Manos que curan. Parte 08ª

Manos que curan. Parte 08ª

Manos que curan. Bárbara Ann Brennan parte 8ª

Este capítulo 08ª en audio

TERCERA PARTE

LA PSICODINÁMICA Y EL CAMPO ENERGÉTICO HUMANO

«La luz dorada de la llama de una vela se alza sobre el trono de oscura luz que produce su pabilo. ZOHAR

Introducción

LA EXPERIENCIA TERAPÉUTICA

La primera vez que, siendo ya adulta, volví a ver auras conscientemente fue en el entorno terapéutico. Un entorno en el que no sólo se me «permitía» observar de cerca a las personas, sino que además se me alentaba a hacerlo. Durante mis largas horas de práctica tuve ocasión de observar la dinámica de mucha gente. Era un auténtico privilegio, pues la ética social ordinaria establece límites bien definidos para tal comportamiento. Estoy segura de que todos hemos pasado por la experiencia de sentirnos atraídos, en un autobús o en una cafetería, por alguna persona desconocida que, al percibir que la estamos observando, nos lanza una mirada cuyo significado no ofrece dudas: «Será mejor que deje de mirarme», nos dice. Pues bien, en primer lugar, ¿cómo se dio cuenta de que la estábamos mirando? El campo energético se lo advirtió. En segundo lugar, ¿por qué nos indicó que dejáramos de hacerlo? La gente se pone muy nerviosa cuando se siente observada. A la mayoría no nos gusta que los demás conozcan nuestra dinámica personal. Casi todos nos sentimos avergonzados de lo que otro ser humano pueda ver si nos mira atentamente. Todos tenemos problemas y tratamos de ocultar, por lo menos, algunos de ellos. En esta sección voy a describir cómo se manifiestan en el aura nuestras experiencias personales, relacionándolo con la psicoterapia corporal y la estructura de carácter que define la bioenergética. Pero comencemos por la psicoterapia en su base, en el desarrollo infantil.

Los estudios sobre el crecimiento y el desarrollo humanos son muy numerosos. Erik Erikson goza de merecida fama por sus descripciones de las fases de crecimiento y desarrollo en relación con la edad. Estas fases se han incorporado a nuestro lenguaje cotidiano: fase oral, adolescencia, pubertad, etc. En ninguno de estos estudios se menciona el aura, pues la mayoría de quienes trabajan en el campo de la psicología desconoce su existencia. Sin embargo, la observación del aura proporciona una amplia información sobre la estructura psicológica de un individuo y su proceso de crecimiento personal. Lo que se desarrolla en el aura en cualquier fase del crecimiento guarda una íntima relación con el desarrollo psicológico en dicha fase. De hecho, cuando se contempla desde el punto de vista del aura, se puede considerar ese desarrollo como el resultado natural de lo que está sucediendo en los campos aurales. Veamos cuál es el desarrollo normal de nuestro campo energético a lo largo de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte.

Capítulo 8

CRECIMIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN EL AURA

Para. cubrir el campo de la experiencia humana desde el nacimiento hasta la muerte y más allá de éste recurriré tanto a la tradición psicológica como a la metafísica.  Si la metafísica no es del agrado del lector, le ruego que la tome como una metáfora.

Encarnación

El proceso de encarnación dura toda la vida. No es algo que suceda al nacer y concluya en ese momento. Es necesario recurrir a términos metafísicos para describirlo. La encarnación es el movimiento del alma orgánica por el cual se irradian continuamente en dirección descendente vibraciones o aspectos espirituales más elevados y tenues a través de los cuerpos aurales más delgados hasta llegar a los más densos y, en último término, al cuerpo físico. Estas energías sucesivas son utilizadas por el individuo, durante toda su vida, para crecer.

Cada fase importante de la vida se corresponde con nuevas y más altas vibraciones y con la activación de diferentes chakras. En cada fase, por tanto, la personalidad dispone de una energía y una conciencia nuevas para expandirse.  Cada fase ofrece nuevas áreas de experiencia y aprendizaje. Desde este punto de vista, la vida está llena de descubrimientos y retos estimulantes para el alma.

El proceso de encarnación está dirigido por el yo superior.  Esta patita vital está contenida en la séptima capa del aura, el nivel del patrón etérico. Se trata de un patrón que cambia constantemente a medida que el individuo realiza elecciones espontáneas en su proceso vital y de crecimiento. Al crecer, el individuo amplía su capacidad de sustentar niveles más altos de vibraciones/energías/conciencia hacia y a través de sus vehículos, sus cuerpos aurales y sus chakras. De este modo se beneficia de realidades cada vez más extensas a medida que avanza por el sendero de la vida. Con el progreso de cada individuo progresa toda la humanidad. En general, cada nueva generación es capaz de soportar vibraciones más altas que la precedente, de manera que la humanidad toda se desplaza en su plano evolutivo hacia vibraciones más altas y realidades expandidas.  Muchos textos religiosos, como la Cábala, el Vagaba Gita o los Upanishads, mencionan este principio de la progresión de la raza humana.

El proceso de encarnación anterior a la concepción ha sido expuesto por Madame Blavatsky y, más recientemente, por Alice Bailey, Phoebe Bendit y Eva Pierrakos. Según esta última, el alma que se va a encarnar se reúne con sus guías espirituales para planificar la vida futura. En esta reunión, el alma y sus guías estudian las tareas que necesita la primera para lograr el crecimiento, el karma que debe encontrar para asociarse y los sistemas de creencias negativas que requiere para pasar por la experiencia. Este trabajo vital se conoce generalmente como la tarea personal.

Así, por ejemplo, una persona tal vez necesite desarrollar la capacidad de liderazgo.  Al entrar en la vida material, esa persona se encontrará en situaciones en las que el liderazgo será una cuestión clave. Las circunstancias serán totalmente distintas para cada cual, pero la atención se centrará en el liderazgo. Un individuo puede haber nacido en el seno de una familia con una rica herencia de liderazgo (por ejemplo, una larga sucesión de directores de empresa o de líderes políticos), mientras que otro quizá haya nacido en una familia en la que no hay liderazgo y en la que se considera a los líderes como autoridades negativas que deben ser derrotadas o contra las que hay que rebelarse. La tarea de la persona consiste en aprender a aceptar la cuestión de forma equilibrada y cómoda.

Según Eva Pierrakos, la cantidad de asesoramiento que recibe un alma de sus guías en la determinación de las circunstancias de su vida futura depende de su madurez. Se eligen padres que aporten las experiencias ambiental y física necesarias.  Estas elecciones determinan la mezcla de energías que finalmente formará el vehículo físico en el que se encarnará el alma para realizar su tarea. Tales energías son muy precisas y equipan el alma con lo que necesita exactamente para dicha tarea. El alma se ocupa a la vez de una tarea personal de aprendizaje individual (como el liderazgo) y de una «tarea en el mundo» que implica un don para la vida en sociedad. El diseño es tan exclusivo que al cumplir la tarea personal se encuentra uno preparado para hacer lo propio con la tarea en el mundo. La tarea personal libera el alma dejando escapar las energías que se emplean para la tarea en el mundo.

En el ejemplo mencionado anteriormente sobre el liderazgo, el individuo tendrá que aprender esa cualidad o habilidad antes de asumir el papel de líder en el campo de trabajo que haya elegido. Tal vez se haya sentido intimidado por una larga sucesión de antepasados que fueron brillantes líderes o se haya enfrentado a su herencia con plena inspiración para avanzar en su propio liderazgo.  Cada caso es distinto y muy personal, de acuerdo con la exclusividad del alma que haya emprendido el aprendizaje.

El plan vital contiene muchas realidades probables, lo que permite la libre elección entre numerosas opciones. Entretejida en este entramado vital está la acción de causa y efecto. Creamos nuestra propia realidad. Esta creación surge de muy distintas partes de nuestro ser.  La creación no siempre es fácil de comprender desde un sencillo nivel de causa y efecto, aunque desde este punto de vista se puede entender gran parte de nuestra experiencia. Uno crea, literalmente, lo que desea. La conciencia, la inconsciencia, la súper conciencia y   la   conciencia colectiva contienen los deseos individuales.  Todas las fuerzas creativas se mezclan para crear experiencia en numerosos niveles de nuestro ser a medida que avanzamos por la vida. Para mí, lo que denominamos karma es causa y efecto a largo plazo, también desde muchos niveles distintos de nuestro ser.  Por tanto, creamos desde la fuente personal y grupal y, naturalmente, hay grupos pequeños dentro de otros más grandes, todos ellos sumándose para producir el gran tejido de la experiencia vital creativa.  Desde este punto de vista es fácil contemplar la riqueza vital con el espíritu maravillado de un niño.

Después de la «planificación», el alma entra en un proceso en el que pierde poco a poco la conciencia del mundo espiritual. En el momento de la concepción se crea una relación energética entre el alma y el óvulo fertilizado. En este instante se forma, además, una matriz etérea que protege al alma de cualquier influencia que no sea la de la madre.  A medida que el cuerpo crece dentro del vientre materno el alma empieza a sentir lentamente su «arrastre» y se va conectando de forma consciente y paulatina con el cuerpo. En un momento determinado, el alma cobra súbita conciencia de esta conexión; se produce un poderoso destello de energía consciente que desciende hasta el cuerpo en formación. Entonces el alma vuelve a perder su conciencia, para despertar de nuevo, poco a poco, al mundo físico. Este poderoso destello de conciencia corresponde al momento en que el feto empieza a dar señales de vida.

Nacimiento

El nacimiento se produce en un momento único para el alma que llega. En este punto, el alma pierde su útero etéreo protector y queda sujeto por primera vez a las influencias de su entorno. ‘También por primera vez, se encuentra sola en el mar de energía que nos rodea.  Es tocada por ese campo.  Los campos más grandes y fuertes de los cuerpos celestes influyen, además, por primera vez, sobre el nuevo campo energético, que se suma al mayor y lo enriquece. Es como si se hiciera sonar otra nota añadiéndola a la sinfonía de la vida ya existente.

Infancia

El proceso del lento despertar al mundo físico prosigue después del nacimiento.  El lactante duerme con frecuencia durante este tiempo, y el alma ocupa sus campos energéticos más elevados.  Deja sueltos los cuerpos físico y etéreo y les permite realizar el trabajo de construcción del cuerpo.

En las fases iniciales de la vida, el niño tiene la tarea de ir acostumbrándose a las limitaciones de la sensación física y al mundo en tres dimensiones.  He visto a muchos recién nacidos que se debaten en este proceso. Todavía tienen cierta conciencia del mundo espiritual, y he visto cómo luchan por abandonar las figuras de sus compañeros de juego y padres espirituales y transferir sus afectos a sus nuevos progenitores. Los recién nacidos que he observado tienen chakras de corona muy abierta (figura 8-1), que se esfuerzan por comprimirse dentro de los límites del diminuto cuerpo del bebé. Cuando los veo abandonar el cuerpo físico, en sus cuerpos más elevados, con frecuencia presentan la apariencia de espíritus de unos de 3,60 m de estatura. Luchan enconadamente por abrir el chakra de la raíz inferior y conectar con la Tierra.

Manos que curan 8-01

Figura 8-1: Aura normal de un lactante (Vista de diagnóstico)

Un ejemplo de lo que digo fue un niño que nació un mes después de lo que se esperaba. Tras el rápido alumbramiento se encontraba en estado febril.  Los médicos le practicaron una punción de médula ósea para ver si sufría encefalitis. La punción se realizó en la región del chakra sacro.  El niño luchaba por expulsar a dos compañeros de juego y a un espíritu femenino que tampoco quería dejarlo marchar. En su lucha se abría y conectaba con la Tierra allí donde se encontraba presente su guía.  Estaba perdiendo el contacto con su guía, veía a sus compañeros de juego y a la mujer espiritual y luchaba entonadamente entre los dos mundos.  En esos momentos sentía más afinidad por el espíritu femenino que por su propia madre física.  En su afán por no encarnarse, expulsaba energía por el chakra sacro y por el derecho para evitar que crecieran raíces hacia abajo a través del chakra de raíz (primer chakra).

Podía hacerlo parcialmente gracias al orificio aura [ que había dejado la punción de médula. Tras cierto tiempo de lucha, conectaba de nuevo con su guía y se calmaba, abría la raíz y se reiniciaba el proceso de entrada.

Comencé la sesión de curación. La primera vez aceptó algo, pero luego se negó. Siempre que intentaba enviar energía a su aura se alborotaba. Sabía lo que yo pretendía y no me dejaba acercarme. Lo que yo intentaba hacer era coser el orificio de su chakra sacro en la séptima capa de su aura y reencauzar   la energía hacia abajo. Pero no me dejaba.  Incluso me acerqué a él mientras estaba profundamente dormido. Cuando me encontraba a unos treinta centímetros de distancia, se despertó y empezó a gritar de manera desaforada. No cabía duda de que su lucha era tremenda y de que no quería ayuda de nadie. Uno de los problemas físicos secundarios de este combate básico fue un trastorno intestinal producido por el constante abuso del chakra del plexo solar relacionado con sus gritos y llantos. Se le trató este desarreglo después de que, finalmente, decidió mantenerse en el plano físico. La carta astral de este niño demuestra con claridad que es un líder en potencia.

Por tanto, el alma que llega suele entrar en el cuerpo y salir de él por el chakra corona como si empezara a trabajar para abrir el chakra raíz y penetrar con las raíces en el plano físico. En esta fase, el chakra raíz parece un embudo muy estrecho, y el chakra corona tiene el aspecto de un embudo muy ancho. Los otros chakras parecen tacitas poco profundas con una línea estrecha de energía que conduce de vuelta al interior del cuerpo hasta llegar a la espina dorsal (figura 8-1). El campo general de un lactante es amorfo y deforme y tiene un color azulado o grisáceo.

Cuando un bebé centra su atención en un objeto en el plano físico, el aura se tensa y abrillanta, especialmente alrededor de la cabeza. Luego, cuando su atención cede, el color del aura se desvanece; sin embargo, retiene parte de la experiencia en forma de color en el aura. Cada experiencia añade un poco de color al aura y aumenta su individualidad. El trabajo de construcción del aura también está en marcha y continúa de este modo a lo largo de toda la vida, de manera que permite encontrar la experiencia vital de cada uno.

Después del nacimiento se mantiene una fuerte conexión energética entre la madre y el hijo, a la que a veces se denomina plasma germinal. Esta conexión tiene su momento más fuerte en el alumbramiento, y se mantiene durante toda la vida, aunque se va haciendo menos pronunciada a medida que crece el niño. Este cordón umbilical psíquico es la conexión a través de la cual los niños se mantienen en contacto con sus padres en el transcurso de los años. En muchas ocasiones, uno de los dos tiene conciencia de las experiencias traumáticas por las que pasa el otro, aunque pueden estar separados a gran distancia en el nivel físico.

El campo del niño está totalmente abierto y es vulnerable al ambiente en el que vive.  El niño detecta todo lo que sucede entre sus progenitores, tanto si sus relaciones son claras como si no lo son. Reacciona constantemente a su entorno energético de forma acorde con su temperamento.  Puede sentir vagos temores, tener fantasías o berrinches o estar enfermo.  Todo los chakras del niño están abiertos en el sentido de que no cuentan con una película protectora que mantenga al margen las influencias psíquicas que llegan hasta él. Ello hace que el niño sea muy vulnerable e impresionable. Así, aun cuando los chakras no están desarrollados como los de un adulto y experimentan de forma vaga la energía que penetra en ellos, ésta sigue progresando hasta el campo del niño, quien debe ocuparse de ella en cierto modo (véase figura 8-2 para comparar los chakras de un adulto con los del niño).

Alrededor de los siete años de edad, sobre las aberturas del chakra se forma una pantalla protectora que filtra muchas de las influencias del campo energético universal.  De este modo, el niño pierde su anterior vulnerabilidad. Esta fase se puede observar cuando el niño crece y se individualiza.  Es un momento próximo al de la aparición del raciocinio.

Muchas veces es posible ver cómo un niño pequeño se sienta y acurruca en el regazo de su madre o su padre. Está siendo protegido de las influencias exteriores por el campo de su progenitor.  Esta vulnerabilidad infantil me hace ser muy conservadora en lo que se refiere a permitir que los niños intervengan en terapias de grupo con adultos. El adulto no tiene idea de lo que esto supone para el niño, a menos que haya regresado a ese estado de vulnerabilidad. He visto a padres que sometían inconscientemente a sus hijos a un choque psíquico innecesario haciéndoles participar en terapias de grupo, por considerar que se trataba de una actitud progresista, o porque cedieron a las presiones del grupo. La ira de un adulto golpea el sistema del niño como un shock psíquico, mientras que la tristeza y la depresión lo envuelven como una niebla.

Además del alimento físico, la lactancia proporciona al niño energía etérea.  En cada pezón hay un pequeño chakra que le aporta energía.  Recuérdese que los chakras del bebé no están desarrollados y que, por tanto, no metabolizan todas las energías del campo energético universal que necesita para apoyar su vida.

Figura 8-2: Chakras de adulto y de niño

La primera infancia

Conforme crece el niño y se empieza a desarrollar el segundo chakra su vida emocional se va enriqueciendo. El niño vive en mundos de fantasía creados por él mismo, empieza a sentir que es una persona distinta de su madre y esos mundos le ayudan a crear la separación. Las pertenencias del niño se encuentran dentro de estos mundos de fantasía. Desde el campo etéreo envía proyecciones que envuelven esos objetos y cuyas formas recuerdan las de las amebas.  Cuanto más importante sea el objeto en la creación del mundo fantástico, más conciencia energética surgirá de su campo para rodearlo. El objeto se convierte en parte del yo.  Cuando se le arrebata de la mano con fuerza, el objeto rasga el campo y causa dolor, tanto físico como emocional.

Alrededor de los dos años de edad, el niño considera a sus padres como pertenencias suyas: «yo, mi papá, mi mamá, etc.». En el aura se hacen más visibles los colores rojo-naranja y rosa-violeta. El niño está empezando a relacionarse con los otros, aprendiendo un tipo básico de amor. En lo que se refiere al campo, el niño es capaz de separarse del de su madre, aunque entre ambos sigue existiendo un cordón umbilical etéreo. Así se inicia el proceso de separación y de identidad independiente.  El niño crea un espacio de fantasía, habita en él, pero sigue teniendo a su madre conectada por su cordón umbilical etéreo. Todavía puede mirar atrás y ver que su madre no está demasiado lejos. Para el clarividente, este espacio aparece compuesto principalmente por energía de nivel azul, o de nivel etéreo.  Se trata de un espacio en el que el niño prefiere jugar solo o, si permite la entrada de un compañero de juegos, lo vigila atentamente para impedir que altere en demasía el espacio. En esta fase, el niño no tiene un ego lo bastante fuerte como para mantener una claridad real entre su yo y el del otro. Lucha por hallar su exclusividad y, sin embargo, se siente muy conectado a todas las cosas. Los objetos personales se convierten en formas de definir la individualización, definición a la que ayuda el espacio de energía privado. Así, cuando un niño visita el cuarto de otro niño de cinco a siete años de edad, el anfitrión se debate entre su deseo de comunicarse con el otro y su inclinación de preservar la imagen de sí mismo. Lucha por controlar los objetos personales que ayudan a definir quién es y alrededor de los cuales ha situado su propia conciencia energética. La lucha en este caso consiste en reconocer y mantener la auto individualización y, pese a todo, sentir la conexión con un «individuo» distinto.

A los siete años de edad, aproximadamente, el niño empieza a tejer una enorme cantidad de energía dorada en este espacio, que se hace más libre, más grande, menos conectado con la madre y más abierto a los visitantes. Como su sentido del yo es más elevado, el niño empieza ahora a descubrir similitudes en otros seres humanos. Ya puede permitir a los «otros» una mayor autoexpresión dentro de su espacio privado.  Permite que el visitante cree todo tipo de formas energéticas en ese espacio. Con ello, las cosas se hacen más «divertidas» y «vivas» y mejoran la vida de fantasía. Los niños entran en la fase de la «pandilla». Una de las cosas que posibilitan que así sea es que, alrededor de los siete años de edad, por encima de todos los chakras se presenta ya una pantalla protectora que impide el paso de muchas influencias energéticas procedentes del campo que rodea al niño. Éste se siente más «seguro» porque es en su campo aural donde realmente existe.

Ejercicio para detectar los espacios psíquicos

Los adultos también infunden sus espacios con sus energías. Estos espacios psíquicos son nidos que ofrecen seguridad a las personas para vivir y tener en ellos su ser.  Pruebe a sentir los espacios psíquicos que crean las personas.  Le enseñarán muchísimo sobre usted mismo y sobre el propietario del espacio. Empiece por sintonizar en los espacios que visita regularmente.  Entre en la habitación de un amigo. ¿Cómo se siente? ¿Qué le parece? ¿Quiere quedarse o prefiere irse?

Si tiene hijos, entre en sus habitaciones. Sienta la diferencia de energía en cada uno.  ¿Va bien esa energía con el niño? ¿Qué expresa sobre él? ¿El color es el apropia do, o es un color que usted ha impuesto en el espacio de su hijo? Piense en ello.

Pruebe en las tiendas que visite. A mí me resulta imposible permanecer en determinados establecimientos a causa de la energía que emana en ellos.

Haga ahora un pequeño experimento con objetos. Reúna un pequeño grupo de personas (preferiblemente de gente de la que no sepa demasiado), sitúe sus objetos personales en el centro y elija el que más le atraiga. Sosténgalo en la mano. ¿Qué sensación le produce? ¿Pe sado, cálido, amistoso, hostil, triste, feliz, seguro, peligroso, saludable, enfermo? ¿Re coge alguna   imagen? Concédase tiempo para sintonizar en el interior del objeto. Compruebe sus sensaciones con el propietario. Estoy segura de que ha acertado en algunas de las cosas que detecta. Practique y lo hará mejor la próxima vez.

Estado latente

Conforme el niño crece en el estado latente, entre los siete años y la pubertad, tiene lugar el desarrollo de nuevas facultades mentales junto con el desarrollo del tercer chakra. En esta fase se incrementa el color amarillo mental del aura. Aunque este chakra está abriendo las energías mentales y el niño asiste ya a la escuela, dichas energías se emplean principalmente para mejorar la vida fantástica infantil. Aquí entran en juego profundos impulsos y se producen conexiones teleológicas con el largo desarrollo pasado de la humanidad. El niño se convierte en jefe indio; la niña, en maga. Son impulsos teleológicos profundos que revelan el deseo del alma y que, con toda probabilidad, se relacionan con la tarea del alma en el mundo. Dentro de estas formas arquetípicas se encuentran las aspiraciones espirituales profundas, las metas y aspiraciones del individuo, expresadas por las capacidades que adopta cuando juega en el patio de recreo.  Ahora es cuando los tres primeros centros, el físico, el emocional y el mental del plano terrestre trabajan juntos para expresar la primera fase de la encarnación del alma.

Adolescencia

El reto de la adolescencia, como en todas las fases del crecimiento, consiste en hallar el yo y mantenerse fiel al mismo a través del caos de los cambios físicos y emocionales, los dulces deseos y los dolorosos rechazos.

A medida que el niño se acerca a la pubertad se empiezan a producir grandes cambios en todo su cuerpo y en el campo energético que lo rodea. Se añade más verde al aura y al espacio privado del individuo. El espacio es penetrado por las vibraciones de los amigos.  Conforme al chakra del corazón se abre a nuevos niveles de sentimientos y el alborear del eros y el amor emerge desde lo más profundo de la psique, el campo se inunda de un bello color rosa. Se activa la pituitaria (chakra del tercer ojo) y el cuerpo empieza a madurar convirtiéndose en adulto.  Todos los chakras son afectados por estos cambios.  En ocasiones, el individuo acoge con excitación estas nuevas vibraciones; en otras, las detesta porque acarrean nuevos deseos y una nueva vulnerabilidad que el individuo no ha experimentado antes. A veces, todo el campo resultará alterado y los chakras quedarán totalmente desequilibrados, mientras que en otras ocasiones todo fluirá de manera armónica.  De este modo, el individuo pasa por grandes cambios de realidad emocional, y sus acciones expresan esta confusión. Un momento antes era un niño, ahora es un adulto.

El individuo repite ahora todas las fases de crecimiento ya experimentadas, pero con una diferencia. Las tres primeras fases implicaban al yo como centro del universo. Era un conjunto formado por mí mismo, mi mamá, mi papá, mis amigos, etc. Ahora es la relación «yo-tú». El «yo» no existe solo, y el bienestar del «yo» depende ahora de que se hagan los ajustes apropiados en el «no-yo». Esto se debe en parte a que el individuo no «posee» ya los objetos de amor, como sucedía en el caso de sus padres o sus juguetes. Ahora su bienestar depende, o así lo cree, de que equilibre sus acciones para «convencer» a la persona amada de que lo ame. Esto produce una tensión sobre la psique entre quién piensa que es y quién piensa que debería ser (según quién piense que desea ser, o viceversa). Esto sucedía ya, desde luego, con los padres, pero ahora es más evidente, pues en cualquier momento el ser amado puede elegir a otro, y con frecuencia lo hace públicamente.

La edad adulta

Para cuando termina la adolescencia ya están definidos los chakras y la pauta energética utilizada por el individuo. Todos los chakras han adoptado una forma adulta.  Es en este punto cuando el individuo puede tratar de asentarse y no sufrir más cambios. Algunos lo logran y, con ello, hacen que sus vidas se establezcan conforme a pautas seguras, firmes, de realidad claramente definida y limitada.  Otros muchos, agitados por sus experiencias vitales, comprenden que la realidad no es tan fácilmente definible y emprenden una búsqueda de significados, que durará toda la vida y les conducirá a través de un reto constante hacia experiencias más profundas de plenitud.

En la madurez, el «yo-tú» se expande para incluir a la familia personal, que crea su propia forma energética. Nuevas energías que fluyen por el chakra de la garganta ayudan a este proceso personal de dar y recibir. Con el transcurso del tiempo, el «yo-tú» se puede ampliar para incluir al individuo y al grupo. Es posible que el corazón se abra para acoger no sólo el amor a la pareja y los hijos, sino también el amor a la humanidad. El color del aura se percibe de un bello tono lila. Entonces se convierte en la integración de la conciencia del yo, el otro y el grupo.  A medida que el tercer ojo se abre a vibraciones más altas, uno empieza a ver la unidad de todas las cosas y puede apreciar, al mismo tiempo, la preciosa exclusividad de cada alma endivia dual dentro de esa unidad.

La madurez

Conforme el individuo se acerca a la vejez y a la muerte se pueden añadir a los cuerpos energéticos tasas de vibraciones todavía más altas.  El cabello de las personas se vuelve blanco brillante a medida que la luz blanca que recorre su ser aumenta su afinidad con el mundo espiritual. Ahora, a la relación «yo-tú» se añade una personal, muy profunda, con Dios.  La energía terrenal inferior, metabolizada a través de los chakras inferiores, decrece y es sustituida constantemente por energías más finas y elevadas que tienen mucho más que ver con el espíritu que con la vida en el plano físico. La persona se está preparando para regresar al mundo del espíritu.  Cuando se entienden estos procesos naturales -y se permite que se desenvuelvan desde el interior de la psique, la vida personal del individuo queda inundada de serenidad y amor. Todo encaja en su lugar a partir del crecimiento que se ha producido a lo largo de los años.  En especial, el chakra del plexo solar se hace más armonioso. La persona es capaz de aumentar su profundidad de percepción, que hace de la vida (a pesar de la disminución de la fuerza física) algo cuyo interés crece continuamente y adquiere experiencias más ricas.  Es lamentable que nuestra cultura, en general, no respete y utilice este gran recurso de sabiduría y luz como lo hacen otras culturas, por ejemplo, la de los indios norteamericanos, en cuyas comunidades son las abuelas y los abuelos quienes mantienen el poder decisorio.

La muerte

Según Phoebe Bendit, al morir se produce un rayo luminoso que surge destellante de la parte superior de la cabeza cuando la persona abandona el plano terrenal a través del chakra de corona.  Esta experiencia de salir por la corona ha sido descrita frecuentemente como un túnel que se recorre entre la vida y la muerte. Se ve un túnel largo y oscuro al final del cual brilla una luz. También se puede describir esta «experiencia del túnel» como el ascenso del alma por la corriente de fuerza principal del cuerpo, a lo largo de la espina dorsal, para salir a la brillante luz del chakra de corona.

Al morir, el alma es recibida por sus guías espirituales y por los viejos amigos fallecidos.  En este momento, el alma ve desfilar con gran rapidez y claridad toda su vida pasada, de forma que no caben errores sobre lo que pasó, las decisiones que adoptó, las lecciones aprendidas o las que le queden por aprender para la siguiente reencarnación.  A ello sigue un período de celebración de la tarea cumplida, y algún tiempo que transcurre en el mundo espiritual antes de la nueva reencarnación.

He visto frecuentemente que cuando alguna persona muere como consecuencia de una prolongada enfermedad, durante algún tiempo después de fallecer descansa rodeada por una luz blanca.  Da la sensación de que cuidaran de ella en algún tipo de hospital del otro lado.

He observado a dos personas en estado preagónico un par de días antes de que fallecieran. En ambos casos se estaban muriendo de cáncer y llevaban enfermas algún tiempo. Los tres cuerpos inferiores se estaban fragmentando y abandonaban el cuerpo como manchas blancas opalescentes. También se estaban disgregando los tres chakras inferiores, con largas tiras de energía brotando del plexo solar. Los cuatro chakras superiores parecían estar muy abiertos, como orificios profundos. Ya no estaban cubiertos por sendos escudos. Al iniciar el último viaje estas personas pasaban la mayor parte de su tiempo fuera del cuerpo, alejadas de él.  Aparentemente estaban en algún lugar exterior junto con sus guías espirituales. Cuando permanecían en sus cuerpos la habitación se llenaba de espíritus.  En un caso vi a Azrael guardando la entrada.  Como la persona sufría fuertes dolores, pregunté a Azrael por qué no la ayudaba a morir. Me respondió: «No me han dado órdenes todavía». (Azrael es el ángel de la muerte y, para mí, su aspecto es fuerte y hermoso, no aterrador como han insinuado algunas fuentes.)

Lo que dice Heyoan sobre la muerte

Mi guía ha hablado sobre el proceso mortal, y quisiera citar aquí sus palabras. En primer lugar, dice que la muerte no es lo que suele creerse, sino la transición de un estado de conciencia a otro. Heyoan dice que ya hemos muerto antes, olvidándonos de quiénes somos. Las partes de nosotros que han sido olvidadas están separadas de la realidad por un muro, y hemos llegado a la encarnación para rescatarlas. Tememos a la muerte, pero ya hemos muerto, y en el proceso de encarnación que reintegra nuestro ser mayor lo que realmente encontramos es más vida. Lo único que muere, según Heyoan, es la muerte.

Durante nuestra vida tapiamos las experiencias que deseamos olvidar.  Lo hacemos con tal efectividad que no recordamos muchas de ellas. Iniciamos este proceso de tapiado en la primera infancia y lo proseguimos durante toda la vida.  Estas piezas ocultas tras el muro de nuestra conciencia se pueden ver en el campo aural formando bloques, a los que nos referiremos en el capítulo dedicado a la psicodinámica. Heyoan dice que la muerte real se ha producido ya en forma de ese muro interno. Cito a continuación sus palabras.

«Como sabes, lo único que te separa de algo eres tú misma. Y lo más importante es que la muerte se ha producido ya en las porciones de ti misma que han sido tapiadas. Desde nuestra posición ventajosa, esa sería, quizá, la definición más clara de lo que el ser humano considera que es la muerte.  Ser tapiado y separado. Olvidar. Olvidar quién eres; eso es la muerte. Tú ya has muerto. De hecho, te has encarnado para dar vida a esas piezas de ti misma que ya están en lo que llamáis la muerte, si debemos usar este término. Esas partes ya han muerto.

El proceso de morir, eso que Llamaremos transición hacia una conciencia superior, se puede considerar un proceso en el campo energético.  Lo describiremos ahora para ayudarte a entender el proceso de la muerte desde el punto de vista aural. Es un lavado del campo, un despeje, una apertura de todos los chakras. Cuando mueres, pasas a otra dimensión. Se produce la disolución de los tres chakras inferiores. Se produce la disolución, y observa que decimos disolución, de los tres cuerpos inferiores. Aquellos de entre vosotros que habéis visto cómo morían otras personas observasteis la calidad opalescente de sus manos, sus rostros, sus epidermis. Mientras muere, el individuo es una madreperla opalescente, y las hermosas nubes opalescentes se dispersan. Esas nubes son los cuerpos energéticos inferiores que sirven para mantener unido al cuerpo físico.  Se están desintegrando.  Son barridas y los chakras se abren y salen cordones de energía.  Los chakras superiores son grandes agujeros abiertos a otras dimensiones. Por tanto, es en las fases iniciales de la muerte cuando el campo energético empieza a separarse. Las partes bajas del campo energético se separan de las altas.  Y entonces, durante tres horas más o menos alrededor de la hora de la muerte, se produce un lavado del cuerpo, un bautismo, un bautismo espiritual del cuerpo donde se vacía la energía como una fuente, ascendiendo por la corriente de fuerza vertical principal. A través de ella brilla una fuente de luz dorada y todos los bloques se limpian. Y el aura se torna oro blanco. ¿Cómo experimenta esto, en términos de memoria, el individuo que agoniza? Ya lo has oído.  Una persona ve toda su vida lavada por esos bloques. Bien, ahí lo tienes.  Hay un fenómeno de campo energético concomitante con el lavado del aura. Se dejan ir todos los bloques. Se desbloquean todas las experiencias olvidadas de esa vida.

Todas fluyen a través de la conciencia. Así, toda la historia de esa vida fluye a través de la conciencia, y cuando la persona se va, también se marcha la conciencia.  Es la disolución de muchos de los muros que se erigieron para el proceso de transformación de esta vida particular. Es una integración tremenda.

Con la disolución de las paredes del olvido en tu interior recuerdas quién eres en realidad. Te integras con tu yo superior y sientes la ligereza y la inmensidad de éste. Así, la muerte, en contra de la opinión popular, es una experiencia absolutamente maravillosa. Muchos habéis leído descripciones de personas declaradas clínicamente muertas que han vuelto a la vida.  Todas hablan de un túnel al final del cual brilla una potente luz. Hablan del encuentro con un ser maravilloso al final de dicho túnel. En su mayoría revelan que decidieron volver al mundo físico a completar su aprendizaje, pese a la belleza del lugar al que fueron. Ya no temen a la muerte, sino que la esperan como una gran liberación hacia la serenidad.

Por tanto, es tu muro el que te separa de esta verdad: lo que llamas muerte es, en realidad, transición a la luz. La muerte que imaginas que vas a experimentar la puedes encontrar dentro de tu muro. Cada vez que te separas de ti misma en cualquier forma, mueres una pequeña muerte. Cada vez que bloqueas el flujo de tu maravillosa fuerza vital, creas una pequeña muerte.  Por tanto, cuando recuerdas aquellas partes separadas de tu ser y las reintegras a ti misma, ya has muerto. Vuelves a la vida. A medida que expandes tu conciencia, se disuelve el muro entre ti y el mundo, entre la realidad espiritual y la física. Así se disuelve la muerte, liberando el muro de la ilusión cuando estás lista para avanzar. Y se redefine con mayor claridad quién eres. Sigues siendo tu yo individual; cuando abandones tu cuerpo, mantendrás la esencia del yo. Puedes sentir esa esencia del yo en las meditaciones futuro/pasado que se ofrecen en el capítulo 27 (Auto curación). Tu cuerpo físico muere, pero tú te trasladas a otro plano de la realidad. Mantienes la esencia del yo más allá del cuerpo, más allá de la encarnación.  Y cuando abandones tu cuerpo, es posible que te sientas como si fueras un punto de luz dorada, pero te seguirás siendo tú misma».

Revisión del capítulo 8

  1. ¿Cuándo se hace cargo el alma de un cuerpo?
  2. ¿Cuál es la importancia del momento de nacer con respecto al CEH?
  3. ¿Cuáles son las dos diferencias principales entre los chakras de un niño pequeño y los de un adulto?
  4. ¿Qué tiene que ver el aura a con el desarrollo de la infancia?
  5. ¿Por qué, en relación con el aura, grita de dolor el niño cuando alguien le quita algo de las manos?
  6. ¿Por qué le gusta al niño sentarse dentro del aura de un adulto?
  7. ¿Qué avances principales se producen en el aura durante las siguientes fases del desarrollo: ¿antes de nacer, al nacer, en la lactancia, en la primera infancia, en el estado latente, en la pubertad, en la madurez, en la mediana edad, en la edad avanzada, en la muerte?
  8. ¿A qué edad se completa el proceso de encarnación?
  9. Describa la experiencia de la muerte según la han presenciado los observadores de la EPS.

Alimento para la mente

  1. Comente la relación del CEH con el espacio personal de un individuo.
  2. Comente la relación de los límites personales con el CEH.