Manos que curan. Parte 11ª

Manos que curan. Parte 11ª

Manos que curan. Parte 11ª

Este capítulo 11ª en audio

Capítulo 11

OBSERVACIONES DE AURAS EN LAS SESIONES TERAPÉUTICAS

El aura es, en realidad, el «eslabón perdido» entre la biología y la medicina física y la psicoterapia. Es el «lugar» donde se localizan todas las pautas sobre emociones, pensamientos, recuerdos y comportamientos que solemos discutir incansablemente en la terapia. Estas pautas no están simplemente suspendidas en algún lugar de nuestra imaginación, sino que se sitúan en el tiempo y en el espacio. Los pensamientos y las emociones se desplazan entre las personas en el tiempo y en el espacio a través del campo energético humano, y el estudio de esta actividad constituye el medio para aprender a dominarla. Observemos algunos de los flujos energéticos fluidos de las auras cuando las personas se agitan en sus vidas cotidianas, y luego en sesiones terapéuticas. Nos concentramos en las formas móviles coloreadas de las cuatro capas inferiores del aura, y continuaremos hablando de los chakras en un capítulo posterior.

La percepción de los colores en el campo

Cuando se empieza a leer las auras puede que no se comprenda inmediatamente el significado de los colores. Luego, con la práctica, se aclarará su significado general. Si el profesional tiene una mayor sensibilidad mediante el empleo de sus dones, sabrá leer el significado de los colores que percibe. (Hablaremos en detalle de los colores en el capítulo 23.)

Recuerdo una de las primeras «explosiones» del campo energético humano que he observado como una de las más vívidas. En 1972, durante una sesión práctica en la que se produjo una intensa carga de gritos primarios bioenergéticos, vi a Linda encenderse como un árbol de navidad mientras gritaba por la muerte de su padre, fallecido de cáncer.  De su cabeza surgían brillantes rayos de colores rojo, amarillo y naranja y algunos azules. Parpadeé, pero los colores no desaparecieron. Miré de manera indirecta, me moví por la habitación y volví a mirar:  el fenómeno seguía estando allí. Estaba viendo algo; ya no podía negar por más tiempo las numerosas experiencias que había tenido en la observación de colores aparentes alrededor de las cabezas de las personas. Empecé a observar el fenómeno con mayor atención.

Poco a poco fui adquiriendo más experiencia en la visión del aura y empecé a relacionar mis averiguaciones con el estado personal de cada sujeto.  Descubrí que las personas irradian colores brillantes cuando se encuentran afectados por sentimientos o acciones. Cuando una persona se encuentra tranquila, su campo aural vuelve a un estado «normal», estable.

He comprobado que, por lo general, el aura tiene el aspecto «normal» o «de quietud» que se ve en la figura 7.

Manos que curan 07-01
Manos que curan 07-01

1. Muestra una capa palpitante de color púrpura azulado oscuro o transparente que sobresale desde 6 mm hasta 3,75 cm de la epidermis. Palpita continuamente a razón de unas 15 pulsaciones por minuto. Las pulsaciones forman, por lo general, un movimiento ondulante hacia abajo de los brazos, las piernas y el torso. Primero está rodeada por una capa nebulosa de azul claro a gris, mucho más brillante cerca del cuerpo y que se va desvaneciendo a medida que se aleja de éste. El color azul se torna generalmente amarillo alrededor de la cabeza hasta una distancia de 7,5 a 10 cm. Es normal que se perciban luminosidades de color azul claro surgiendo de las puntas de los dedos, las manos y los pies y por la parte superior de la cabeza. He comprobado que, si se proporcionan instrucciones claras, tras unos minutos de práctica la mayoría de las personas pueden ver las luces que salen de las puntas de sus dedos. Aunque la mayor parte de las veces estas luminosidades son de color azul, varían también en las áreas del rojo y el púrpura, y pueden ser de cualquier color.

Ejercicios para observar las auras de otras personas

Ahora que el lector ha realizado los ejercicios del capítulo 7, observando el aura en las puntas de sus dedos, veamos las que despiden otras personas.

Sitúese de nuevo una habitación en penumbra (a la luz del atardecer, no totalmente oscura). Debe ver con toda facilidad las caras de otras personas. Pida a algún amigo que se ponga de pie en frente de una pared o una pantalla blanca y lisa. Asegúrese de que no hay luces a las que pueda usted mirar accidentalmente; de lo que se trata es de relajar la vista.

Para ver el aura tendrá que recurrir a su visión nocturna, como cuando camina en la oscuridad y se da cuenta de que ve mejor las cosas si no las mira directamente. Se emplean los bastoncillos en vez de los conos. Los bastoncillos son mucho más sensibles a los niveles bajos de luminosidad que los conos, que se utilizan para la luz solar y el color brillante.

Mire al espacio cercano a la parte superior de la cabeza de su amigo, o al del área del cuello y los hombros. Desenfoque la vista para mirar a una zona de espacio, en vez de a una línea fina del mismo. Mientras contempla difusamente un espacio de 10 a 14 cm de espesor alrededor de la cabeza, deje que la luz penetre en sus ojos. Debe crear la sensación de que está dejando entrar algo en ellos, en vez de esforzar la vista para atrapar la imagen, como se suele hacer cuando se intenta de ver bien algún objeto. Concédase mucho tiempo. Hágalo con otras personas, preferentemente con alguien habituado a ver auras, para comparar lo que ve cada uno.

Es posible que, en el mismo momento en que crea ver algo, la visión desaparezca incluso antes de que pueda exclamar «¡eso es!». Asegúrese de que al mirar a algún punto de la pared lisa no ve lo mismo. Este es el efecto de imagen refleja, con el cual los ojos conservan la imagen por el efecto del color complementario o por la intensidad de un contraste brillante. El fenómeno aura] es muy veloz y no permanece; palpita. Puede que lo vea fluir hacia abajo por el brazo, o lanzar un destello de color hacia arriba saliéndose del campo. Tal vez vea en torno al cuerpo una niebla de aspecto poco llamativo. No se desanime; es sólo el principio.

Compre unas gafas de aura en una librería holística y siga las instrucciones que las acompañan. Le ayudarán a desarrollar su capacidad de ver y tienen un efecto acumulativo sobre la sensibilidad del ojo. El cristal de color azul cobalto es el mejor, pero es difícil de encontrar. La mayoría de las gafas de aura son púrpura oscura y dan buen resultado.

No prolongue ninguno de estos ejercicios; comprobará que transcurridos unos instantes se encuentra muy cansado. He observado que los componentes de un grupo se excitan extraordinariamente cuando ven algo; luego, al continuar, les asalta la duda y el sistema energético de cada persona se agota. No tardará en tener la habitación llena de personas silenciosas y cansadas. En consecuencia, practique sólo un poco cada día. Y compruebe lo que ve con las ilustraciones y las descripciones que siguen.

Cuando una persona experimenta un fuerte sentimiento, su aura en reposo se ve penetrada súbitamente por otro color y forma relacionados con su estado emocional. Luego, cuando dicho sentimiento se ha aplacado, el aura recupera su aspecto general original. El tiempo que lleva este proceso varía según el individuo y depende de diversos factores. Si la persona no ha apaciguado su sentimiento, éste se mantendrá en su aura (normalmente desvaída) hasta que desaparezca. Si libera sólo parte de su sentimiento, esa parte se apaciguará. Los colores y las formas pueden destallar rápidamente y salirse del campo aural, o quizá se desvanezcan durante algunos minutos, o incluso durante semanas. Pueden también colorearse o enmascararse con otros colores y formas haciendo un efecto de capas. Algunas formas, a las que me referiré más adelante, permanecen en el aura durante años. Cada pensamiento, sentimiento y experiencia de una persona tiene efectos sobre el aura y la cambia. Algunos efectos se mantienen para siempre.

Manos que curan 11-01
Manos que curan 11-01

La figura 11-1A muestra el aura normal de un hombre. Cuando canta (figura 11-1B), el aura se expande y brilla. Justo después del movimiento de inhalación surgen destellos y chispas como relámpagos de color violeta azulado iridiscente, antes de empezar cada nueva frase. A medida que los presentes ponen más atención, su aura general se expande. Grandes arcos de luz se extienden desde el cantante hacia el público, y las auras de ambos se conectan. Cuando fluyen los sentimientos entre el intérprete y el público empiezan a crearse formas mutuas. Estas formas energéticamente conscientes se relacionan, en estructura y color, con los pensamientos y sentimientos mutuos del grupo y de la música que se está creando. Al concluir la canción, las formas se desconectan y disgregan a causa de los aplausos, que actúan corno si fueran una goma de borrar que limpia el campo para la siguiente creación. Tanto el intérprete como quienes lo escuchan son activados al recibir la energía creada por la música. Una parte de esta energía se interiorizará para romper los bloques mantenidos en el cuerpo; otra parte se usará para la siguiente creación.

Cuando una persona pronuncia una conferencia sobre su tema favorito, su aura se expande y toma una coloración plateada dorada o lanza chispas de color azul iridiscente, como se ve en la figura 11 -1 C. Se produce el mismo fenómeno actuante-público, esta vez con mayor intensidad en las energías mentales, que aparecen como amarillo dorado. Concluida la conferencia, el aura del orador permanece expandida cierto tiempo, ya que su trabajo lo ha elevado. Se ha producido un intercambio mutuo de conciencia energética. Parte del público vibra ahora más a su nivel. La figura 11-ID muestra el aura de un hombre que habla apasionadamente sobre la educación. Quienes lo escuchan recogerán probablemente parte de su color marrón rosado. Esto se produce por un proceso de elevación de las propias vibraciones al nivel del hablante mediante la inducción armoniosa. El amor brilla en el aura con un hermoso tono rosado. En ocasiones tiene un tinte dorado. Los sentimientos espirituales presentan una gama de colores: azul para quien dice la verdad, púrpura para la espiritualidad y oro plateado para la pureza.

A veces, las personas irradian colores similares a los que les gusta llevar en sus vestimentas. La figura 11-1E muestra a una mujer que ha dirigido una clase de energética de núcleo (ejercicio físico centrado en provocar el afloramiento de los sentimientos para facilitar la comprensión de su psicodinámica). El verde, que ella suele llevar con frecuencia, está relacionado con la salud física y la curación. Otro ejemplo, en la figura ll-1F, muestra a un hombre que irradia frecuentemente un color lila, correspondiente a una de sus camisas favoritas. Este color parece guardar relación con los sentimientos amorosos y la suavidad que posee. La figura I1-1G muestra a una mujer en actitud meditativa para aumentar la energía de su campo, que se presenta en muchos colores, algunos de los cuales han saltado delante de ella en un movimiento fluido. Su centro volitivo entre los omóplatos es parcialmente visible.

Cuando una mujer se queda embarazada su campo se expande y se hace mucho más brillante. La figura 11- 1H muestra a una embarazada de seis meses; va a tener una niña. La futura madre muestra hermosas bolas suaves de colores azul, rosa, amarillo y verde que giran entre sí sobre sus hombros.

Estos son sólo unos cuantos ejemplos sobre la unión y conexión inherente del campo energético humano con todo lo que vemos que se produce en los niveles puramente físicos y psicológicos.

La ira y otras emociones negativas

El rojo ha estado asociado desde siempre con la ira. Sin embargo, cierto día, mi hijo de 11 años, un muchacho lleno de felicidad y energía, mostraba, mientras estaba jugando alegremente, el aspecto de la figura 11-1A, con brillantes franjas rojas y anaranjadas irradiando de su cabeza. La calidad del color rojo es la que indica ira. El naranja rojizo brillante no tiene nada que ver con la ira, sino que está relacionado con la fuerza vital vibrante. La reacción totalmente explosiva de la mujer de la sesión de grito primario aparece en la figura 11 -2B. Está experimentando numerosos sentimientos simultáneos que explican los diversos colores, todos ellos de gran intensidad, de manera que el aura aparece como brillo y los fuertes rayos se emiten desde el cuerpo en líneas rectas.

Manos que curan 11-02
Manos que curan 11-02

Una persona enfadada tiene un color rojo oscuro. Cuando empresa su ira, ésta surge de la persona en destellos como relámpagos o chispas redondas que se desplazan de su cuerpo, tal como se muestra en la figura 11-2C. Los he visto muchas veces, en grupos y en sesiones.

Por contraste, la figura 11-2D muestra un ejemplo en el que la persona no liberó su ira y su dolor. Cuando surgió del área de la garganta, el punto rojo se desplazó lentamente hacia fuera. A continuación, el líder del grupo le hizo un comentario que, en mi opinión, era doloroso. En ese preciso instante, el punto rojo se desplazó rápidamente de regreso a su cuerpo y penetró en el área de su corazón. Cuando lo golpeó, rompió a llorar. No era un llanto catártico, sino más bien como si dijera «pobre de mí, la víctima». Mi interpretación de este hecho es que se había apuñalado el corazón con su propia ira.

El temor, por su parte, tiene un tono gris blancuzco y punteado en el aura, como «pálido de miedo». Resulta muy desagradable a la vista y tiene un olor repulsivo. La envidia muestra un verde oscuro, sucio y pegajoso, como «verde de envidia». La tristeza es gris oscura y densa, como las nubes sombrías que se ciernen sobre las cabezas de los personajes de los dibujos animados. La frustración y la irritabilidad pueden presentar tonos rojizos oscuros («rojo de ira»), pero la mayor parte de las veces se manifiestan como vibraciones irregulares que golpean el campo energético de otra persona causándole desagradables sensaciones. Por lo general, un amigo reacciona ante esta interferencia tratando de provocar una expresión directa de los sentimientos negativos, mucho más agradables de tratar. Por ejemplo, si le decimos: «¿Estás enfadado?», el otro estallará airadamente: «¡No!». De este modo se libera parte de esta molesta interferencia.

Efectos de la droga sobre el aura

Las drogas, como el LSD, la marihuana, la cocaína y el alcohol son perjudiciales para los brillantes y saludables colores del aura y crean un «moco etéreo», como sucede con la enfermedad. La figura 11-2E muestra el efecto que provoca en el aura la aspiración de cocaína por la nariz. Cada vez que esta persona lo hacía, los sábados por la noche, presentaba en el lado derecho de la cara y la cabeza una gran cantidad de moco gris etéreo, pegajoso, mientras que el izquierdo se mantenía relativamente limpio. Le pregunté si aspiraba más por una ventanilla de la nariz que por la otra; pensaba que no. Mis repetidas comparaciones (podía detectar cada vez que lo hacía) y una descripción gráfica de su «moco etéreo» le ayudaron a dejar el hábito.

La figura 11-2F muestra el aura de un hombre que se había drogado frecuentemente con LSD y bebía muchísimo alcohol. Su aura tiene una tonalidad pardo verdosa oscura. El punto verde sucio, que se desplazaba lentamente hacia abajo y no se liberaba, se relaciona con sus sentimientos de ira, envidia y dolor mezclados, sin diferenciar, retenidos. Tengo la seguridad de que, si hubiera podido separar estos sentimientos, entender sus fundamentos, expresarlos y liberarlos, el punto se habría fragmentado en tonalidades más claras y brillantes de los colores correspondientes (rojo, verde y gris), para desplazarse a continuación. Sin embargo, debido a la cantidad de contaminación oscura de su campo, este hombre debía hacer una amplia limpieza energética para desprenderse de su moco etéreo antes de que lograra elevar su nivel energético lo suficiente para aclarar y desplazar sus sentimientos.

Un peso «aparente» en el aura

La figura 11-2G muestra a un hombre que también había sucumbido durante años a drogas tales como. el LSD y la marihuana, con la consiguiente aura verde sucio. El deterioró que suponen estas experiencias se muestra en el lado superior derecho. Parece como si tuviera peso, debido a que siempre inclinaba la cabeza en un ángulo que parecía equilibrar la forma. Ésta se mantuvo siempre en la misma posición, una semana tras otra. Cuando se la señalé, fue capaz de verla (utilizó un espejo). Para retirar esta forma, tendría que dejar las drogas y limpiar el campo, además de lo que se ha indicado antes. Le recomendé que, además del trabajo corporal, hiciera ayuno y siguiera una dieta limpiadora. Entonces podría ‘aumentar la fuerza de su campo energético e irrumpir en este deterioro acumulado para disiparlo.

En la figura 11-2H se observa un aspecto interesante del peso «aparente» relacionado con la consistencia mu- cosa. Esta mujer había sido el tipo clásico de una «buena chica» durante años, pero acababa de rebelarse. Dejó de ser tan «buena» y se mostró terriblemente airada durante la sesión. Derribó las sillas de la habitación e incluso entró a saco en la caja de pañuelos de papel rompiéndolos en pedazos. Cuando salió de la sesión se sentía liberada. Sin embargo, una semana más tarde se concentró en un profundo retiro y acudió a mi consulta con un terrible dolor de cabeza. Andaba con cuidado y mantenía la cabeza hundida entre los hombros. En este momento observé una gran «gota» de moco encima de su cabeza. Aparentemente, lo liberó en la sesión v se había acumulado allí. (Es bien conocido el fenómeno de la liberación de toxinas como consecuencia del trabajo bioenergético. En ocasiones, las personas «enferman» después de un trabajo arduo.) Mi cliente ya no era «rebelde», sino que daba muestras de un comportamiento de autocastigo, en cierto modo masoquista. Le sugerí que iniciara la sesión con movimientos físicos. Le pedí que se inclinara por la cintura con movimientos elásticos, como de latigazos. Al hacerlo, la bola de moco saltaba hacia delante, hasta unos 75 cm de ella. La mujer empezó a caer de bruces como si tirara de ella un gran peso (figura 11-2H). Se controló y el moco saltó a la parte posterior de su cabeza, como impulsado por una goma elástica. Casi se cayó de espaldas. Estaba demasiado asustada para repetir el movimiento, por lo que hicimos un prolongado trabajo corporal centrándonos en que sintiera sus piernas mientras se mantenía firmemente apoyada sobre los pies, conectada a la tierra que la sostenía. Este proceso se denomina «toma de tierra». Al término de la sesión, el moco se había distribuido en una delgada capa sobre el cuerpo. Le desapareció el dolor de cabeza. Liberarla de toda la capa de moco costó varias semanas de trabajo corporal.

Ejercicio para experimentar el peso aparente del campo energético

Un ejercicio que se realiza en las clases de aikido le ayudará a experimentar el efecto del peso en el aura. Sitúe a dos personas de pie junto a usted, una en cada lado. Deben tratar de levantarle cogiéndole por el antebrazo, en la parte delantera y en la trasera. Cuando le agarren en estos ejercicios, asegúrese de que lo hacen de forma que usted permanezca recto, sin que le empujen primero hacia un lado, pues eso podría romper sus raíces.

En primer lugar, se hacen pruebas para ver cuánta pesa usted y determinar si pueden levantarle con facilidad o dificultad. Ahora, tómese tiempo para enviar su campo energético hacia arriba. Piense «en ascenso», concentrándose en el techo. Cuando se haya centrado bien, convencido de que puede mantenerse allí, pídales que traten de levantarle. ¿Resultó más fácil?

Concéntrese ahora en aumentar su conexión con el suelo. Haga que le crezcan raíces desde las puntas de los dedos y las plantas de los pies, profundizando en la tierra. Concéntrese en la fuerte y poderosa conexión energética que tiene con la tierra. Cuando se haya centrado muy bien, pídales que intenten levantarle de que- va. ¿Resulta más pesado y difícil de levantar? Probablemente.

«Formas de pensamiento disociado» en el aura A lo largo de mis años de práctica bioenergética he observado un fenómeno al que yo llamo «espacios móviles de realidad». Considero que estos «espacios» son similares a los descritos en los estudios topográficos, donde un «grupo» o «campo» determinado contiene una serie de características que definen las operaciones matemáticas posibles dentro de dicho campo. En términos de psicodinámica existen «espacios de realidad» o «sistemas de creencias» que contienen grupos de formas filosóficas asociadas con las concepciones acertadas y erróneas de la realidad. Cada forma de pensar contiene sus propias definiciones de la realidad, como «todos los hombres son crueles», «el amor es débil», «controlarse da seguridad y fuerza». Según mis observaciones, a medida que la gente atraviesa su experiencia cotidiana se desplaza también por los distintos «espacios» o niveles de realidad definidos por estos grupos de formas de pensar. Cada grupo o espacio de realidad experimenta el mundo de forma diferente.

Estas formas de pensar son realidades energéticas, observables, que irradian colores con diversas intensidades. Su intensidad y su definición formal son el resultado de la energía o la importancia que una persona les ha concedido. Las formas de pensar son creadas, construidas y mantenidas por sus poseedores mediante los pensamientos habituales. Cuanto más definidos y claros sean estos pensamientos, más definida será la forma. La naturaleza y fuerza de las emociones asociadas con los pensamientos dan a la forma su color, intensidad y potencia. Tales pensamientos pueden ser conscientes o no. Por ejemplo, se puede construir una forma de pensamiento a base de pensar constantemente en algo temido, como «me va a abandonar». El creador de la forma de pensamiento actuará como si eso fuera a suceder. El campo energético de la forma de pensar afectará negativamente al campo de la persona a quien se refiere. Cuanto más poder se le dé, aportándole energía consciente o inconscientemente, más efectividad tendrá en la creación del resultado temido. Por lo general, estas formas de pensar forman parte de la personalidad con tanta naturalidad que el individuo ni siquiera las advierte. Empiezan a formarse en la infancia y se basan en el razonamiento infantil, integrándose luego en la personalidad. Son como una especie de equipaje extra que la persona lleva en su interior de un lado a otro, sin darse cuenta de su efecto, que es muy grande. Este conglomerado de formas de pensar, o sistemas de creencias, atrae muchos «efectos» a la realidad exterior de uno.

Como quiera que estas formas no están profundamente enterradas en el subconsciente, sino que se sitúan en el límite de la conciencia, se pueden retirar empleando métodos tales como el trabajo corporal energético de núcleo, los juegos de asociación de palabras y la meditación. Cuando las formas se atraen el enfoque de la conciencia mediante la expresión de los sentimientos asociados con ellas y la liberación de dichos sentimientos, entonces se pueden cambiar. Este proceso permite una visión más clara de la realidad que crea las formas. Cuando se desvelan, se ven y se liberan los supuestos invalidados (recuerde que están basados en la lógica infantil), pueden ser sustituidos por una visión más madura y clara de la realidad que, a su vez, conduce a la creación de experiencias vitales positivas.

Dentro de algunas personalidades estas formas están interconectadas, y la conciencia personal rara vez se encuentra sumergida por completo en un espacio sin tener conocimiento de la mayoría de los demás, por lo que el individuo mantiene un alto grado de integración en su vida cotidiana.

Por otra parte, de un espacio de realidad a otro puede fluir con facilidad un tipo distinto de personalidad, pero sin tener conciencia de que exista alguna conexión entre dichos espacios. Es posible que el sujeto no sea capaz de integrar o entender este flujo dinámico y viva, por tanto, confuso, sobre todo si se dispara interiormente un determinado flujo cíclico crónico. Puede encontrarse atrapado, entonces, en un flujo automático secuencial que le lleva de un pensamiento al siguiente mientras permanece desesperadamente enmarañado e incapaz de liberarse a sí mismo de este ciclo crónico hasta que finaliza todo el proceso.

A continuación, puede pasar a un estado distinto de realidad sólo porque la acción cíclica del pensamiento ha agotado toda la energía disponible. No sabrá cómo ha salido de la pauta cíclica y, por tanto, probablemente será incapaz de liberarse del ciclo la próxima vez que se dispare. Estos estados de la realidad pueden ser eufóricos, como aquel en el que una persona piensa que logrará grandes cosas y se hará famosa o rica, pero no tiene conciencia de la enorme cantidad de trabajo práctico que le espera antes de alcanzar dicha meta. O pue- de tener el efecto contrario, en el que uno se ve a sí mismo en un estado mucho peor que el real. En cualquiera de dichos estados, el sujeto probablemente sólo ve una parte de sí mismo, exagerándola. Puede tener el potencial necesario para crear todas las grandes cosas que ve para sí mismo en el primer estado, pero necesitará mucho trabajo y tiempo. Por otra parte, en el segundo estado negativo, ve la parte de sí mismo que necesita cambiar, pero se olvida de que ese cambio es posible.

En su libro How to Read the Aura, William Butler indica que las formas particulares de pensamiento se mantienen estacionarias en el campo energético hasta que una entrada interna o externa de energía las dispara. Entonces, estas formas se desplazan por el aura en una secuencia crónica, pero no son liberadas. Simplemente se descartan a sí mismas y quedan en estado latente recuperando la energía suficiente para desplazarse de nuevo. Las formas de pensar acopian energía a través de los pensamientos semiconscientes habituales del individuo y otros sentimientos afines.  También la acumulan atrayendo pensamientos y sentimientos similares de otras personas. Dicho de otro modo, si usted se juzga continuamente a sí mismo sobre algo, sus acciones y sentimientos seguirán a sus juicios y pronto, a través de ambas instancias, los demás, sus conocidos, entrarán en el cuadro y estarán de acuerdo con usted, enviándole energía en forma de pensamientos y sentimientos que estarán de acuerdo con los suyos. Por ejemplo, si usted se repite constantemente que es tonto, poco fiable, feo o gordo, los demás no tardarán en estar de acuerdo con usted. La energía de aquéllos se añade a la que usted tiene acumulada hasta que su forma de pensar tiene energía suficiente (alcanzando la masa crítica) para dispararse. Entonces caerá en un estado en el que llegará al convencimiento de que es tonto, feo, poco fiable o gordo, hasta que la energía de su forma de pensar se disipe momentáneamente. Por supuesto, también es posible que atraiga usted un acontecimiento externo capaz de disparar dicha forma de pensar con una explosión de energía. El proceso es el mismo en ambos casos.  Un disparo semejante no es necesariamente negativo, pues si el individuo se encuentra en proceso terapéutico puede salir de su ciclo crónico y fragmentar la forma cíclica lo suficiente como para manejarla muy bien la próxima vez que se dispare.

Si el terapeuta es capaz de percibir estas realidades y las describe o ayuda al cliente a describirlas, podrá ayudar a éste a liberarse mientras pasa de una realidad a la siguiente.  La descripción que haga el terapeuta de cada estado de la realidad, tal y como su cliente la experimenta, dará a éste una visión de conjunto de todo el proceso. Dicha visión global ayudará al paciente a crearse un observador objetivo interno que también puede definir cada uno de los espacios a medida que entra y sale de ellos. Con este trabajo, cliente y terapeuta serán capaces de definir con mayor claridad el ciclo crónico del primero y encontrar juntos una salida. Luego podrán buscar la forma de romperlo la próxima vez que se inicie.

Por ejemplo, cuando un cliente particularmente esquizoide (véase el capítulo 13) sufre un ataque de este tipo, lo único que hago es dirigirme a una pizarra y empezar a dibujar y etiquetar estas formas en el momento en que las expresa. Mientras expresa en voz alta sus pensamientos trazo una flecha desde un pensamiento al siguiente. Pronto se encuentran en la pizarra todos los pensamientos cíclicos.  La superficie exterior de estas formas suele ser bastante limitada, lo que quiere decir que el cliente experimenta una realidad muy estrecha en la que las definiciones y/o las distinciones se consideran negativas y, en ocasiones, categóricas:  por ejemplo, que todas las personas parecen estar lejos o, incluso, que son peligrosas. También puede ocurrir que el cliente crea que es una víctima de la vida. El punto crucial es aquel en el que el paciente es capaz de retener uno de los pensamientos con un contenido emocional particularmente fuerte durante el tiempo suficiente para expresar la emoción. Por lo general, si el individuo es capaz de tolerar la ira o el dolor asociados con el pensamiento, podrá romperlo y conectar con niveles más profundos dentro de su forma de pensar.

11-3

Figura 11-3: Forma de pensamiento disociado

La figura 11-3 muestra un ejemplo de este tipo. En este caso particular la cliente contemplaba cómo iba dibujando yo las formas y podía ver el cuadro completo. Esta mayor comprensión ayudó a la mujer a concentrarse y liberarse de su ciclo crónico. Examinó los momentos de su ira, la expresión y vio que se implicaban cuestiones más profundas. Gran parte del nivel exterior de esta forma particular de pensamiento es la máscara en la que la persona parece no ver o asumir la propia responsabilidad; en vez de ello, echa la culpa a otros. Lo hace para parecer «buena», lo que, naturalmente, la deja impotente hasta que alcanza la realidad más profunda, que es el núcleo de la forma de pensar. Cuando sintió, como consecuencia de un trauma infantil, que interiormente era «mala» y que nada podía hacer al respecto, mi cliente entendió que en el futuro tenía la opción de ver y comprender toda la estructura sumiéndose primero en su ira cuando se sentía atrapada, y penetrando luego en el dolor inherente a esa forma de pensamiento. Por lo general, evitaba el dolor manteniéndose en la superficie de la forma de pensamiento (y, por tanto, en lo irreal). Sintiendo el dolor es capaz de integrar la niña que lleva dentro, que se siente «mala», con la mujer adulta interior, que sabe que no lo es.

Por lo general, la clave para romper con una pauta de pensamiento cíclico está en expresar y liberar los sentimientos. En la mayoría de los casos, estas formas se han disociado, en primer lugar, para que la persona no experimente los sentimientos contenidos en ella. El individuo dedica gran cantidad de esfuerzos durante su vida cotidiana a evitar que esa forma de pensar se ponga en movimiento, porque le evoca unos sentimientos indeseables. Aun cuando la persona evita las situaciones que pueden evocar dichos sentimientos, el resultado no es del todo satisfactorio, ya que continuamente está recargando las formas de pensar. Mientras un individuo prosigue con su proceso terapéutico, la forma se va conectando cada vez más con el resto de la per tonalidad a medida que pasa el tiempo; los aspectos negativos se transforman en funciones positivas y se integran con el aura «normal» de la persona como colores claros y brillantes sin forma.

Manos que curan

Figura 11-4: Hombre trabajando en un taburete bioenergético

Limpieza del aura durante una sesión terapéutica

La terapia energética de núcleo ha sido proyectada para ayudar a la gente a liberar los bloques de su campo aural mediante el enfoque y el ejercicio físico.  La figura 11-4 ilustra esta liberación.  Al estar tumbado de espaldas sobre un taburete almohadillado, los músculos del torso se estiran y empiezan a relajarse. Esto provoca una liberación energética y hace que el bloque se vaya. Este paciente tenía un fuerte bloque energético en los músculos situados delante de la columna vertebral, cerca de la articulación diafragmática. Mientras trabajaba en el taburete bioenergético, el bloque se liberó súbita- mente con una explosión de energía. La «nube energética» ascendió rápidamente por la espina dorsal. Cuando llegó a su cabeza y se abrió paso en su conciencia, observé que pasaba a otro espacio de la realidad. Empezó a llorar y a expresar dolores de su primera infancia.  Conforme daba rienda suelta a sus sentimientos liberaba una nube energética cada vez mayor que se desplazaba fuera de su campo.

La descripción que sigue es lo que sucede durante una sesión terapéutica típica.  Ofreceré, en primer lugar, algunos antecedentes sobre mi cliente, a la que llamaré Susan.

Susan era una bella muchacha rubia algo menor de treinta años, terapeuta, casada y madre de una niña de dos años. Ella y su esposo, terapeuta igualmente, formaban una pareja muy fructífera y estable y ejercían un papel de liderazgo entre sus colegas. Se habían conocido y casado muy joven. El padre de Susan murió en un accidente poco antes de nacer ella, dejando a la madre a cargo de la recién nacida y dos niños pequeños. Los ingresos de la madre eran escasos, o nulos, y tuvo que pedir a otras personas que cuidaran de Susan. La muchacha, por tanto, creció en dos hogares:  uno muy limpio, ordenado y profundamente cristiano, y el otro, el hogar materno, descompuesto.  Su madre no logró restañar la herida que le produjo la muerte de su esposo en un momento tan importante. No volvió a casarse, pero tuvo muchos amantes.

El temprano casamiento de Susan satisfizo la necesidad que tenía de un hombre que la cuidara, ya que, en realidad, nunca tuvo padre. Por otra parte, Susan abrigaba el temor de que nunca lograría prosperar en el matrimonio (como su madre), o que tendría que ser perfecta para lograrlo (como le sucedía en la familia religiosa).

Cuando llegó cierta mañana para realizar su sesión, Susan parecía pletórica de felicidad y alegría. Habló de la semana que había pasado con su marido. Al hacerlo, movía los brazos y arrojaba una nube rosada y blanca de «felicidad» (figura 11-5). Sin embargo, esta felicidad le servía para encubrir otros sentimientos más profundos que su campo energético delataba.  Las observaciones me demostraron que había un bloque, que aparecía como un punto gris oscuro en el plexo solar (el área del estómago), relacionado con el miedo y otros sentimientos. El bloque secundario estaba en la frente (gris claro, indicativo de una confusión mental), y que se conectaba directamente con el dolor emocional del corazón (rojo). Presentaba una extraordinaria actividad mental (alta energía) en los lados de la cabeza (amarillo). Tenía, además, una gran cantidad de energía vibrante de vida sexual en la pelvis (rojo- naranja).

Mientras seguía agitando los brazos y hablando alegremente hasta el extremo de arrojar suaves nubes rosadas y blancas, la brillante energía amarilla que irradiaba por los lados de la cabeza empezó a cubrir o enmascarar el área problemática de su frente, de color gris. Estaba, literalmente, convenciéndose a sí misma de que era feliz, enmascarando el gris con la energía amarilla (mental). Cuando le describí lo que veía, dejó inmediatamente de crear la nube rosada «falsa» y el área gris de su cabeza recuperó su tonalidad original.

La compostura de Susan cambió por completo, pasando a mostrar temor y dolor emocional.  Entonces empezó a confiarme lo que realmente estaba pasando.  Poco antes de acudir a su sesión semanal, Susan había sabido que su madre estaba hospitalizada con cierta clase de parálisis en los ojos.  El médico le apuntó que se trataba de un síntoma de algo grave, quizá de esclerosis múltiple. La situación alteró profundamente a Susan y tuvo que recurrir a toda su fuerza para soportar los variados sentimientos que sentía hacia su madre. Al bloquear su energía de vida sexual en la pelvis y no permitir que le fluyera por las piernas, se bloqueaba a sí misma en relación con el suelo y con su base como ser humano sobre la tierra. Por tanto, en este punto de la sesión era importante hacer descender dicha energía hacia la tierra y conectarla con su base energética, la fuerza de sus piernas y de la pelvis.

A base de ejercitar ambas partes empezamos a desplazar la energía pélvica piernas abajo para formar la base donde realizar trabajos más difíciles.  Esta energía descendió rápidamente por sus extremidades para conectarla con el suelo. A continuación, fluyó por todo su cuerpo y cargó el sistema de forma más equilibrada. Mientras se liberaba el bloque pélvico, el cambio en la energía le dio una sensación de seguridad dentro de sus propios sentimientos de fuerza sexual y vital.  El bloque pélvico guardaba relación con su madre, incapaz de controlar adecuadamente su energía sexual.  Susan seguía teniendo miedo a ser como su madre; sin embargo, puesto que su conexión corazón-sexo era fuerte, no existía un peligro real en este sentido, lo cual explica que la energía se desplazara con tanta rapidez por sus piernas para penetrar en la tierra. Una vez enterrada esa energía, Susan supo que podía tener sentimientos placenteros y controlarlos, de manera que podía hacer lo que quisiera con ellos.

A continuación, Susan tuvo la capacidad necesaria para hablar sobre el dolor que sentía su corazón por la enfermedad materna. Empezó a llorar, y con ello liberó el rojo de su zona cardiaca. Procedimos entonces a trabajar con el bloque principal situado en el plexo solar, relacionado con sus necesidades infantiles insatisfechas, lo que, a su vez, hacía que rechazara a su madre. De este modo, el campo energético revelaba su conflicto interno. Por una parte, tenía sentimientos dolorosos y amorosos hacia su madre, gravemente enferma a la sazón; por otra, sentía la ira del rechazo, como si dijera: «Si no te has preocupado por mí, ¿por qué he de preocuparme yo por ti?». Al conducir este conflicto a la conciencia y la comprensión empezó a liberar el área gris de su frente. La liberación del punto oscuro de su plexo solar exigió un gran trabajo corporal. Susan se recostó de espaldas sobre el taburete bioenergético para estirar y soltar el bloque; realizó luego grandes esfuerzos moviendo el torso hacia delante y hacia abajo para regurgitar el bloque con todo lo que simbolizaba: no sólo el rechazo de su madre, sino también el deseo de Susan de culparle de todas las privaciones que había sufrido. Susan mantenía un estado de privación «seguro» en su vida actual; había sustituido las privaciones sufridas en la niñez por las que se imponía a sí misma. El punto oscuro (de 10 cm de diámetro) del plexo solar se aclaró y extendió para formar un área más amplia (20 cm de diámetro), pero una parte permanecía dentro del campo energético, lo que indicaba que todavía no se había resuelto totalmente la cuestión. Costaría tiempo liberar este punto oscuro, ya que contenía aspectos importantes de su vida.

A lo que me refiero al hablar de un estado de privación «seguro» es que la joven se sentía cómoda con ciertas privaciones que le parecían normales. Los seres humanos nos sentimos más seguros en lo que consideramos la norma, tanto si es realmente normal como si no; esa norma se establece en nuestro entorno infantil.

Por ejemplo, en el caso de Susan, la «norma» se manifestaba a través de su espacio vital. Siendo niña se sentía confusa sobre su hogar. ¿Cuál era realmente? Ninguno de los dos. El problema persistió posteriormente. Había vivido en una casa inacabada casi la totalidad de sus ocho años de matrimonio. En realidad, nunca había terminado de crear y amueblar su propio hogar.

A medida que progresaba la terapia, el espacio vital de Susan se convirtió en algo armoniosamente ordenado y bellamente acabado. En su caso, era de hecho la manifestación exterior de su estado interno.

A través de estas observaciones del campo energético el lector estará empezando a ver con mayor claridad, probablemente, la conexión entre la enfermedad y los problemas psicológicos. Detenemos

nuestros sentimientos bloqueando nuestro flujo energético. Se crean así unos estancamientos energéticos en nuestros sistemas que se mantienen hasta enfermar el cuerpo físico. De ello hablaremos con más extensión en la Cuarta parte. La conexión entre la terapia y la curación se evidencia cuando se considera la enfermedad de este modo. La amplia visión del sanador abarca la totalidad del ser humano.  En la curación no se separan el cuerpo y la mente, las emociones y el espíritu: todo ello debe estar equilibrado para crear un ser humano saludable. El sanador se centra en el mal funcionamiento físico, psicológico y espiritual. Es imposible curar sin afectar los niveles psicológicos de la personalidad.  Cuanto mejor entienda el terapeuta la psicodinámica de sus clientes, mejor equipado estará para ayudar a sus pacientes a curarse a sí mismos.

Revisión del capítulo 11

  1. ¿Qué es un bloque energético?
  2. ¿Cómo se crea un bloque energético en el CEH?
  3. ¿Cómo puede decir cuándo se ha liberado un bloque del CEH?
  4. ¿Cuándo puede decir que alguien libera sus sentimientos en vez de retenerlos?
  5. ¿Qué fenómeno se presenta primero: el aura (¿o el físico?
  6. ¿En qué color o colores se presentan en el aura las siguientes emociones: miedo, ira, amor, alegría, confusión, envidia, odio?
  7. ¿Qué color es el mejor del aura: rojo brillante y vibrante cerca de la pelvis, o verde agradable e

intenso cerca del área del tórax-plexo solar?

  • ¿Cuál es el efecto que pro use en el aura el hecho de fumar marihuana? ¿Durante poco tiempo?

¿Durante mucho tiempo?

  • ¿Qué es una forma de pensamiento disociado?

Alimento para la mente

  1. Haga ejercicios (observando las auras de otras personas) y describa lo que ve.
  2. Trace, de principio a fin, el ciclo de una de las formas de pensamiento que le asalten. ¿Cómo se inició? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo puede liberarse? ¿Qué sentimientos más profundos cubre evitando su conciencia de los mismos?