Manos que curan. Parte 18ª

Manos que curan. Parte 18ª

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Manos que curan. Bárbara Ann Brennan parte 18ª

Capítulo 18

VISIÓN INTERNA

Mi primera visión interna tuvo lugar una mañana en que, tendida en la cama, observaba la interesante estructura muscular y ósea de la nuca de mi marido, dormido de costado junto a mí. Pensé lo curiosa que resultaba la forma en que se conectaban los músculos con las vértebras cervicales. De pronto me di cuenta de lo que estaba haciendo y desterré la visión de inmediato. No «volví» a ese nivel de realidad durante algún tiempo; me decía a mí misma que había acabado con ella. Pero, naturalmente, volvió en su momento y empecé a «ver» en el interior de mis clientes.  Al principio me resultaba desconcertante, pero como mi visión interna persistía decidí hacerlo yo también.  La visión interna se correspondía con otros informes que podía obtener sobre el paciente, fuera a través de él mismo o de su médico.

La visión interna es la versión humana de los rayos X o del proceso de resonancia magnética nuclear (RMN), y es tan compleja como éstos. Incluye la capacidad de observar el interior del cuerpo a cualquier profundidad y resolución (hasta cierto límite) que uno desee. Es una nueva forma de percibir las cosas. Si quiero ver un órgano, me centro en él. Si lo que quiero ver es el interior o alguna parte específica del órgano, me centro en ello. También lo hago sobre un microorganismo que esté invadiendo el cuerpo. Recibo imágenes de estas cosas; su aspecto es el de cualquier imagen normal. Por ejemplo, un hígado saludable aparece de color rojo oscuro, igual que en la visión normal.  Si ha sufrido o sufre ictericia, tendrá un color pardo amarillento enfermizo. Si la persona ha estado o está sometida a quimioterapia, el hígado tendrá una coloración parda verdosa. El aspecto de los microorganismos es, más o menos, el mismo que pueden presentar vistos al microscopio. Mis experiencias sobre la visión interna, que se produjeron de forma espontánea al principio, se hicieron luego más controlables. Empecé a comprender que, para ver de este modo, tenía que situarme en un estado particularmente abierto, en el que mi tercer ojo (el sex to chakra) estuviera activado y el resto de mi mente en estado centrado, en relativa calma. Más adelante descubrí las técnicas para situarme en tal estado de manera que pudiera mirar al interior del cuerpo cuando lo deseara, siempre que fuera capaz de situarme en ese estado mental y emocional. Si estaba cansada no podría hacerlo, en parte porque en tales circunstancias resulta más difícil centrarse y serenar la mente. El cansancio hace también más penosa la tarea de elevar la propia tasa vibratoria. Descubrí, además, que importaba poco que mantuviera los ojos abiertos o cerrados, excepto por el hecho de que teniéndolos abiertos puede producirse interferencia a causa de la información adicional. Hay ocasiones en que ésta ayuda a centrarse, pero otras perjudican la concentración. Por ejemplo, a veces recurro a la vista para que me ayude a centrar mi mente en lo que estoy mirando. En otras ocasiones, cierro los ojos tratando de dejar fuera cualquier otra información que pueda distraerme.

Ejemplos de visión interna

En la figura 18-1 se ofrece un ejemplo de dicha visión. En el ángulo superior izquierdo se muestra la vista aural frontal externa, en el superior derecho la vista interior, y la ilustración de abajo muestra la vista dorsal externa. Se trataba, en este caso, de una amiga mía que resbaló en el hielo y cayó lesionándose un hombro. Mientras trabajaba con ella pude ver la «hemorragia aural» que se producía en la parte frontal del hombro, por donde estaba perdiendo energía. Las líneas energéticas de la zona dorsal a lo largo del músculo trapecio estaban enmarañadas y había que enderezarlas. Situé la mano derecha en forma de copa sobre la hemorragia, a fin de detenerla, y peiné las marañas de la espalda.  Mientras lo hacía, pude ver el extremo astillado del húmero, lo que confirmaron luego los rayos X.  Esta «breve» sesión de curación (media hora) bastó para restañar la hemorragia y desenmarañar el enredo, lo que ayudó a que el hueso fracturado sanara más rápidamente.

Otro ejemplo, que se muestra en la figura 18-2, es el de un quiste ovárico que, según observé, debía medir unos siete centímetros de diámetro, el tamaño de una pelota de tenis. El 3 de enero (figura 18-2) tenía un aspecto gris azulado oscuro. Un médico había diagnosticado ya el quiste, pero no así la inflamación pélvica, que aparecía de color rojo oscuro en el aura.  Para el 15 de enero (figura 18-2B), se había encogido hasta unos cuatro centímetros, y el médico había diagnosticado la inflamación pélvica. El 21 de enero (figura 18-2C), el quiste medía dos centímetros, pero se estaba ennegreciendo y mostraba una extraña configuración en espiral que se conectaba con él. La paciente había sido sometida a una dieta limpiadora que estaba despejando el problema. (Yo no le estaba aplicando curación en ese momento, sino sólo observando la evolución.) El 29 de enero (figura 18-2D) el quiste aumentó de volumen, hasta tres centímetros, el tamaño de una moneda, al producirse la menstruación (es algo que sucede normalmente con los quistes). Para el 6 de febrero (figura 18-2E) se había reducido a un centímetro y, finalmente, el 3 de marzo (figura 18-2F) había desaparecido por completo, siendo reemplazado por una gran cantidad de buena y sana energía premenstrual. Todas estas observaciones se correspondían, en lo que respecta al tamaño, con las del médico que realizó el examen pélvico.

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Figura 18-1: Lesión en el hombro percibida mediante la visión interna. (Vista de diagnóstico)

Líneas de energía enmarañadas

A causa del color oscuro del aspecto del quiste en el aura, el 21 de enero tanto el médico como yo aconsejamos a la mujer que tomara antibióticos. Se sabe que, durante un periodo de tiempo prolongado (tres años en este caso), este tipo de enfermedad, la inflamación pélvica, precede al desarrollo de un cáncer, lo que queríamos prevenir eliminando la infección.  La paciente mantuvo una dieta limpiadora a todo lo largo del tratamiento. Tal vez se hubiera librado totalmente de la infección sin necesidad de antibióticos, pero no queríamos correr el riesgo. Según mi visión interna, el quiste parecía casi negro. En esta fase precoz, el cáncer es azul grisáceo oscuro y, a medida que progresa, se va haciendo negro en el aura. Más adelante aparecen puntos blancos sobre el negro.  Cuando dichos puntos destellan y saltan como la lava de un volcán, el cáncer se ha metastatizado. En el caso que nos ocupa, el quiste se iba oscureciendo demasiado como para esperar que la dieta limpiadora, por sí sola, hiciera el trabajo necesario.

La figura 18-3A muestra otro caso de inflamación pélvica: quiste ovárico y tumor fibroide. Como el lector puede ver, es fácil distinguir los quistes HSP de los tumores fibroides, que aparecen en el campo con una tonalidad parda rojiza.

La figura 18-3B muestra un ejemplo del uso de la visión interna a distancia. Al término de una de mis clases, cierta alumna me preguntó si podría someter a una amiga suya, que tenía dos fibroides, a una sesión de curación. Mientras me preguntaba, vi inmediatamente el interior de la región pélvica de su amiga y dibujé mi visión interna en la pizarra. Dos meses más tarde, cuando sometí a la paciente a la sesión de curación, se confirmó el dibujo, y también el diagnóstico médico refrendó mi visión.  Tenía dos tumores fibroides relativamente pequeños que aparecían con una coloración parda rojiza en el aura.  El de la derecha estaba más alto y en el exterior del útero, mientras que el de la izquierda, más bajo, se encontraba parcialmente incrustado en él. Lo que no había podido ver a distancia, pero que observé durante la sesión de curación, era que el segundo chakra frontal tenía una rotura, debida en parte, probablemente, a la extirpación del ovario izquierdo. Lo más seguro es que este chakra fuera alterado antes de extirpar el ovario, siendo la primera causa de la disfunción. Estoy segura de que la intervención quirúrgica ocasionó más traumas al chakra. Se añade al trauma quirúrgico el hecho de que las mujeres suelen retirar su energía del área de donde se ha extirpado un ovario porque no quieren sentir el dolor emocional de su pérdida. Este tipo de bloqueo inhibe el proceso de curación natural en dicha zona del cuerpo, lo que llega a empeorar el trauma.

Precognición con visión interna

Cierto día, cuando me disponía a visitar a una amiga, experimenté un caso de precognición, o aviso de los maestros espirituales. Me hallaba a tres manzanas de su oficina cuando recibí el aviso de que no estaría allí, que quizá había sufrido un ataque cardiaco y me necesitaban para que le aplicara una sesión de curación. Su oficina estaba cerrada cuando llegué, por lo que me dirigí a su apartamento, donde la encontré en un estado de dolor físico, sujetándose el brazo izquierdo contra el cuerpo. Había pasado la mañana en la sala de urgencias haciéndose cardiogramas. La figura 18-4 muestra lo que me reveló mi visión. Había dolor emocional y miedo aferrados a la garganta y el plexo solar, y la energía que se hallaba estancada en el área del corazón penetraba en su cuerpo e iba directamente hacia atrás a través del aspecto posterior del chakra cardiaco. La quinta vértebra torácica (T5) estaba desplazada a la izquierda. Esta vértebra no guarda relación con los nervios que intervienen en el corazón, pero se encuentra situada en la raíz del chakra cardiaco.

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Figura 18-2: Curación de una inflamación pélvica y un quiste ovárico (visión interna) (Vista de diagnóstico)

También pude observar debilidad en la aorta, justamente encima del corazón. A medida que trabajamos juntas para despejar la energía estancada alrededor de éste, mi amiga liberó la retención emocional en las zonas de la garganta y el plexo solar compartiendo su dolor conmigo y llorando. La energía oscura desapareció; la T5 volvió a su sitio. La muchacha se sintió muchísimo mejor. Cuando me marché, la debilidad de la aorta seguía presente, pero con el tiempo se ha aliviado considerablemente.

Visión interna microscópica

En la figura 18-5 A y B se ofrecen dos ejemplos de visión interna microscópica. La figura 18-5A muestra los diminutos organismos en forma de bastoncillo que penetraron el área del hombro/brazo de una persona a la que se diagnosticó una ligera infección de lepra. Pude ver cómo esos organismos penetraban en dicha zona, tanto en el músculo como en el hueso. A medida que trabajábamos para curar la dolencia, una luz muy fuerte de color lavanda y luego plateada fue fluyendo al interior del cuerpo y llenó la zona infectada. La luz hizo que los organismos vibraran a gran velocidad. Daba la sensación de que los hacía saltar. Luego el flujo energético giró y los aspiró arrastrándolos al exterior del cuerpo.

En el caso de una paciente llamada Rosé, la cual se hallaba afectada de leucemia mieloblástica aguda y había estado sometida a quimioterapia, pude ver extraños objetos planos, blancos, semejantes a semillas, que parecían invadir los glóbulos rojos (figura 18-5B).  Aproximadamente un año antes de que recurriera a mí, varios médicos habían diagnosticado su probable muerte en el plazo de dos semanas. Se sometió de inmediato a cuidados intensivos y a quimioterapia. Me explicó que cuando le dijeron que le quedaban dos semanas de vida vio una luz blanca dorada en la habitación y supo que no se iba a morir. Mientras estuvo hospitalizada escribió unas palabras en la etiqueta de cada frasco de líquido que entraba en su cuerpo incluyendo los de la quimioterapia: «amor puro». La quimioterapia no le produjo efectos secundarios y la enfermedad empezó a remitir.

Cuando se convirtió en paciente ambulatoria y siguió sometiéndose a quimioterapia, empezó a recibir sesiones de canalización de una amiga mía, Pat Rodegast, que canaliza a un guía llamado Emmanuel. Emmanuel dijo a Rose que suspendiera la quimioterapia porque le hacía enfermar. Los médicos le habían dicho que si la suspendía moriría en muy breve plazo porque sus muestras de sangre probaban que seguía en proceso de remisión, pero que no estaba curada. Aunque no le resultó fácil, decidió parar. Fue entonces cuando acudió a mí y cuando vi en su sangre los objetos semejantes a semillas. Durante la primera sesión de curación esos objetos se soltaron de golpe con un relámpago de luz lavanda y luego plateada, y a continuación todos ellos fueron absorbidos y expulsados. El siguiente análisis de sangre demostró que estaba completamente limpia y normal, por primera vez desde que le diagnosticaron la enfermedad.

Es evidente que yo no fui el instrumento principal de su curación; mi papel fue de apoyo y me limité a lima- piarle la sangre. Gracias a mi visión interna pude garantizarle que su sangre no tenía nada anormal, lo que siguieron corroborando los sucesivos análisis, hasta que decidimos que ya no era necesario que siguiera acudiendo a mi consulta para obtener dicho apoyo. No le fue fácil aceptar la verdad, y seguía necesitando que la apoyara porque en aquel entonces los médicos estaban francamente asustados ante la perspectiva de que muriera de inmediato si suspendía la quimioterapia, y así se lo decían con regularidad. Esto no significa, en modo alguno, una crítica a los médicos; ellos hacían cuanto podían por salvar su vida, pero en este caso intervenían otros factores de los que no tenían conocimiento. Yo, como sanadora, tenía acceso a dicha información; ellos, no. Éste es un ejemplo que demuestra el gran servicio que obtendrían los pacientes si se estableciera una abierta colaboración entre los sanadores espirituales y los médicos. Tenemos muchísimo que darnos mutuamente para colaborar en el proceso de curación.

El proceso de la visión interna

He elaborado una explicación sobre la forma en que actúa la visión interna. Por medio de mi visión interna o rayos X he observado el sendero de luz que penetra en el cuerpo, viendo lo que a continuación describiré. La luz penetra tanto a través del tercer ojo como por los ojos físicos y fluye a lo largo de los nervios ópticos, como se muestra en la figura 18-6. Esta luz tiene una vibración más elevada que la luz visible y puede penetrar por la epidermis. Pasa a través del quiasma óptico y rodea la pituitaria, situada inmediatamente detrás de aquél. Entonces, la luz toma dos caminos. Uno va a los lóbulos occipitales para la visión normal; el otro, al tálamo, para el control oculomotor. He observado que, mediante determinadas técnicas meditativas y respiratorias, se puede hacer que el pituitario empiece a vibrar e irradiar una luz aural dorada (o rosa, si la persona está enamorada). La vibración y la luz dorada aumentan la cantidad de luz que se ramifica al área del tálamo. Según mi visión, la luz aural se arquea sobre la parte baja del corpus callosum y es dirigida hacia la glándula pineal, que actúa como detectora de la visión interna. Respirando de cierta manera controlada que hace que el aire frote contra la parte posterior de la garganta y el paladar blando, situado justamente al otro lado de la pituitaria, puedo estimular a esta última para que vibre. Esta respiración meditativa me ayuda, además, a enfocar mi mente y relajarla. También lleva la luz dorada hacia arriba, siguiendo la parte posterior de mi espina dorsal desde la base, y la luz rosada hacia arriba por la parte frontal. Estas dos corrientes se arquean una encima de otra en el área del tálamo, lo que aporta más energía a la parte central de la frente y a las zonas centrales del cerebro, que son con las que veo. La sensación subjetiva de este tipo de visión permite que algo (energía, información) penetre en la zona de la cabeza donde se halla el tercer ojo. Este tipo de visión aporta la capacidad para explorar a cualquier profundidad que se elija, con un amplio abanico de resoluciones, hasta el nivel celular e incluso viral.

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Figura 18-4: Visión interna de problemas cardiacos (Vista de diagnóstico)

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Figura 18-5: Visión microscópica interna

B. Sangre de un paciente leucémico

Mi sensación subjetiva es la de tener un scanner en la cabeza, situado en la parte central del cerebro, detrás del tercer ojo, a unos cinco centímetros hacia dentro, donde una línea recta que partiera del tercer ojo cortaría a otra trazada entre las sienes.  Éste parece ser el centro del aparato exploratorio. Puedo mirar en cualquier dirección desde el lugar en que me encuentre sin tener que mover la cabeza; sin embargo, me suele servir de ayuda mirar directamente aquello que esté explorando.

Cuando recibo a un paciente realizo una exploración generalizada de todo su cuerpo para seleccionar las áreas de interés. Me siento atraída hacia las zonas que requieren atención.  Entonces procedo a afinar mi enfoque del área en cuestión y la exploro con una resolución más precisa. En ocasiones, para que la exploración sea más certera, realizo la imposición de manos en esa zona.  De este modo me resulta más fácil.

A veces recurro a otro método: me limito a pedir que se me muestre una imagen del problema y recibo entonces un cuadro mental de la situación.

Ejercicios para establecer la visión interna 1. Viajar por el cuerpo

La mejor forma de practicar la visión interna es mediante ejercicios de relajación profunda, incluyendo lo que denominamos viajar por el cuerpo.

Para empezar, tiéndase y aflójese toda la ropa.  Inspire profundamente y relájese.  Pruebe de nuevo.

Inspire otra vez profundamente y tense todo el cuerpo al máximo que pueda. Contenga la respiración y espire entonces dejando que desaparezca la tensión. Hágalo de nuevo. Repita ahora el ejercicio tensor- respiratorio, pero tensando el cuerpo sólo la mitad que antes, también en su totalidad. Espire y afloje los músculos.

Vuelva a inspirar a fondo y relájese mientras deja escapar el aire.  Repita el ejercicio tres veces sin tensar el cuerpo. Visualice cómo la tensión rezuma de su cuerpo como miel espesa que se deposita sobre la superficie en la que está echado.  Note cómo los latidos de su corazón se van haciendo más lentos hasta alcanzar un ritmo’ suave, agradable, saludable.

Imagínese ahora que es usted algo diminuto, como un punto de luz, y penetre en su cuerpo por el lugar que elija. Ese yo diminuto fluye hasta el hombro izquierdo relajando la tensión por donde pasa; desciende entonces por el brazo izquierdo para penetrar en la mano, relajando toda la tensión con una ligera sensación de cosquilleo, calor y energía. Su brazo izquierdo resulta ahora pesado y cálido.

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Figura 18-6: Anatomía de la visión interna

Ahora, su yo diminuto fluye hacia atrás por el brazo izquierdo, desciende por la pierna izquierda relajando toda su tensión, vuelve a subir por dicha pierna para penetrar en la derecha y regresa al brazo derecho. Todo su cuerpo tendrá una sensación de calor y pesadez.  Empiece ahora a explorar sus sistemas corporales con ayuda de su yo diminuto. Penetre en el corazón y siga el riego sanguíneo que

va bombeando por el cuerpo. ¿El aspecto del sistema es bueno? ¿Lo nota sano? Viaje ahora por los pulmones y examine sus tejidos. Pase a los órganos digestivos. Siga el recorrido de los alimentos que ingiere: vaya de la boca al esófago y de aquí al estómago. ¿Qué aspecto tiene éste? ¿Recibe suficiente energía? ¿Está equilibrado en cuanto a la cantidad de enzimas digestivas que necesita? Siga ahora al alimento cuando sale del estómago y pasa a la parte baja de éste, de ahí al intestino delgado y luego al grueso. ¿Está todo bien? Vuelva ahora y penetre en el hígado, el páncreas, el bazo.  ¿Funciona todo bien? Viaje por sus genitales.

¿Reciben los amorosos cuidados que se merecen?

Si hay algún lugar de su cuerpo que le preocupe, envíe a su yo diminuto, con amor y energía, a esa área y examínela cuidadosamente. Si le falta algo, deje que su yo diminuto lo solucione. Si hay que limpiarla, hágalo. Si precisa energía, deje que su yo diminuto se la envíe.

Cuando haya quedado satisfecho de la exploración y los cuidados de su cuerpo, deje que el yo diminuto crezca a su tamaño normal y se funda con su auténtico ser.

Puede volver a este tipo de autoexploración cada vez que quiera.

Regrese a su estado consciente normal, pero manténgase profundamente relajado, lleno de confianza en sí mismo y atento. Ha estado explorando su propio cuerpo.

2.  Explorar a un amigo

Siéntese en una silla delante de su amigo; uno será el observador y el otro deberá ser receptivo a la observación. Haga un ejercicio de meditación para silenciar su pensamiento. Déjese concentrar suavemente sobre su amigo. Mantenga los ojos cerrados. Recuerde la sensación de viajar por su propio cuerpo; ahora podrá hacerlo visualmente por el de su amigo. Esta vez la sensación será un poco distinta, pues la observación se realiza desde fuera del cuerpo.

Primero explore el cuerpo para hallar el área que le atraiga. Al principio puede usar las manos, pero sin to- car a su amigo. Más adelante no tendrá que recurrir a ellas. Cuando sea arrastrado intuitivamente a un área concreta, limítese a concentrarse más en ella. Déjese concentrar en los órganos de esa zona. Crea en lo que ve. Puede que reciba un color, una textura, una sensación o simplemente algo vago, indefinido. Deje que las imágenes entren en su cabeza.

Cuando se sienta satisfecho con lo que ha descubierto, déjese arrastrar a otra zona del cuerpo y repita el ejercicio. Si no se siente atraído por otra parte, limítese a empezar de nuevo a explorar el cuerpo.

Puede hacerlo por zonas o, si está familiarizado con la anatomía (algo que deberá aprender si quiere ser sanador), explore los sistemas corporales. Fíjese en lo que ve en su mente.

Si su exploración le ha satisfecho, regrese lentamente a sí mismo y abra los ojos.

Comente con su amigo lo que haya podido detectar. ¿Cómo se corresponde lo que ha detectado con lo que su amigo sabe sobre sí mismo? ¿Qué es lo que no coincide? ¿Puede explicar por qué? Quizá la respuesta esté en las suposiciones que usted haya hecho.  Tal vez el problema radique en su propio cuerpo. A lo mejor tiene razón y su amigo desconoce la situación que usted ha «visto». Cambie ahora de papel y deje que sea su amigo quien le observe. Sea pasivo, para facilitarle la tarea.

3.  Meditación para abrir el scanner de su tercer ojo

Un ejercicio que me sugirió uno de mis maestros, el reverendo C. B., consiste en tumbarse de espaldas o sentarse en posición recta. Compruebe que está cómodo. Inspire profundamente por la nariz. En primer lugar, llene de aire el abdomen inferior, luego la parte media del torso y por último la parte superior. Abra ahora la boca tanto como pueda. Mantenga la lengua pegada al fondo de la garganta y disponga ésta de forma que deje escapar el aire únicamente si roza contra la parte superior posterior de la garganta, cerca del paladar blando. Intente que raspe lo más atrás que pueda. El aire debe salir raspando con suavidad, no borboteando. No incline la cabeza hacia atrás; debe mantenerla recta sobre la espina dorsal.  Deje escapar poco a poco el aire del cuerpo, primero del abdomen inferior, luego del torso medio y finalmente de la parte alta de éste. Deje que salga todo. Inspire y relájese, para repetir a continuación la respiración frotadora. Cuando se haya habituado a hacerlo, añada la visualización que sigue.

A medida que el aire vaya saliendo de su cuerpo visualice un rayo de luz dorada que empieza en el área posterior de la pelvis, le recorre la espina dorsal hacia arriba y penetra en el área central del cerebro. Repita la respiración frotadora tres veces. Concéntrese ahora en la parte delantera de su cuerpo. En esta zona, el rayo de luz aparece rosado.  Realice otras tres respiraciones frotadoras.  Observe que los dos rayos de luz se arquean sobre la parte central del cerebro y penetran en éste.

Cuando haya aprendido a hacer este ejercicio no realice más de tres o cuatro respiraciones por cada lado del cuerpo, de lo contrario podría marearse. Le ruego que trate este ejercicio con el máximo respeto, pues es muy poderoso. Hágalo todo con lentitud. No puede acelerar su evolución de forma no orgánica. Nunca da resultado (aunque la mayoría desearíamos que lo diera).

Muchas veces, en el curso de una sesión de curación, hago ejercicios rápidos de respiración que me ayudan a elevar mis vibraciones y energías para poder examinar mejor el aura y ver en ésta niveles más elevados, así como para transmitir frecuencias más altas por mi campo. Para ello, hago que el aire raspe

contra la parte superior trasera de mi garganta, pero lo hago respirando muy breve y rápidamente por la nariz. Ahora me resulta fácil hacerlo, pues he repetido el ejercicio muchísimas veces.  En ocasiones, además, realizo inspiraciones y espiraciones largas, firmes, iguales e ininterrumpidas, y froto el aire en la parte posterior de mi garganta para centrarme en el enfoque, aclarar mi mente y equilibrar mi campo energético. A esto lo llamo técnica de respiración de frotamiento nasal.

La información recibida todavía es más útil si se combina la elevada visión sensorial con la elevada audición sensorial.

Hallar la causa de una enfermedad: recorrer el tiempo hacia atrás

He descubierto un procedimiento para «leer» la causa de un problema físico determinado. Combina dos técnicas:  la primera es la manera normal de evocar la memoria. Basta con volver la vista atrás, a cuando uno era más joven. Elija entonces una edad determinada, o un lugar concreto en el que haya vivido, y recuérdelo. Recuerde ahora otra época anterior a ésta. ¿Qué proceso interno emplea p ara evocar los recuerdos? ¿Qué le parecen? Yo, para recordar algo sobre mi pasado, utilizo mi mente de manera particular. Sé lo que se siente. Retengo mis recuerdos en forma de sentimientos, imágenes o sonidos.

«Recorrer el tiempo hacia atrás» es cil; todos lo hacemos. La mayoría cree que sólo se puede hacer para uno mismo, no para los demás. Se trata, simplemente, de una creencia limitada.  He descubierto que es este proceso interno de retroceder en el tiempo el que se emplea para «leer» los antecedentes de una enfermedad.

La segunda técnica consiste en utilizar la conexión quinestésica y la visión interna. Lo primero que hago es conectar con la parte del cuerpo de que se trate utilizando mi sentido quinestésico. Seguidamente, obtengo una imagen del área problemática para describir sus actuales condiciones. Retengo esta conexión y retrocedo en el tiempo, leo el pasado y soy testigo de la historia de esa parte del cuerpo. Sigo siéndolo a medida que retrocedo en el pasado y, finalmente, «leo» la causa del problema. Por ejemplo, veo un traumatismo que se produjo en una parte del cuerpo del paciente en algún momento anterior de su vida. Luego veo otro, en algún momento más remoto, y así sucesivamente. La mayoría de las enfermedades graves son el resultado de una serie de estos traumatismos. Lo que hago, sencillamente, es ir hacia atrás hasta un momento anterior a que se produjera cualquier traumatismo en esa parte del cuerpo. El primero que sufrió es la causa primigenia del problema actual.

Revisión del capítulo 18

  1. ¿Qué puede ver cuando emplea la visión interna? ¿Qué parte del interior del cuerpo puede ver? ¿A qué profundidad?
  2. ¿Qué gamas de tamaño de los objetos puede percibir un clarividente que emplee la visión interna?
  3. ¿Se puede usar la visión interna a distancia?
  4. Relacione tres ejercicios que se empleen para realizar la visión interna.
  5. ¿Qué glándula endocrina actúa como sensor de la visión interna?

Alimento para la mente

  • ¿Cuál es la diferencia entre visualizar y percibir?