Estrés crónico
El estrés crónico es una condición que surge cuando el cuerpo y la mente están sometidos a altos niveles de tensión durante períodos prolongados. Aunque el estrés es una respuesta natural y adaptativa ante amenazas, cuando se vuelve crónico, afecta de manera negativa al cerebro y al cuerpo, comprometiendo funciones esenciales y deteriorando la salud mental. Uno de los efectos más importantes del estrés crónico en el cerebro es la activación sostenida de ondas Hi-Beta y la hiperactividad de la amígdala, dos elementos clave que participan en la respuesta al estrés y en la regulación de las emociones.
1. Estrés Crónico y Ondas Cerebrales Hi-Beta
Las ondas cerebrales Hi-Beta son de alta frecuencia (entre 20 y 35 Hz) y se asocian con la hiperalerta, el estado de «lucha o huida» y la concentración intensa. Estas ondas, cuando están activas de manera moderada y en períodos cortos, son beneficiosas, ya que preparan al cerebro para enfocarse y responder rápidamente ante situaciones de amenaza o desafío.
Sin embargo, cuando las ondas Hi-Beta permanecen activas por tiempo prolongado debido al estrés crónico, el cerebro entra en un estado constante de hiperalerta, lo cual genera varios efectos negativos:
- Agotamiento mental: La constante emisión de ondas Hi-Beta consume mucha energía y provoca fatiga mental, afectando la capacidad de concentración, memoria y toma de decisiones.
- El estrés crónico: Hace que perdamos gran parte de nuestra capacidad de reflexionar, de aprender, de memorizar y de manejar correctamente nuestras emociones.
- Hiperactividad del sistema nervioso: Este estado de alerta continuo sobre estimula el sistema nervioso simpático, elevando la producción de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina. A largo plazo, esto deteriora el equilibrio químico del cerebro y el sistema inmunológico.
- Problemas de sueño: Las ondas Hi-Beta interfieren con las ondas alfa y theta, que son las responsables de la relajación y el sueño profundo. Esto provoca problemas de insomnio y disminuye la calidad del descanso, empeorando los efectos del estrés crónico.
Necesitamos trabajar en frecuencias cerebrales más lentas y ordenadas, como las ondas alfa. Necesitamos usar más el córtex prefrontal y razonar en consecuencia. Ser menos reactivos. Las circunstancias vividas del pasado no son las mismas que las de ahora. El subconsciente se cree que esto es igual a lo otro vivido en otro espacio y tiempo y reacciona de acuerdo a ello. En muchas ocasiones el subconsciente se equivoca y coge nuestro control de manera reactiva.
2. La Amígdala y el Control Emocional en el Estrés Crónico
La amígdala es una pequeña estructura en el cerebro, parte del sistema límbico, que actúa como un centro de alerta, detectando amenazas y generando respuestas emocionales, particularmente las asociadas al miedo y la ansiedad. En situaciones de estrés agudo, la amígdala se activa de inmediato para coordinar la respuesta de «lucha o huida» que prepara al cuerpo para enfrentar el peligro.
En el caso del estrés crónico, la amígdala se encuentra en un estado de hiperactividad constante, tomando el control de la respuesta emocional y, en gran medida, del comportamiento. Esta sobreexcitación de la amígdala afecta al cerebro en varios aspectos:
- La amígdala coge el control: Hace que disminuya la actividad del hipocampo, el cual nos permite aprender, fijar recuerdos y controlar el estrés. El hipocampo reduce su tamaño y esto hace que se deteriore la comunicación con el córtex frontal.
- Supresión del córtex prefrontal: La amígdala hiperactiva disminuye la actividad del córtex prefrontal, la región del cerebro responsable de la toma de decisiones racionales, el juicio, la inter acción social, la planificación y el control emocional. Esto significa que, bajo estrés crónico, la persona puede volverse más impulsiva, ansiosa e incapaz de gestionar sus emociones de manera efectiva.
- Desregulación emocional: La amígdala tiene un papel central en el procesamiento de emociones. Al tomar el control constante, promueve emociones de miedo, ansiedad y angustia, afectando el bienestar emocional. La persona tiende a percibir su entorno como amenazante, incluso en situaciones seguras.
- Memoria y Aprendizaje: La amígdala hiperactiva afecta al hipocampo, una estructura clave para el aprendizaje y la memoria. La liberación excesiva de cortisol en el estrés crónico puede reducir el volumen del hipocampo, afectando la capacidad de formar nuevos recuerdos y evocando una respuesta emocional intensa ante recuerdos traumáticos.
3. Efectos Fisiológicos y Cognitivos del Estrés Crónico
El estrés crónico no solo afecta la mente; también produce cambios físicos en el cerebro y el cuerpo. La constante liberación de hormonas del estrés tiene efectos que deterioran la salud física y cognitiva:
- Degeneración neuronal: El cortisol elevado afecta a las neuronas del hipocampo y del córtex prefrontal, produciendo pérdida de tejido cerebral y disminuyendo el tamaño de estas regiones. Esto contribuye a la dificultad para recordar, concentrarse y aprender.
- Respuesta inmune debilitada: El estrés prolongado debilita el sistema inmunológico, haciendo al cuerpo más vulnerable a infecciones y enfermedades.
- Aumento del riesgo de trastornos mentales: El estado de alerta continua y la hiperactividad de la amígdala aumentan el riesgo de desarrollar trastornos como la depresión, la ansiedad generalizada y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
4. Cómo Reducir los Efectos del Estrés Crónico y Restablecer el Equilibrio
Para mitigar los efectos del estrés crónico, es necesario trabajar en reducir la actividad de las ondas Hi-Beta y la hiperactividad de la amígdala, promoviendo estados de calma y relajación en el cerebro. Algunas estrategias efectivas incluyen:
- Meditación y mindfulness: Estas prácticas inducen la activación de ondas cerebrales alfa y theta, las cuales ayudan a la relajación y a la recuperación de la calma. Con el tiempo, esto reduce la reactividad de la amígdala.
- Ejercicio físico regular: La actividad física ayuda a reducir el cortisol y la adrenalina, promoviendo la liberación de endorfinas y neurotransmisores que relajan el cerebro y reducen la actividad de las ondas Hi-Beta.
- Respiración profunda y ejercicios de respiración consciente: La respiración profunda ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático, el cual disminuye la respuesta de «lucha o huida» y reduce la hiperactividad de la amígdala.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Esta terapia es efectiva para identificar patrones de pensamiento negativos y reducir la percepción de amenaza, contribuyendo a equilibrar las reacciones de la amígdala y la actividad de las ondas cerebrales.
Conclusión
El estrés crónico, cuando no se controla, deteriora progresivamente el cerebro, activando de manera sostenida las ondas Hi-Beta y permitiendo que la amígdala tome el control de las emociones y del comportamiento. Este estado de hiperalerta constante afecta la toma de decisiones, el control emocional, la memoria y la salud física. Sin embargo, mediante prácticas de relajación y técnicas de manejo del estrés, es posible reducir la actividad de la amígdala y restaurar el equilibrio de las ondas cerebrales, mejorando la salud mental y emocional y previniendo el deterioro asociado al estrés crónico.
Una contractura no curada.
Una contractura no curada puede convertirse en una forma de estrés crónico para el cuerpo.
Cuando una contractura se mantiene durante un período prolongado sin sanar adecuadamente, y además, se recibe un golpe en la zona afectada, el cuerpo entra en un estado de alerta continua y de tensión sostenida en la región lesionada.
Este dolor o incomodidad constante se percibe como una amenaza en el sistema nervioso, generando una respuesta de estrés que, al no resolverse, puede impactar negativamente en otras áreas del organismo.
¿Cómo se Convierte en Estrés Crónico?
- Respuesta de Dolor Continua: La contractura provoca dolor y rigidez que impide la correcta circulación de sangre en los tejidos y la oxigenación de las fibras musculares. Si se añade un golpe en esta zona, la inflamación y el dolor aumentan, provocando una señal constante de dolor al cerebro, que se interpreta como una amenaza sostenida.
- Sobrecarga del Sistema Nervioso: Al percibir este dolor como un peligro constante, el sistema nervioso activa repetidamente la respuesta de “lucha o huida” con la liberación de cortisol y adrenalina. Esta sobrecarga de actividad nerviosa genera tensión en otras áreas del cuerpo y, si no se resuelve, puede afectar el sistema inmunológico y la calidad de vida general.
- Aumento de la Tensión Muscular Generalizada: Una contractura puede provocar compensaciones en otros grupos musculares. El cuerpo intenta proteger la zona lesionada, provocando un patrón de movimiento y postura que lleva a tensiones en diferentes áreas, como la espalda, el cuello o las piernas, lo cual aumenta el malestar físico y emocional.
- Impacto en el Sueño y el Estado de Ánimo: La incomodidad prolongada o el dolor crónico pueden afectar el sueño y la capacidad de relajarse, lo que se convierte en una fuente adicional de estrés. La falta de descanso afecta el equilibrio emocional, incrementando los niveles de irritabilidad, ansiedad y cansancio.
Consecuencias de No Tratar una Contractura Crónica
- Desgaste Muscular y Articular: La tensión sostenida debilita los tejidos musculares, afectando a las articulaciones cercanas y generando un mayor desgaste físico.
- Impacto en el Sistema Inmunológico: La constante activación del estrés disminuye la respuesta inmunológica, aumentando la susceptibilidad a infecciones y enfermedades.
- Fatiga Crónica: El dolor crónico consume gran cantidad de energía y provoca cansancio físico y mental, afectando la calidad de vida.
Estrategias para Aliviar el Estrés Crónico de una Contractura No Curada
- Terapia Física y Masaje: La fisioterapia y el masaje terapéutico ayudan a liberar la contractura, reducir la inflamación y mejorar la circulación sanguínea.
- Ejercicios de Estiramiento y Fortalecimiento: Los estiramientos y ejercicios específicos para fortalecer el área afectada pueden ayudar a reducir la tensión muscular.
- Calor Local y Terapia con Frío-Calor: Aplicar calor en la zona ayuda a relajar el músculo, mientras que el frío reduce la inflamación, especialmente después de un golpe.
- Mindfulness y Respiración Profunda: Ayudan a reducir el estrés general y a reducir la percepción del dolor.
Conclusión
Una contractura crónica agravada por un golpe se convierte en una fuente constante de estrés físico y emocional para el cuerpo, afectando su capacidad para relajarse y recuperarse. Abordar esta tensión con técnicas terapéuticas y de relajación es fundamental para aliviar el estrés crónico y restaurar el bienestar general.