulos linfáticos.

Cuando vino a mi consulta, unos tres días después de la operación, para someterse a una sesión de curación, su sistema se hallaba muy atascado. Padecía una obturación masiva del sistema linfático en todo el cuerpo, que se mostraba en forma de áreas de color verde oscuro a ambos lados del esternón y a la izquierda del abdomen. Todo su campo estaba ligeramente grisáceo. La zona roja del seno izquierdo se había despejado casi por completo y sólo quedaba una cicatriz que aparecía como una raya roja brillante en el aura, con una tonalidad rojiza más desvaída alrededor, secuela de la operación. Después de hacer una quelación normal y el trabajo de limpieza en los cuerpos inferiores, los guías retiraron su sistema linfático completo y lo limpiaron antes de colocarlo de nuevo en la forma descrita más arriba (figura 22-16). Recargaron todo su torso y lo protegieron primero con luz azul y luego con luz dorada, dejando el sistema linfático (en la séptima capa) Con un aspecto muy transparente y brillante. La raya roja desapareció. En la figura 22-16 aparecen los guías trabajando a través del sanador para limpiar el sistema linfático; los guías de la paciente se encuentran a la cabeza de ésta, sosteniendo su cuerpo mientras se realiza el trabajo en el patrón.

  • Reestructuración del chakra del patrón cetérico

Una secuencia similar se produce en la estructuración de los chakras, salvo que nunca se procede a retirar éstos. Las formas en que se pueden lesionar los chakras son diversas. Puede producirse un desgarro abierto o dañarse la pantalla que los cubre; a veces, un torbellino aparece atascado y con menor velocidad giratoria; es posible que el vértice del chakra no esté correctamente asentado en el área del corazón o la raíz del chakra, o que el torbellino se despegue o quede colgante como un muelle estirado. Quizá el chakra completo haya desaparecido casi por completo, o puede estar afectado en una pequeña parte. Por ejemplo, en el caso de Mary con su hernia de hiato, uno de los torbellinos pequeños del plexo solar tenía el aspecto típico de un muelle aflojado. Para curarlo, es necesario empujarlo y coserlo, reestructurar la pantalla protectora y dotarla de una cubierta de protección para dejar que sane durante cierto tiempo.  Todo ello se hace con ayuda de los guías, que dirigen el movimiento automático de las manos del sanador, y con la luz curativa.

Volvamos a la paciente, Mary, que se ha elevado al exterior de su cuerpo, en estado alterado, y se encuentra al cuidado de sus maestros espirituales. Ahora que ha terminado usted la curación en el quinto nivel y puede percibir el desgarrón en la séptima capa, sabe que ha llegado el momento de elevar su conciencia hasta el séptimo nivel para seguir trabajando. Empiece por acelerar el ritmo de su respiración frontal nasal. A medida que crece, centre su mente al máximo posible en elevar su conciencia. No se preocupe de la hiperventilación; utilizará en la curación toda la energía que acumule.  Al elevarse a la séptima capa, usted empezará a experimentar la Mente Divina, donde todo se entiende a la perfección. Pronto empezará a salir luz dorada de sus manos, conforme los guías vuelvan a conectarse a través de su séptima capa (figura 22-17). Sus manos se desplazarán casi involuntariamente por encima del tercer chakra de Mary. Empezará a ver hilos de luz dorada que cosen el pequeño torbellino del chakra.  Sus dedos se mueven con la máxima rapidez, pero la velocidad de los hilos dorados es miles de veces más rápida. La luz dorada obliga al torbellino deformado a recuperar su posición normal. No puede dar crédito a la cantidad de energía que fluye a través de usted.  Se pregunta si su cuerpo podrá tolerarla. Sigue respirando mientras se reestructura la coraza protectora. Puede que se pregunte si Mary se da cuenta de todo esto y desea saber lo que está sucediendo. Pero usted no puede hablar. Tiene demasiado que hacer y debe mantener todo su ser concentrado. Por fin, el trabajo se acaba y el chakra vuelve a ser normal. Su respiración pierde velocidad. Se alegra de que todo haya terminado.  Quizá le duela la mano, pero se siente maravillosamente.

Con mucha rapidez, realice urca ligera quelación a través de los chakras superiores y sitúese a la cabeza de la mesa de masaje. Ponga las manos a cada lado de la cabeza de Mary y haga pasar energía suavemente a sus sienes para equilibrar cualquier posible desequilibrio derecha/ izquierda.  Ahora que están reestructuradas las capas quinta y séptima y pueden retener la forma aura], es el momento de recargarla en el sexto nivel, poniendo en ello amor celestial.

6.  Curación del nivel celestial (sexta capa del campo aural)

Para curar en la sexta capa del campo aural tiene que trabajar principalmente a través de los chakras de su corazón, el tercer ojo y la corona. Ponga las manos en forma de taza sobre el tercer ojo del paciente con los dedos juntos, menos los pulgares, que deberá cruzar; eleve sus vibraciones para alcanzar la luz y deje entonces que fluya por y frente a usted para penetrar en el centro del área cerebral de su paciente (figura 22-18). Alcance físicamente la realidad espiritual más elevada que conozca conectando primero a través del corazón con el amor universal y elevándose luego con esa conciencia para llegar a la luz. Es muy importante que proceda a través del corazón y que espere hasta haber alcanzado el estado de amor universal antes de pasar a través de la corona; de lo contrario, la curación será demasiado mental. Esta curación debe ir acompañada por un profundo amor hacia cada partícula del ser de su paciente, Mary. Estar conectado con la conciencia mesiánica o el amor universal implica mantener a alguien en el corazón y penetrar en un estado de aceptación total y de voluntad positiva hacia el bienestar y la existencia continuada de dicha persona. Es una celebración de su existencia en el amor. Esto significa que debe penetrar en este estado del ser, no imaginarlo simplemente.  Manteniéndose en dicho estado, trate de alcanzar la luz y la realidad espiritual más elevada y amplia que pueda experimentar.

Utilice tanto los principios activos como los receptivos para elevar sus vibraciones. En primer lugar, es- fuércese únicamente en aumentar su frecuencia. Esto se logra mediante la respiración, el enfoque meditativo y la elevación hacia la luz con los ojos de la mente.  Su sensación subjetiva es como si buscara la luz. y la alcanzara. Mientras asciende, se siente más ligero y menos unido a su cuerpo. Da la sensación de que parte de su conciencia sube literalmente por la espina dorsal y se estira desde su cuerpo al interior de la luz blanca. Sus sentimientos se hacen cada vez más placenteros al penetrar en ella. Siente que crece la seguridad universal y el amor que le rodea y se infunde en usted. Su mente se expande y puede entender conceptos más amplios que no comprendería en estado normal.  Es posible que acepte una realidad superior, y los guías tienen mayor facilidad para obtener conceptos a través de usted, ya que no siente tantos prejuicios sobre la naturaleza del mundo, es decir, que ha desterrado algunos bloques de su cerebro. Cada paso más alto hacia la luz le libera más. A medida que practique, a través de los años, podrá canalizar energías y conceptos cada vez más elevados.

Ahora, después de haber alcanzado cierto grado de exaltación, deje de esforzarse y permita que la luz blanca infunda su campo aural, que ha sido elevado a una vibración que armoniza con la luz blanca. La luz fluirá hacia abajo, a través de su campo, hasta el interior del campo del paciente.

Una vez que la luz haya fluido al interior del área cerebral central del paciente y se eleven las vibraciones del área a esa frecuencia, pase al siguiente nivel de vibración. Cuando el paciente haya alcanzado ese nuevo nivel, pase al siguiente; de esta forma, paso a paso, el área central del cerebro del paciente se iluminará. Su aura se llena de luz blanca dorada infundida de colores opalescentes.  En ocasiones, el enfermo ve imágenes espirituales durante esta fase de la curación, o «se queda dormido». (Para mí, esto sólo significa que, cuando vuelve al estado normal de realidad, todavía no tiene capacidad para retener la memoria de esa experiencia. La tendrá algún día, y este proceso le ayuda a desarrollarla.)

Esta forma de canalizar es muy fuerte, por lo que debe sacudir ligeramente las manos para romper la conexión con el sexto chakra antes de proceder al paso siguiente del proceso de curación. Una vez que he iluminado la zona del tálamo del cerebro y he llenado el aura de luz blanca, lo que suelo hacer, si hay tiempo para ello, es trabajar directamente en los niveles exteriores del aura.  Para ello, peino los rayos de luz del cuerpo celestial con las palmas de las manos hacia arriba, trazando surcos con los dedos. Es un movimiento similar al de pasarse los dedos por el cabello tirando de ellos. Se empieza con las manos cerca de la piel y se van desplazando hacia fuera, perpendicular al cuerpo, mientras se levanta el aura. Esto da al paciente una sensación de ligereza y mejora el cuerpo celestial al añadirle luz y ensancharlo. Si tiene tiempo, haga la prueba. A Mary le encantará.

7.  Sellado en el nivel del patrón cetérico

Una vez que se ha iluminado y ampliado el nivel celestial, paso a la forma ovoide cetérica que parece proteger el aura. Aliso, enderezo y refuerzo esta forma moviendo las manos sobre su borde externo. Puede que sea demasiado estrecha alrededor de los pies, excesivamente ancha en algunos puntos y tener bultos o bandas restrictivas.  (Algunas de estas bandas guardan relación con vidas pasadas; a ellas me referiré en el capítulo 24.)  La forma ovoide puede ser delgada en algunos lugares e incluso tener roturas o agujeros. Es necesario reparar estas roturas, y la forma completa debe recuperar su forma ovoide con un cascarón liso y firme. Esto lo hago mediante una sencilla manipulación. Si aparece un bulto, lo aliso; si necesita luz, hago pasar la energía a su interior hasta que se ilumina.  Si lo que necesita es refuerzo, hago que le llegue energía fortalecedora.  Desplazar y manipular los niveles exteriores del aura es muy fácil, por lo que esta parte de la sesión de curación lleva muy poco tiempo.

Manos que curan 22-16

Figura 22-16: Curación del patrón cetérico del sistema linfático

Manos que curan 22-17

Figura 22-17: Curación del patrón cetérico: cirugía espiritual

Para completar la curación en el séptimo nivel del aura, me inclino sobre la cabeza del paciente y uno las manos, que se encuentran a unos 75 centímetros por encima de la cabeza, en la coraza ovoide del aura. Entonces describo un amplio movimiento de barrido alrededor de todo el cuerpo del paciente. Desplazo la mano izquierda en esa dirección, y la derecha por la derecha del cuerpo. La energía fluye de mis manos formando un arco desde la zona superior de la cabeza hasta por debajo de los pies del enfermo, mejorando el séptimo nivel del aura en su totalidad. A medida que muevo las manos para circunscribir un círculo de luz dorada alrededor del tórax del paciente, todo el nivel de cascarón del aura se va reforzando.

Para reforzar la séptima capa de Mary y aportarle una coraza protectora a fin de permitir que la curación siga su curso en el aura, eleve las manos sobre el cuerpo de la joven. Usted sigue sentado en el lado de su cabecera, como se ve en la figura 22-19. La altura de la séptima capa varía entre 75 y 90 centímetros sobre el cuerpo. Si no puede verla, palpe sensitivamente con las manos el espacio situado por encima de Mary. Notará una presión muy sutil al desplazarse a la séptima capa.  Sostenga las manos con los pulgares juntos y las palmas hacia abajo en el borde exterior del campo aural de Mary. Para mantener el nivel de energía y su conciencia en la séptima capa, necesitará usted recurrir a la respiración frotada. Haga que surja de sus manos una luz dorada para crear un arco en la séptima capa de Mary, desde la cabeza hasta los pies.  Mantenga firme el arco y ensánchelo separando las manos para rodear el cuerpo. La mano derecha se mueve hacia la derecha y la izquierda traza un arco hacia la izquierda. Complete el círculo de manera que trace una forma ovoide completa alrededor de Mary.

Una vez terminada esta operación, suelo romper la conexión entre mi campo y el del paciente con una suave agitación brusca de las manos, y me desplazo entonces al lado derecho del paciente. Entonces vuelvo a conectar con la séptima capa desde el exterior.  (Antes, cuando hacía curaciones estaba conectada dentro del sistema energético. Ahora me he liberado y ya no formo parte de ese flujo.)  Al colocar mis manos suavemente en la parte exterior del cascarón de la séptima capa rindo silencioso homenaje a mi paciente y le devuelvo su curación. Mi homenaje va dirigido a quien es, a su poder para crear salud y equilibrar su vida, y a mi pequeña participación en recordarle quién es.  Luego rompo de nuevo el contacto con el campo, me siento y regreso a un estado normal, despierto, de conciencia.

(Cuando entro en la curación de la séptima capa también me encuentro en un estado de conciencia alterada muy elevado.) Me vierto de nuevo a mi propio cuerpo, algo así como si me pusiera un guante. Me concentro en estar dentro de cada parte de mi cuerpo. Hago homenaje a mi encarnación, a quien soy y a lo que he venido a hacer. Permito que cualquier energía curativa que pueda necesitar penetre en este momento a través de mi cuerpo.

Manos que curan 22-18

Figura 22-18: Curación a nivel celestial (sexta capa)

Este último procedimiento ayuda al sanador a desprenderse de su paciente, de manera que no tenga que «llevarlo» consigo toda la semana. Es bueno honrar al yo de este modo a fin de que se pueda integrar el trabajo de curación en la vida personal del sanador. Esto no siempre sucede automáticamente, pues durante gran parte del tiempo empleado en la sesión de curación el sanador se encuentra en un estado de conciencia alterado. En ocasiones siento como esa encantadora persona que está haciendo un trabajo tan bueno no fuera yo: he comprobado que la mayoría de los sanadores que conozco han tenido una vida difícil y necesitan honrarse a sí mismos por ello, en lugar de auto juzgarse por sus experiencias. Creo que todo esto forma parte del aprendizaje del amor y la simpatía.

Repita ahora lo que antecede con nuestra paciente, Mary. Desplácese a su derecha y establezca un ligero contacto con su séptima capa desde el exterior. Ríndale homenaje y devuélvale la curación. Siéntese en algún lugar de la consulta, alejado de Mary. Vuelva a su propio cuerpo. Hónrese a sí mismo y a su propósito.

Por lo general, el paciente necesita descansar un rato después de la sesión de curación, y probablemente estará mareado durante algún tiempo. Es un buen momento para hacer un breve registro de la curación para que sirva de referencia en el futuro. Si ha trabajado en el nivel del patrón etéreo, le ordeno tajantemente que no haga ningún ejercicio físico y descanse y coma bien durante tres días, por lo menos.

Tras un breve descanso, pida a Mary que se siente al borde la mesa unos minutos, antes de levantarse, de lo contrario se podría marear. Ella sentirá curiosidad por lo que ha hecho usted. En este momento es importante no volver demasiado a la mente lineal, ya que eso la arrancaría de su estado de conciencia alterado. Explíquele brevemente lo que ha hecho, lo suficiente para satisfacer su curiosidad, pero sin alterar su estado de relajación.

Durante la curación, probablemente tomará usted conciencia de cualquier trabajo posterior que necesite Mary. Si tal es el caso, coméntelo con ella y recomiéndele, si lo considera necesario, que vuelva la semana próxima.

Acaba de completar una curación total. Se siente usted maravillosamente. Ofrezca a Mary un vaso lleno de agua mineral, y bébase usted otro. La figura 22-20 muestra el aura de su paciente Mary después de la curación. Compárela con el aura anterior a la curación, que se muestra en la figura 22-4.

Este es el esbozo de una curación básica del espectro total. Durante la primera parte de la curación, en la quelación y la limpieza previa al trabajo sobre el patrón, puedo haber canalizado información verbal procedente de los guías del paciente que han asistido a la sesión. Las preguntas que pueda hacer al paciente serán respondidas por los guías. Sin embargo, tan pronto como se inicia el trabajo en el patrón, soy incapaz de hacer ambas cosas a un tiempo. Parece, simplemente, que el trabajo en el patrón energético, para el cual se requiere una elevada concentración, absorbe la mayor parte de mi «capacidad cerebral». El paciente también se beneficia al pasar al estado de profunda relajación en este momento, y al hablar hace salir a los guías.

Yo recibo continuamente nueva formación de mis guías. Tan pronto como asimilo un nivel, me trasladan al inmediatamente superior. En ocasiones, un nuevo grupo de sanadores espirituales acude al trabajo a través de mí.

Manos que curan 22-19

Figura 22-19: Sellado del nivel del patrón cetérico del aura para completar la curación

  • Curación en los niveles económicos del aura (octava y novena capas del campo aural)

He empezado recientemente a ver dos niveles de campo aural por encima del patrón dorado. Parecen ser de naturaleza cristalina y estar dotados de vibraciones muy finas y elevadas. Todo lo que hay desde el séptimo hacia abajo e, en cierto sentido. un vehículo que nos guía y apoya a lo largo de esta vida. Esto incluye las bandas de la vida anterior en el cetérico, ya que representan las lecciones kármicas que hemos encarnado para aprender en esta vida.

La octava y novena capas del nivel cósmico, sin embargo, van un paso más allá.  Se relacionan con quienes somos más allá de esta vida. Somos almas que se reencarnan una vida tras otra, progresando lentamente en nuestro camino revolucionario que nos aproxima cada vez más a Dios.

En las siete capas inferiores de nuestro campo energético se encuentran almacenadas todas las experiencias que hemos tenido en esta vida, así como los planos impresos de las posibles experiencias que programamos cuando planificamos nuestra vida actual. Creamos constantemente, además, nuevas

experiencias. Puesto que gozamos de libre albedrío, no siempre elegimos tener estas experiencias.  El libre albedrío lo tienen también otras personas, de ahí que la posibilidad de experimentar sea un asunto complejo. Dicho de otro modo, las experiencias posibles superan con mucho a las que tenemos realmente. Todas estas experiencias posibles o realidades probables se hallan acumuladas en nuestro campo energético. Han sido proyectadas para enseñar determinadas lecciones a nuestra alma, lecciones que hemos decidido aprender.

En ocasiones, estas posibles experiencias dejan de tener relevancia para el crecimiento del alma y es necesario retirarlas del aura. Esto se hace desde los ocho niveles del aura. Es como si el sanador se auto proyectara más allá de las dimensiones de esta vida, llegara entonces a las siete capas inferiores y, sencillamente, retirara la experiencia posible de lo que yo denomino coraza del octavo nivel.

  1. La coraza del octavo nivel

La coraza del octavo nivel se utiliza para desterrar un trauma de esta vida o bien bloquea gravemente el desarrollo de una persona o simplemente no se necesita ya. Es decir, no sirve ya a la finalidad de enseñar cualquier lección que el alma del individuo haya decidido aprender.

Es la conciencia superior, no el nivel de personalidad del individuo, la que decide cuándo es apropiada la coraza del octavo nivel. Durante la mayor parte del tiempo el paciente no tendrá conciencia de ello en absoluto; no obstante, es posible que pida una coraza de este tipo si ha oído hablar de su poderoso efecto, pero esta petición no suele dar resultado. La coraza será otorgada al sanador por sus guías únicamente cuando éstos lo consideren apropiado.  Elevar un trauma prolongado extrayéndolo del campo de una persona puede resultar aterrador. En ocasiones se necesita una coraza para proteger al individuo de la mayor libertad que experimenta cuando se extrae de su cuerpo un trauma prolongado. El proceso consiste, básicamente, en que el sanador sitúa la coraza dentro del aura del paciente, extrayendo o, en realidad, persuadiendo al antiguo trauma para que salga, rellenando el hueco dejado por éste con la luz rosada del amor incondicional y sellándolo luego. Con ello, el paciente dispone de tiempo para curarse y acostumbrarse al abandono del peso que le abrumó durante años. (No es tan fácil como el lector se pueda imaginar; la libertad asusta.) Llegado el momento, cuando la persona desarrolla una experiencia positiva para mantenerse en su posición, la coraza se disuelve.

La secuencia para establecer una coraza es bastante complicada, y usualmente se produce después de haberse realizado la limpieza general y de haberse trabajado en el patrón. La decisión al respecto no es adoptada por el sanador en ningún caso; son los guías quienes la sugieren. 1-a coraza parece ser una

«pieza» plana de luz azul de calidad muy impermeable y persistente. Encaja a lo largo del borde inferior del chakra, justo por encima del trauma, y se asienta en la raíz del chakra. La mano izquierda practica una abertura para colocar la coraza. Su campo energético penetra profundamente en el cuerpo hasta la raíz de chakra, mientras desplaza lentamente su mano derecha hasta situarla en posición. Este movimiento es supervisado por los guías. La coraza sobresale del borde inferior del chakra y se extiende -hacia abajo, sobre el área traumatizada, formando un pequeño ángulo con el cuerpo. Su extremo inferior está abierto para facilitar una salida al trauma.

La mano izquierda sujeta la coraza y no se puede mover mientras dura el proceso de acorazado y salida del trauma, ya que separa la parte anatómica superior del cuerpo aural de aquélla en la que se está trabajando y sirve de entrada para los guías que mantienen esa parte del campo separada del área donde se localiza el trauma. Al mismo tiempo, los guías personales del paciente suelen sacar a éste de su cuerpo para protegerle y enseñarle.

Una vez colocada la coraza, el sanador extiende su mano derecha por debajo de ella y empieza a comunicarse con la conciencia energética del trauma a fin de persuadirla para que salga, recordándole su conexión con Dios. Este método de curación desde un nivel elevado es muy distinto del procedimiento consistente en retirar los bloques del campo en los niveles inferiores. Al conectar directamente con la conciencia energética del trauma que está listo para salir, el sanador abre un camino a través de la coraza. El trauma sale por su propia voluntad. Cualquier fuerza que se haga para obligarlo, por pequeña que sea, alterará el proceso y obligará al sanador a empezar de nuevo. Este método permite que salga el trauma completo. Muchas veces, cuando se practica la curación desde las capas aurales inferiores, los bloques del campo constituyen señales energéticas del trauma, en lugar de ser la energía total de éste. En cierto sentido, en los niveles de curación más elevados se trata al trauma como si tuviera una esencia propia, ya que es una parte integrante de la conciencia energética.  Cuando el trauma sale, todos sus efectos lo hacen con él, y el paciente ya no tiene que luchar más para contrarrestarlo. La coraza facilita la integración del cambio que se ha producido en la vida del paciente e impide cualquier alteración en ésta, cosa que sucedería si el paciente no contara con dicha coraza. Al salir del trauma, los guías lo recogen amorosamente y lo llenan de luz. Una vez que ha salido todo el trauma, se cauteriza el área con luz dorada o blanca y el hueco que ha dejado se llena con la luz rosada del amor incondicional. Seguidamente se reconecta el nuevo campo rosa con el campo que lo rodea, situado aún debajo de la coraza. A continuación, el área de salida de la base de la coraza se cubre con un sello dorado, que se deja colocado. El sanador desconecta su mano izquierda de la coraza, que deja colocada. Lentamente, hunde la energía de su mano derecha en el interior del lugar donde está apoyada su mano izquierda. De este modo se libera la mano izquierda, que emplea entonces para integrar la nueva área, reestructurada y acorazada, con el resto del campo aural del paciente. El sanador mueve lentamente la mano derecha a través de la parte superior del cuerpo aural reconectando los campos.

Después de haber colocado la coraza, el sanador apuntala la corriente de fuerza vertical principal del aura haciendo pasar luz dorada palpitante a través de la misma. El paciente regresa lentamente a su cuerpo. Es posible que la curación concluya en este punto. El sanador puede pasar a la curación del sexto nivel para serenar en mayor medida al paciente, o simplemente darla por concluida con el séptimo.

El mayor reto con el que me he encontrado en este tipo de trabajo ha sido aprender a permanecer sentada y persuadir al trauma para que salga. Es una operación muy distinta de la de vaciar, extraer o soltar las altas vibraciones. Es difícil elevarse por encima de la séptima capa y permanecer allí en un estado de completa paz y de alineación con la voluntad de Dios. Uno tiene que controlar la respiración con inspiraciones y espiraciones lentas y prolongadas y mantener la mente centrada en el sometimiento a la voluntad de Dios. La chispa Divina existe dentro de cada célula del ser de una persona y obedece inexorablemente a la voluntad de Dios. El sanador debe situarse dentro de la chispa divina. Dicho de otro modo, tengo que situarme junto al trauma, establecer contacto con esa conciencia energética mientras me encuentro en estado de alineación con la voluntad de Dios y limitarme a recordar a cada célula del trauma y a cada célula del cuerpo que llevan consigo la chispa de Dios. Les recuerdo que son Dios, luz y sabiduría, y que, por tanto, fluyen inexorablemente con la voluntad universal y son uno con ella. No es cosa fácil de hacer. Al principio, yo tengo tendencia a tirar. Si lo hiciera, ello significaría que mi voluntad ha interferido, lo que quiere decir que he descendido a un nivel más bajo. Mis guías serían expulsados de mi cuerpo y todo él se estremecería. Abandonarían mi cuerpo como señal, o bien tolerarían mi vibración de «voluntad» de bajo nivel. Entonces tendríamos que empezar de nuevo desde el principio.

Se necesita una coraza del octavo nivel cuando el paciente es incapaz de soportar el haberse liberado de un trauma de toda la vida durante la sesión de curación; por lo general, el paciente tiende a llenar el vacío con otra experiencia negativa. Me quedé pasmada cierto día que fui testigo de algo semejante.

Después de terminar una sesión de curación, cuando el paciente se estaba poniendo los zapatos, repentinamente todo el campo dorado reestructurado se desplomó ante mis ojos.  Llena de sorpresa pensé: «¿Cómo lo has hecho tan rápido?». Deseaba hacerle regresar a la mesa, pero me di cuenta de que no era correcto hacerlo y que se había introducido algún otro elemento. Más adelante, Emmanuel, un maestro espiritual canalizado a través de mi amiga Pat (Rodegast) De Vitalis, dijo que el paciente sabía entonces que, en realidad, no podía aceptar lo que había deseado, que no estaba preparado para afrontar determinados aspectos de su vida relacionados con la curación.  Eso significaría tener que afrontar cuestiones que le resultaban muy dolorosas, algo que simplemente no quería hacer.

Fue poco después de esta experiencia cuando aprendí a colocar la coraza. Me di cuenta, además, de que no podía ofrecerme a dar otra sesión de curación a esa persona, pues eso la obligaría a afrontar su decisión negativa, lo que, posiblemente, empeoraría las cosas. Lo único que podía hacer es esperar a que viniera a la consulta por sí misma, cuando hubiera decidido afrontar esos asuntos externos en su vida. El paciente quizá decidiría entonces someterse a la sesión de curación y podríamos colocarle la coraza para protegerle contra la desaparición de la carga mientras se cura interiormente.  Después, la coraza se disolvería y el sujeto podría ser capaz, poco a poco, de experimentar su mayor libertad.

En la figura 22-21 se ofrece un interesante ejemplo de la curación con coraza. La paciente, a la que llama- re Betty, se dedicaba a los negocios. Su madre murió cuando ella contaba tres años. Cuando empezó conmigo las sesiones de terapia, varios años más tarde, no tenía la menor idea del aspecto que tenía su madre natural y ni siquiera recordaba haber visto una fotografía suya. A lo largo de la terapia fue capaz de obtener imágenes de su madre y empezó a reconectarse y a relacionarse con ella. El hecho de que su madre natural se convirtiera en una realidad para ella la ayudó a desarrollar su autoestima.  No había llegado a aceptar a su madrastra, pero este proceso la ayudó a mejorar sus relaciones con ella. Había sufrido siempre fuertes dolores en el tórax causado por la muerte de su madre natural.

Un día, después de varios años de terapia, me preguntó por qué no la sometía nunca a una sesión de vu- ración. Le contesté que no lo necesitaba porque tenía muy buena salud. Sin embargo, en ese momento, los guías me recordaron el uso de la «nueva coraza cuya colocación acababa de aprender». La siguiente sesión fue de curación; después de pasar por los procedimientos normales de quelación y limpieza y de comprobar el nivel de su patrón, que no requería trabajo, los guías le colocaron la coraza y retiraron el trauma de la pérdida de su madre, que tuvo lugar en su infancia. Me conmovió mucho ver aparecer a su madre en forma espiritual sostenida por sus propios guías. Lo que vi fue que la sustancia de la conciencia energética del trauma no era recibida e iluminada por un equipo de guías, sino que era recibida amorosamente por su madre (véase la figura 22-21). Entretanto, los guías de mi paciente la habían extraído de su cuerpo para darle protección y enseñanza. En el siguiente paso del proceso de colocación de la coraza, los guías llenaron con la luz rosada del amor el hueco que había dejado el trauma. Entonces prosiguió la curación con el sellado de la parte inferior de la coraza, aplicado con luz dorada, como se ve en la figura 22-22. Seguidamente reconectamos el área acorazada con las mitades superior e inferior del campo aural. Cuando terminamos, el trauma retenido por la madre se había tornado luz blanca.

  • Curación en el noveno nivel del aura

Sé muy poco sobre este procedimiento. Cuando observo a los guías trabajando desde este nivel me da la sensación de que se limitan a retirar un lado completo de los cuerpos energéticos del paciente (con todos sus campos) y colocar un grupo nuevo. Todo ello aparece ante mi vista como luz cristalina.  Este procedimiento tiene el efecto de curar al paciente con mucha rapidez. Supongo que ello tiene que ver simplemente con que el sujeto se reencarna en el mismo cuerpo sin necesidad de pasar por las experiencias del nacimiento/infancia para establecer las tareas de la vida. He sido testigo de ello varias veces.

Equipos de guías

A veces me da la impresión de que distintos equipos de guías trabajan en los diferentes niveles; otras veces parece que son los mismos guías los que trabajan en cada nivel. Los que actúan en el nivel astral se ocupan principalmente de asuntos relacionados con el corazón y el amor. Son muy reconfortantes, amorosos y cariñosos, hablan en tono poético y nos enseñan a amarnos a nosotros mismos, con todas nuestras faltas, etc. Los guías que realizan el trabajo en los niveles de los patrones cetérico y etéreo me parecen muy serios y bastante activos, «deseosos de poner manos a la obra». Se ocupan de perfeccionar el patrón y se limitan a curar de manera eficiente. No parecen tener demasiados sentimientos, aunque al mismo tiempo son muy proclives a prestar su apoyo y aceptación.  Muestran una actitud más autoritaria. Los guías de la coraza del octavo nivel dan sensación de ser muy acogedores y de tener una infinita paciencia en cuestiones de amor.  Me cuesta mucho percibir a los guías del noveno nivel, pero parecen ser un tanto impersonales.

PROGRAMA DE LA SESIÓN DE CURACIÓN

Como ayuda para el nuevo sanador, describiré una vez más el programa de la sesión de curación, aunque en forma mucho más breve. A ello seguirá un análisis de la sesión de curación que servirá de ayuda al lector para saber cuándo necesita practicar y cuándo es preciso que realice su propio trabajo de crecimiento.

  1. Antes de que, entre el paciente, póngase en alineación con la luz. Abra sus chakras con los métodos que ha aprendido en la sección titulada «Canalización para la curación».
  2. Escuche las razones por las que acude a usted el paciente. ¿Por qué ha sido guiado específicamente a

usted? ¿Qué tiene usted para darle? Ábrase a su repertorio interno.

  • Explíquele lo que le está haciendo.
  • Analice el flujo energético del sistema de su paciente. ¿Cuáles son los bloques principales? ¿Cómo emplea su energía? ¿En qué forma la dirige mal? ¿Cuáles son los resultados a largo plazo de su dirección errónea? ¿Cuál es su principal defensa? (véanse los capítulos 9, 10 y 12.)
  • Mida los chakras con un péndulo. Haga anotaciones (véase el capítulo 10).
  • Sintonícese y alinéese con la luz; realice un acto de afirmación; alinee y equilibre su sistema energético con su paciente. Sea consciente de sus guías si no lo ha hecho ya. Es necesario que periódicamente, a lo largo de la sesión, realinee y equilibre su sistema con la luz, sus guías y el sistema de la otra persona.
  • Interprete la lectura de los chakras mientras hace pasar la energía a través de los puntos reflejos de sus pies: compruebe el equilibrio de la razón, la voluntad y la emoción, el principal o los principales centros cerrados, el principal o los principales centros abiertos a través de los cuales pueden tratar las personas sus problemas y abrir los chakras cerrados. Averigüe las principales cuestiones. Lea psíquicamente cualquier información que pueda recoger. ¿Cuál es la causa inicial de la enfermedad? ¿Cuáles son las cualidades del yo superior que necesita atraer para ayudar a la persona a curarse a sí misma? (véanse los capítulos 9, 10 y 12).
  • Realice la quelación de los chakras de los cuerpos aurales mientras explora los sistemas corporales. Si es un principiante, debe saltar al paso 16. Cuando tenga más práctica añada el paso 9 y, si es necesario, los pasos 10 y 11. Una vez que haya percibido la quinta, sexta y séptima capas del campo, realice los pasos 12, 13, 14 y 15.
  • Realice la limpieza de la espina dorsal.
  • Trabaje directamente en los lugares a los que se sienta atraído. Elija entre los diversos métodos que conoce. Mientras trabaja, observe el estado emocional de la persona. ¿Permite que entre la energía o se bloquea emocionalmente? Permanezca junto a ella. Atraviese los bloques con ella. Permita que sus guías le ayuden en sus áreas de curación específicas. Escuche.
  • Limpie los bloques específicos de los cuerpos energéticos inferiores.
  • Si sabe cómo hacerlo, éste es el momento en que se realiza el trabajo a nivel de los patrones etéreo o cetérico. 13. Pase al nivel celestial (sexto); envíe luz blanca directamente a la zona central del cerebro. Eleve sus vibraciones haciendo que vibre su pituitaria. Una vez que le lleguen sus vibraciones personales, pase al siguiente nivel y repita el proceso. Hágalo hasta que se ilumine el área central del cerebro.

Figura 22-22: Sellado de una coraza del octavo nivel

  1. Llegado a este punto, si no ha sucedido ya, empezará a ver a los guías del paciente, ángeles u otras visiones y recibirá mensajes directos de la persona.  Rompa suavemente la conexión y cierre las aberturas.
  2. Desde la cabecera de la mesa, intente obtener, empleando la técnica de las dos manos, las agradables corrientes vibratorias ascendentes y descendentes que proceden del tercer ventrículo y pasan por la espina dorsal.
  3. En este momento lo que debe hacer es peinar los cuerpos celestial y astral (especialmente si la persona está deprimida o sometida a un excesivo esfuerzo).
  4. Mejore y refuerce el cascarón u orbe.
  5. Desplácese al costado derecho del paciente; vuelva a establecer contacto con la séptima capa; rinda homenaje a su paciente y a su poder para curarse a sí mismo.
  6. Rompa suavemente la conexión, cierre todas las aberturas y aléjese del paciente. Concédase unos minutos para regresar por completo a su propio cuerpo y al plano terrenal. Deje que la energía curadora fluya a través de usted. Ríndase homenaje a sí mismo, afirmándose en quién es y en el trabajo que realiza.
  7. Si el paciente ha abandonado su cuerpo y necesita ayuda para volver a él, empújelo suavemente cogiéndolo de los pies y aspirando la energía hacia usted.
  8. Una vez concluida la sesión de curación, recuerde a su paciente que debe beber un gran vaso de agua fresca, y haga usted lo mismo.

ANÁLISIS DE LA SESIÓN DE CURACIÓN

  1. ¿Qué ha sucedido en orden cronológico? ¿Cómo se ha desarrollado cada paso de la sesión de curación? ¿Qué pasos resultaron más fáciles? ¿Con cuáles tuvo dificultades?
  2. Responda a la pregunta 4 del programa de la sesión de curación.
  • Responda a la pregunta 7 del programa de la sesión de curación.
  • ¿Cuáles han sido los procesos internos del sanador y del cliente? ¿Perdió usted su concentración y derrochó quizá energía innecesaria? ¿En qué forma? Relacione esto con las estructuras (le carácter del sanador y del cliente.
  • ¿Qué logró con la sesión de curación? ¿Llegó a alcanzar la luz interior de la persona? ¿De qué naturaleza eran las cualidades del yo superior de esa persona? ¿Cómo la apoyó y la hizo salir?
  • Basándose en lo que antecede, ¿qué trabajo personal necesita realizar?
  • Trace una imagen del flujo energético anterior y posterior.
  • ¿Cuál fue la causa original de la enfermedad? ¿Cómo la trató?
  • Basándose en lo que antecede, ¿en qué trabajo de curación deberá concentrarse la próxima vez?

¿Cuál es su pronóstico? ¿Qué pauta puede dar en relación con dicho pronóstico?

Revisión del capítulo 22

  1. ¿Qué es lo primero que hace un sanador antes de uni ciar la sesión de curación?
  2. ¿Qué significa hacer pasar la energía? ¿Y quelar el cuerpo?
  3. ¿Qué función realiza la quelación?
  4. ¿Controla conscientemente el sanador el color de la luz cuando hace pasar energía para la quelación? ¿Por qué? ¿O por qué no?
  5. Si el primer chakra de un sanador está cerrado en los niveles inferiores del campo, ¿podrá usar de

forma efectiva el color rojo en la curación? ¿Por qué? ¿O por qué no?

  • Describa la dirección de la quelación en un paciente cardiaco.
  • Describa el proceso de limpieza de la espina dorsal.
  • ¿Qué diferencia hay entre hacer que pase energía con una mano, con las dos manos separadas o con ambas juntas?
  • En la curación del quinto nivel, ¿qué sucede si no sigue la pauta y aparta las manos antes de que

los guías hayan terminado?

  1. Cite tres maneras en las que una persona puede rasgar la séptima capa (véase además el capítulo 15).
  2. Si en el aura hay un desgarro que atraviesa todo el campo, ¿qué capas hay que coser?
  3. ¿Se detendrá la fuga de energía si no logra usted alcanzar la séptima capa y coserla en caso de que esté desgarrada?
  4. ¿Se puede reparar con la quelación un campo aural desgarrado?
  5. ¿Por qué abandona el paciente su cuerpo durante el trabajo en la séptima capa?
  6. Cuando se cura con luz blanca, ¿de qué forma podemos centrar nuestra energía y conciencia?

¿Dónde con creta usted su atención? ¿Cómo realiza la exploración?

  1. Describa el desarrollo del proceso de curación en cada nivel aural.
  2. ¿Qué es la coraza del octavo nivel? ¿Para qué se emplea? ¿A quién atañe la decisión definitiva de si se puede utilizar?
  3. Describa un procedimiento para concluir una curación que le permita apartarse físicamente de su paciente hasta que desee establecer de nuevo contacto con él.  19. ¿Cuál es la diferencia entre canalizar para curar y canalizar para obtener información?

Alimento para la mente

  1. ¿Quién realiza la curación?