Manos que curan. Parte 01º

Manos que curan. Parte 01º

Manos que curan. Bárbara Ann Brennan parte 1ª

Este capítulo 01ª en audio

PRIMERA PARTE

VIVIENDO EN UN PLANETA DE ENERGÍA

“Sostengo que el sentimiento religioso cósmico es la más fuerte y noble de las incitaciones a la investigación científica”. ALBERT EINSTEIN

Capítulo 1

LA EXPERIENCIA CURATIVA

A lo largo de mis muchos años de práctica como sanadora he tenido el privilegio de trabajar con infinidad de personas encantadoras. Me complace presentar aquí a algunas de ellas y narrar sus respectivas historias, que confieren un enorme sentido de realización a la vida de alguien dedicado a mi trabajo.

Mi primer cliente, cuya curación conocí cierto día de octubre de 1984, fue una mujer cercana a la treintena llamada Jenny. Es una maestra llena de vitalidad, de cerca de 1,65 m de estatura, grandes ojos azules y cabello oscuro. Sus amigos la llaman la «dama de la lavanda», porque le encanta esta flor y lleva continuamente un ramillete. Jenny es, además, propietaria de una floristería a la que dedica parte de su tiempo y crea exquisitos adornos florales para bodas y otras celebraciones. Por aquel entonces llevaba varios años casada con un próspero profesional de la publicidad. Jenny sufrió un aborto unos meses antes y no había conseguido quedarse nuevamente embarazada. Cuando acudió al tocólogo para averiguar por qué no podía volver a concebir, la noticia que éste le dio fue decepcionante: después de numerosas pruebas y según la opinión de otros médicos, el especialista llegó a la conclusión de que debería someterse a una histerectomía a la mayor brevedad posible. En el útero, justo donde había estado fijada la placenta, se observan células anormales. Jenny se asustó y quedó muy perturbada. Ella y su marido habían esperado a tener una posición económica más sólida para empezar a crear una familia. Ahora parecía que aquella posibilidad se había esfumado.

La primera vez que Jenny acudió a mi consulta, en agosto de aquel año, no me contó su historial médico. Se limitó a decirme: «Necesito su ayuda. Dígame lo que ve en mi cuerpo. He de tomar una decisión importante». Durante la sesión curativa, exploré su campo energético, o aura, utilizando mi «elevada percepción sensorial» (ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL). Pude «ver» algunas células anómalas en el interior del útero, en su parte izquierda. Al mismo tiempo, «vi» las circunstancias que habían rodeado el aborto. Las células anómalas estaban situadas donde había estado unida la placenta. Además, «escuché» algunas palabras que describían el estado de Jenny y lo que se podía hacer al respecto. Percibí que necesitaba un mes de descanso, yendo a la playa, tomando unas vitaminas específicas, manteniendo una dieta concreta y meditando a solas no menos de dos horas al día. Después, una vez que hubiera pasado el mes curándose a sí misma, volvería al mundo de la medicina convencional para que le hicieran nuevas pruebas. Se me dijo que la curación había sido completa y que no necesitaba volver a mi consulta.

Durante la curación, recibí información sobre su actitud psicológica y sobre la forma en que ésta afectaba a su incapacidad de autocuración. Se sentía culpable de su aborto. En consecuencia, se estaba creando una tensión indebida e impedía que su cuerpo se curara a sí mismo tras la gestación fallida.

También se me dijo algo fundamental para mí: que ella no debería acudir a otro médico por lo menos durante un mes, ya que los distintos diagnósticos y las presiones para que se sometiera a una histerectomía agravaban enormemente su estrés. El ferviente deseo de tener un hijo le rompía el corazón.

Cuando salió de mi consulta se encontraba algo más aliviada y dijo que pensaría en todo lo que había sucedido durante la sesión de curación.

En octubre, cuando Jenny volvió, lo primero que hizo fue abrazarme estrechamente, entregándome un cariñoso poema como muestra de agradecimiento. Las pruebas médicas resultaron normales. Había pasado el mes de agosto cuidando de los niños de unos amigos en Fire lsland. Durante ese tiempo siguió manteniendo su dieta, tomó las vitaminas y se pasó mucho tiempo sola practicando su autocuración. Decidió esperar unos cuantos meses y, transcurridos éstos, intentar quedarse embarazada otra vez. Un año después me enteré de que Jenny había dado a luz un niño que gozaba de perfecta salud.

El segundo cliente que tuve aquel día de octubre fue Howard Es el padre de Mary, a la que traté hace algún tiempo. A Mary le habían hecho un frotis de Papanicolau clase tres (condición precancerosa) en el que se detectó un proceso que desapareció en unas seis curaciones. Desde hace varios años se ha sometido habitualmente a tales pruebas. Mary, que es enfermera, es fundadora y directora de una organización que se dedica a actualizar la formación de sus colegas y que facilita enfermeras a los hospitales del área de Filadelfia. Se interesó por mi trabajo y suele enviarme clientes con regularidad.

Howard llevaba varios meses visitándome. Se trata de un obrero jubilado, una persona con la que resulta delicioso trabajar. La primera vez que vino a verme su piel tenía un tono ceniciento y estaba aquejado de constantes dolores en la zona cardiaca. Ni siquiera podía ir de un lado a otro de una habitación sin sentirse cansado. Después de la primera sesión de curación, su semblante adquirió un tono rosado y se disipó el dolor. Tras dos meses de curaciones semanales podía de nuevo realizar esfuerzos y hasta bailar. Mary y yo trabajamos conjuntamente para combinar la curación mediante la imposición de manos con medicaciones a base de hierbas que le había recetado un médico naturópata para limpiar sus arterias de placas. Aquel día seguí equilibrando y reforzando este campo. Su mejoría era evidente tanto para los médicos como para sus amigos.

Otro de los clientes que vi ese mismo día fue Ed. La primera vez me visitó porque tenía molestias en la muñeca. Las articulaciones de los brazos y de la muñeca se le debilitaban cada vez más. También sentía dolor en el orgasmo durante las relaciones sexuales. Desde hacía tiempo se venía quejando de debilidad en la espalda, y la dolencia había progresado tanto que no podía llevar nada en las manos, ni siquiera unos cuantos platos. En la primera sesión de curación que le dediqué, «vi» en su campo aural que cuando tenía unos 12 años sufrió una lesión en el cóccix. En el momento en que se produjo esa lesión tenía importantes dificultades con las incipientes sensaciones sexuales de la pubertad. El accidente redujo dichas dificultades, de forma que pudo arreglárselas mejor.

El cóccix quedó oprimido hacia la izquierda y no podía desplazarse en su camino habitual para ayudar al bombeo del fluido cerebroespinal en su recorrido normal. Esto dio lugar a un gran desequilibrio que debilitó todo su sistema energético. El paso siguiente de este proceso degenerativo fue el debilitamiento de la parte inferior de la espalda, luego de la parte media y finalmente de la superior. Cada vez que se debilitaba a causa de la falta de flujo energético en una parte de su cuerpo, otra parte intentaba compensar la debilidad. Empezó a soportar una enorme tensión en las articulaciones del brazo, que finalmente cedieron y se debilitaron. Todo este proceso duró varios años.

Ed y yo mantuvimos un proceso curativo fructífero a lo largo de varios meses. Lo primero que hice fue trabajar con el flujo energético para liberar la región coccígea, realinearla y luego aumentar y equilibrar dicho flujo energético a través de todo su sistema. Su fortaleza fue volviendo poco a poco. Aquella tarde, el único síntoma que aún perduraba era una ligera debilidad en la muñeca izquierda. Pero artes de dedicarle mi atención, equilibré y reforcé de nuevo todo su campo energético. Luego dediqué un tiempo adicional a permitir que la energía curativa fluyera a su muñeca.

El último cliente de ese día fue Muriel, una artista casada con un prestigioso cirujano. Era su tercera visita. Tres semanas antes se había presentado en mi consulta aquejada de una gran hinchazón en el tiroides. En aquella primera cita utilicé de nuevo mi alta percepción sensorial (ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL) para obtener información sobre el estado de Muriel. Pude ver que la inflamación tiroidea no era debida a un cáncer y que con sólo dos sesiones de curación combinadas con la medicación que le habían recetado sus doctores la inflamación desaparecería. Vi que no era necesaria una intervención quirúrgica. Ella me confirmó que había visitado a varios médicos, los cuales le habían recetado fármacos para reducir el tamaño del tiroides. Le dijeron que la medicación lo reduciría algo, pero que seguía necesitando una intervención y que había la posibilidad de que se tratara de un cáncer. La operación estaba prevista para la semana siguiente a nuestra segunda cita. Le apliqué dos sesiones de curación en el plazo de una semana. Para cuando llegó el momento de la intervención ya no había necesidad de operarla; los médicos se quedaron sorprendidísimos. Muriel regresó aquel día para asegurarse de que todo había vuelto a ser normal y sano, y lo era.

¿Cómo se producen estos efectos aparentemente milagrosos? ¿Cómo consigo ayudar a estas personas? El proceso que empleo se denomina imposición de manos, curación por la fe o curación espiritual. No se trata de un proceso misterioso, ni muchísimo menos, sino de algo directo, aunque complicado a veces. Es un procedimiento que implica la restauración del equilibrio del campo energético que nos rodea, al que yo denomino «campo energético humano». Todos tenemos un campo energético o aura que envuelve nuestro cuerpo físico y penetra en él. Este campo energético se halla íntimamente relacionado con la salud. La elevada percepción sensorial es una forma de percibir cosas que escapan al alcance normal de los sentidos humanos. Con él se puede ver, oír, oler, gustar y tocar cosas que normalmente no son perceptibles. La elevada percepción sensorial es una forma de «ver» en la que se percibe una imagen mental sin tener que emplear la visión normal. No es imaginación; a veces se le

denomina clarividencia. La ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL revela el dinámico mundo del fluido que interactúa con los campos energéticos vitales y trasfunde todas las cosas. Durante la mayor parte de mi vida he intentado adentrarme en ese mar de energía vital que es nuestra existencia. Así he descubierto que esa energía nos apoya, nos nutre, nos infunde vitalidad. Con ella detectamos a las demás. personas, formamos parte de ella, y ella forma parte de nosotros.

Mis clientes y alumnos me preguntan cuándo vi por primera vez ese campo energético que rodea a las personas. ¿Cuándo comprendí que era una herramienta útil? ¿Qué tal sienta poseer esa capacidad para percibir cosas que se salen del alcance normal de los sentidos humanos? ¿Poseo algo especial, o es una cosa que se puede aprender? De ser así, ¿qué pueden hacer para ampliar su propio alcance perceptivo y qué valor tiene ello para sus vidas? Para contestar a estas preguntas debo volver al principio.

Tuve una infancia muy sencilla. Me crie en una granja de Wisconsin y, como no había por allí muchos niños con quienes jugar, me pasaba muchas horas sentada en el bosque, en solitario, totalmente inmóvil esperando a que se me acercaran los animales. Practiqué la integración con mi entorno. Pasó mucho tiempo antes de que empezara a comprender la importancia que tenían aquellos períodos de silencio y espera. En esos momentos plenos de tranquilidad en el bosque entraba en un estado de conciencia ampliada que me permitía percibir cosas que se salían del alcance de la experiencia humana.

Recuerdo que era capaz de saber dónde estaba cada animal sin necesidad de mirar; podía detectar su estado. Practicaba caminando a ciegas por el bosque y sentía dónde estaban los árboles mucho antes de tocarlos con las manos extendidas. Me di cuenta de que los árboles eran mucho más grandes de lo que parecían a la vista. Los árboles están rodeados por campos energéticos, y lo que yo detectaba eran esos campos. Más tarde aprendí a ver los campos energéticos de los árboles y de los animales. Descubrí que todas las cosas tienen un campo energético que las rodea, y que su aspecto se asemeja al de la luz de una vela. También empecé a comprender que todas las cosas están interconectadas por medio de estos campos energéticos, que no existe espacio alguno que no lo posea.

Todo, incluida yo misma, vive en un mar de energía.

Este descubrimiento no me resultó excitante. Fue simplemente una experiencia propia, algo tan natural como ver a una ardilla comiendo una bellota en la rama de un árbol. Nunca utilicé tales experiencias para formular teoría alguna sobre la forma de actuar del mundo; las acepté como algo perfectamente natural, di por supuesto que todo el mundo las conocía y olvidé el asunto.

A medida que alcanzaba la adolescencia fui abandonando mis visitas al bosque. Empecé a interesarme por la forma en que se desarrollaban todas las cosas y por las causas que las generaban. Planteaba infinidad de preguntas, tratando de encontrar un orden y entender el comportamiento del mundo. Fui a la universidad, obtuve el master en ciencias en la rama de física atmosférica y luego trabajé como investigadora en la NASA durante varios años. Más tarde me preparé para convertirme en consultora y, sólo después de algunos años de prestar asesoramiento, empecé a ver colores alrededor de las cabezas humanas, lo cual me recordó mis experiencias infantiles en el bosque. Entonces me di cuenta de que aquellas imágenes fueron el principio de mi elevada percepción sensorial o clarividencia. Mis deliciosas y secretas aventuras infantiles me condujeron, en último término, al diagnóstico y a la curación de enfermos graves.

Al mirar atrás, puedo ver la pauta de desarrollo de mi capacidad, que se inició al nacer. Es como si mi vida hubiera sido guiada por una mano invisible que me condujo y me hizo vivir cada experiencia paso a paso, como en los cursos escolares, en la escuela que llamamos vida.

Lo sucedido en el bosque me ayudó a ampliar mis sentidos. Luego, la formación universitaria me ayudó a desarrollar una mente lógica; seguidamente, la experiencia como asesora me abrió los ojos y el corazón hacia la humanidad. Y, por último, mi formación espiritual (a la que me referiré más adelante) aportó la suficiente credibilidad a mis experiencias como para pensar en ellas como algo «real» y aceptarlas como tales. Empecé entonces a crear un marco que me permitiría entender estas experiencias. Poco a poco, la elevada percepción sensorial y el campo energético humano empezaron a ser partes integrantes de mi propia vida.

Estoy firmemente convencida de que pueden convertirse en parte de la vida de cualquier persona. Para desarrollar la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL es necesario entrar en un estado de conciencia ampliada, para lo que existen diversos métodos. La meditación se está convirtiendo en el más conocido de ellos. Se puede practicar de muy diversas formas, y es importante descubrir la más apropiada para cada uno. Más adelante, a lo largo del libro, ofreceré algunas sugerencias sobre meditación para que el lector pueda elegir. También he descubierto que se puede entrar en el estado de conciencia ampliada haciendo jogging, paseando, pescando, sentándose en las dunas arenosas de la playa para observar el movimiento de las olas, o bien permaneciendo sentado en el bosque, como hacía yo de niña. ¿Practica el lector alguna de estas formas de acceso a tal estado, llámese meditación, ensoñación o de cualquier otra forma? Lo más importante es concederse el tiempo suficiente para escuchar el propio yo; un tiempo en el que la bulliciosa mente, que constantemente nos dice lo que hemos de hacer, cómo podríamos haber triunfado en una disputa, qué debíamos haber hecho, qué es lo que va mal dentro de nosotros, etc. permanezca silenciosa. Cuando se ha logrado descartar ese incesante parloteo, se abre ante nosotros todo un nuevo mundo de armoniosa y dulce realidad. El lector empezará a integrarse en el entorno, como hacía yo en el bosque. Y, al mismo tiempo, no sólo no perderá su individualidad, sino que la mejorará.

El proceso de integración con nuestro entorno es otra forma de describir la experiencia de una conciencia ampliada. Volvamos, por ejemplo, a la vela y su llama. Normalmente nos auto identificamos como un cuerpo (la cera y el pabilo) dotado de conciencia (la llama). Cuando entramos en el estado de conciencia ampliada nos percibimos a nosotros mismos como la luz que surge de la vela. ¿Dónde empieza la luz y dónde termina la llama? Parece que hubiera una línea divisoria, pero ¿dónde está exactamente cuando observamos de cerca? La llama está totalmente penetrada por la luz. ¿Penetra en la llama la luz de la habitación, que no es la de la vela (mar de energía)? Sí. ¿Dónde empieza la luz de la habitación y dónde termina la de la llama? La física dice que la luz de una llama no tiene límites, que llega al infinito. Así pues, ¿dónde se encuentra nuestro límite último? La experiencia que he adquirido con la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL, derivada de una conciencia ampliada, es que no existe límite alguno. Cuanto más amplío mi conciencia, más se ensancha mi ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL y mayor capacidad tengo para ver una realidad que está ahí ya, pero que antes se encontraba fuera de mi campo de percepción. A medida que la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL se hace más amplio percibo una mayor realidad. Al principio sólo era capaz de ver los campos energéticos más bastos que rodean las cosas, los cuales apenas se extienden a tres centímetros de la superficie. Pero a medida que fui adquiriendo experiencia vi que el campo se prolongaba mucho más allá, aunque aparentemente se trataba de una sustancia más fina, o de una luz menos intensa. En cada paso que daba creía que había encontrado la línea de límite; más tarde, sin embargo, podía percibirla a mayor distancia. ¿Hasta dónde llega, pues, la línea? He llegado a la conclusión de que sería más fácil decir que sólo existen capas: la capa de la llama, luego la luz de la llama, después la luz de la habitación.

Cada línea más difícil de distinguir que la anterior. La percepción de cada capa exterior requiere un estado de conciencia más ampliado y una ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL mejor afinada. A medida que el estado de conciencia se amplía, la luz que antes vimos amortiguada se abrillanta y cobra mayor definición.

A medida que desarrollaba mi elevada percepción sensorial a lo largo de los años fui recopilando las observaciones que hacía. En su mayor parte se produjeron durante los quince años en que trabajé como consultora. Dado que había recibido originalmente una formación en ciencias físicas, cuando empecé a «ver» el fenómeno energético alrededor de los cuerpos humanos me sentía bastante escéptica. Pero como el fenómeno persistía incluso cuando cerraba los ojos para descartarlo, o cuando me movía por la habitación, empecé a observarlo más atentamente. Así dio comienzo un viaje que me llevó a mundos cuya existencia desconocía, cambiando por completo la forma en que experimentaba la realidad, la gente, el universo y mi relación con él.

Vi que el campo energético está íntimamente relacionado con la salud y el bienestar de la persona. Si alguien está enfermo, tal circunstancia se reflejará en su campo energético en forma de flujo de energía desequilibrado o de energía estancada que ha dejado de fluir y se presenta en colores oscuros. Por contra, una persona saludable muestra colores brillantes que fluyen con facilidad en un campo equilibrado. Tales colores y formas son específicos en cada enfermedad. La ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL resulta extraordinariamente valiosa en las prácticas de la medicina y el asesoramiento psicológico. Utilizando la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL he alcanzado una gran experiencia en el diagnóstico de problemas tanto físicos como psicológicos, así como en la provisión de medios para resolver tales problemas.

Con la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL, el mecanismo de la enfermedad psicosomática aparece nítidamente ante los ojos. Se pone de manifiesto la forma en que se inician la mayoría de las enfermedades en los campos energéticos para transmitirse luego al cuerpo, a través del tiempo y la forma de vida, hasta convertirse en una dolencia grave. Muchas veces, la fuente o causa primigenia de este proceso guarda relación con un trauma psicológico o un traumatismo físico, o con una combinación de ambos. Como quiera que la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL revela la forma en la que se inició la enfermedad, también permite conocer el modo de invertir el proceso patológico.

Durante el proceso de aprendizaje para observar el campo capté también la forma de interactuar conscientemente con él, como con cualquier otra cosa que pueda ver. Podía manipular mi propio campo para que interactuara con el de otra persona. Pronto supe cómo reequilibrar un campo energético enfermo de manera que la persona afectada recuperara su salud. Más aún, me encontré recibiendo información sobre la causa de la enfermedad de mi cliente. Parecía proceder de lo que, en apariencia, era una inteligencia superior a la mía, o a la que normalmente consideraba como mía. El proceso de recepción de este tipo de información se denomina genéricamente canalización. La información canalizada se presentaba en forma de palabras, conceptos o imágenes simbólicas que penetraban en mi mente mientras estaba reequilibrando el campo energético de mi cliente. Siempre que hago esto me encuentro en un estado alterado de conciencia. Logro bueno resultados en la recepción de información combinando varias formas de utilización de la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL (es decir, canalizando o viendo). Relaciono lo que he recibido, sea mediante una imagen simbólica en mi mente, un concepto o un mensaje verbal directo, con lo que he observado en el campo energético. Por ejemplo, en un caso oí directamente «tiene cáncer», y vi que el campo energético de mi paciente, una mujer, mostraba un punto negro. Este punto negro se correspondió, en cuanto a tamaño, forma y emplazamiento, con el resultado de una exploración por TAC que le hicieron más tarde. Esta forma de combinar la información recibida mediante la ELEVADA PERCEPCIÓN SENSORIAL presenta una notable eficacia, y yo he alcanzado un alto grado de precisión en la descripción particular de las condiciones de cualquier cliente. También recibo información sobre qué acciones de autoayuda debe emprender el cliente en el curso de su proceso de curación. Por lo general, ello implica una serie de sesiones curativas que suelen prolongarse durante semanas o meses, dependiendo de la gravedad de la enfermedad. El proceso de curación incluye el reequilibrio del campo, el cambio de la forma de vida y el tratamiento del trauma que se está iniciando.

Es esencial que analicemos el significado más profundo de nuestras enfermedades. Hemos de formularnos preguntas tales como: ¿qué significa para mí la enfermedad?, ¿qué enseñanzas me puede aportar? La enfermedad puede ser considerada como un mensaje que nos transmite el cuerpo. Dice: Aguarda un momento; algo no va bien. No prestas atención a todo tu ser, estás ignorando algo muy importante para ti. ¿Qué es? Hay que explorar de esta forma el origen de la enfermedad, sea en el nivel psicológico o sentimental, en el nivel de la comprensión o, simplemente, como causa de un cambio en el estado habitual de la persona, que puede no ser consciente de ello. Volver a estar sano exige mucho más trabajo y cambio personales que el mero hecho de ingerir unas píldoras recetadas por el médico. Sin ese cambio personal, el individuo llegará a crear otro problema que le hará retroceder al origen primero de la enfermedad. He comprobado que la clave está en la fuente.

Y tratar la fuente exige, por lo general, un cambio en la forma de vida, lo que, en último término, conduce a una existencia más acorde con el núcleo del propio ser. Conduce a una parte más profunda de nosotros mismos que a veces se denomina el yo elevado o la esencia interna de la divinidad.

aura-mejer-jara