Auto estima: El Niño Feliz

Auto estima: El Niño Feliz

El niño que posee auto estima elevada es el que más probabilidades de vivir una vida plena y llena de satisfacciones. Los arquetipos que se relacionan con la autoestima baja son: niño(a) maltratado, niño(a) abandonado, niña(o) fea, niña violada.

Pero ¿qué es la autoestima?

 Es la actitud hacia uno mismo.

 Es lo que uno siente por uno mismo.

 Es el juicio general hacia uno mismo.

 Es el respeto por uno mismo.

 Es la sensación de valor de uno mismo.

 El concepto que tiene el niño por sí mismo influye en la elección de sus amigos, en la forma que se lleva con los demás. Afecta su creatividad, su integridad, su estabilidad y decide si va hacer conductor o seguidor.

 Los sentimientos de valor y amor propio van transformando a la imagen de uno mismo.

 Los Espejos

Los padres son el espejo psicológico que utiliza el hijo para construir su propia identidad. Desde que nacen perciben si son queridos o no. Perciben cierto grado de seguridad, atención, simbiosis. El contacto visual transmite información no verbal. Es importante que el niño tenga muy claro su derecho a existir. El intercambio entre madre e hijo es muy importante en la formación primaria. Los arquetipos que los padres utilizan como espejos que afectan la auto estima son: el juez que critica, la victima que reparte culpas, el verdugo que humilla.

Mensajes hablados

Si la madre devuelve al niño constantes mensajes negativos como:

Niño feo.

Niño cochino.

Niño malo.

El niño aprende que esas son sus cualidades y se siente culpable por no ser bien aceptado y querido plenamente. El niño percibe que es un estorbo, que no es aceptado y no es querido por ser «malo». Esto lo aprende a través de los espejos de los seres que lo rodean. A través de los espejos el niño descubre su identidad.

Las palabras tienen poder. Sirve para erigir o para derrumbar. Los mensajes coherentes y honestos fomentan la confianza.

Un niño pequeño no entiende las necesidades de otros. No tiene consciencia suficientemente desarrollada para entender más allá de sus propias necesidades. No es malo o envidioso solo es un niño.

Todo niño se valora a sí mismo tal como haya sido valorado. Los niños que siempre han sido valorados se valoran más que los niños que pocas o casi nunca fueron valorados.

Los niños necesitan experiencias vitales que prueben que ellos son valiosos y dignos de que se les ame.

También los demás son «espejos»: maestros, parientes, servidumbre, vecinos, quién sea que pase tiempo con el niño.

¡Cuidado con los juicios que acompañan las palabras! El lenguaje corporal habla siempre en tono más alto que las palabras.

Una identidad positiva equivale a experiencias positivas

Los espejos influyen la conducta. Todo niño busca para sí una imagen de capacidad y fuerza.

La paz interior y la vida feliz son igual a la autoestima alta y la relación exitosa con los demás. (aceptación)

Espejos distorsionados.

Todo niño se esfuerza por tener aprobación:

Papá ¡ya puedo atarme los zapatos!

¡Corro más rápido que José!

Es la necesidad de recibir aprobación. De sentirse aceptado. De sentir el logro.

Cuando no se logra desarrollar el respeto por sí mismo pasa:

Erección de defensas para cubrir los sentimientos de ineptitud.

La sumisión y la aceptación de la ineptitud como hecho. El inicio de una vida de auto anulación.

La retracción o retiro a un mundo de fantasías para contrarrestar los rechazos que se sufren.

Defensas

Toda defensa es un arma psicológica contra la ansiedad, el temor, la inseguridad y la ineptitud. Su fin es ayudar al niño a conservar su integridad. Las defensas son:

La compensación.

La racionalización.

La sublimación.

El desplazamiento.

La negación.

Y la proyección.

La mayoría de las defensas tiene su origen en la secreta convicción por parte del niño de ser malo, indigno de amor y carente de valor. Este sentimiento secreto constituye el núcleo de la neurosis. La neurosis es el tejido cicatrizal que se forma en torno a una herida psicológica. ¡Las defensas se disponen en torno de las debilidades y no de la fuerza y la aptitud!

Las falsas fachadas. El ponerse una máscara para ser aceptado y reprimir los impulsos no deseados.

Las expectativas son las varas con las que medimos a los demás. Los anhelos insatisfechos de los padres los proyectan a sus hijos.

Los niños rara vez ponen en tela de juicio las expectativas de los padres. En cambio, dudan de su propia aptitud personal.

La confianza del niño en sí mismo debe referirse a lo que él es realmente y no a las imágenes de los demás. Hay que valorar y revalorar las expectativas. ¿Qué significan? ¿Son justas? ¿De dónde vienen?

El clima del amor.

¿Por qué no siempre los niños aceptan y se sienten amados y queridos, a pesar de los esfuerzos de los padres?

¿Por qué no es suficiente decirles que los quieres?

¿Qué es lo que hace que los niños se sientan realmente apreciados y queridos por sus padres?

La sobreprotección puede tener una lectura para el hijo de que «es incompetente» y por lo tanto «dependiente» de los consejos del padre. El padre tiene que hacer la toma de decisiones por el hijo. El hijo lucha en contra de ese sentimiento de inferioridad, de inseguridad, de temor. El amor del padre se convierte en una pesada carga que lo minimiza y le estorba. Esta relación activa al arquetipo del niño dependiente.

El tipo de comunicación tiene mucho que ver. Ejemplos:

«Deja de perder el tiempo Juanito»

«¿Cuantas veces te lo tengo que explicar?»

«¡Déjame hacerlo a mí y por dios fíjate cómo lo hago!»

«¡Sí vas a hacer algo, hazlo bien!»

Las horas que pasa el Sr. X con sus hijos están llenas de críticas, faltas de respeto, comparaciones y grandes exigencias. Cuanto más tiempo pasan los niños con él, menos aptos y dignos de que los quieran se sienten. Aquí vemos que la mera compañía no implica un aporte de amor.

También están los padres que dan cosas materiales, pero no pueden dar un poco de sí mismos a los demás.

Al encasillar a un niño en un papel que se ajusta más a nuestras necesidades que a las de él, no es una actitud de amor. El niño necesita que se le valore al margen de sus logros. Que se le quiera por ser él y no a sus logros.

El niño necesita que se le quiera por lo que «es» y no por lo que «hace».

El hablar de sacrificios puede transmitir en lugar de amor, sentimientos de culpa. Los sentimientos de culpa activan al arquetipo de la víctima. El criticar o juzgar a la persona puede transmitir baja autoestima, e inseguridad y miedo.

El verdadero encuentro y la seguridad psicológica

El verdadero encuentro no es más que atención concentrada. Sentirse «visto» y «escuchado» como persona. Crea un compromiso directo y es el primer paso al amor.

Nutre las raíces del auto respeto porque el mensaje es «me interesas». El niño se siente importante porque vale y merece de toda la atención. No confundir presencia física con estar presente en cuerpo, mente y espíritu.

El distanciamiento nutre a la indiferencia y termina por acabar con todo sentimiento de amor.

Los refuerzos de los encuentros se requieren ante situaciones de tensión como:

El nacimiento de un hermano.

La iniciación de un ciclo escolar.

La mudanza, el cambio de vecindario.

La separación temporal.

Es estos casos especiales hay que concertar en familia un espacio con día y hora para esos encuentros.

La Seguridad psicológica

Sin la seguridad psicológica los niños aprenden a enmascararse y caen en defensas enfermizas y el crecimiento distorsionado.

La base de la seguridad es la confianza. La serenidad de las madres aporta seguridad al hijo.

La confianza se construye de diversas formas:

Haga saber a su hijo a donde va a ir, cuando va a regresar, donde va a estar. Evite las sorpresas súbitas y desagradables.

Prepárelos de antemano para ir al dentista. Explíqueles cómo es y qué esperar.

Prepárelos para ir a la guardería, al colegio.

No prometa lo que no puede cumplir

Toda vez que las palabras se contradicen con el lenguaje corporal, se envía mensajes mezclados que dan confusión e inseguridad. Lo primero que aprende el niño es en confiar en las claves no verbales. Cuando estas se oponen a los mensajes verbales, él da prioridad a la expresión no verbal. Se queda en la duda de ¿qué pasa? ¿Porque no me lo dice mamá? Se genera duda y desconfianza.

En los hogares sobre tolerantes donde aparentemente todo está bien y no pasa nada, se maneja fuerte los mensajes mezclados. En situaciones extremas donde los padres hacen lo contrario a lo que dicen, contribuyen a la esquizofrenia. El esquizofrénico desconfía de todos por obra de comunicaciones enmascaradas y distorsionadas que le toco vivir.

El ingrediente más importante de toda relación positiva es la HONESTIDAD. Se vale compartir sentimientos y decir que no nos gusta, que nos duele, lastima, enoja. Aún seamos honestos con nuestras reservas, no las enmascaremos.

Estoy molesto, no es contigo el asunto más no deseo entrar en detalles.

La alta autoestima está directamente relacionada con la capacidad de mantenerse abierto a toda relación interna. No se tiene porque negar lo que se siente. La auto aceptación le da la seguridad necesaria para mantenerse abierta a la persona. No es una fachada sujeta a la aprobación de los demás.

Los adultos simulan sus sentimientos de forma que los intensos los diluyen. Los niños aprenden a no permitirse sentir sentimientos intensos.

Para ser honesto hay que ser humano y quitarse la máscara de perfección. Es humano equivocarse, sentir debilidad, desaliento, preocupación, fatiga, confusión. Los padres que demuestran sus sentimientos y sus debilidades evitan que sus hijos oculten su humanidad. Ante la honestidad es más fácil ser comprensivo y perdonar los errores.

La culpa viene de un juicio negativo constituye el núcleo de los desórdenes emocionales y de la baja auto estima.

La conducta no es sinónimo de persona. Se puede enjuiciar a la conducta, pero nunca a la persona.

Hay que practicar el no-enjuiciamiento, la pasamos juzgando a otros y a nosotros mismos. Lo primero es adquirir consciencia del enjuiciamiento para ir saliendo del mal hábito. Los juicios ponen a la defensiva a las personas, impiden el paso al amor.

La seguridad es sentirse apreciado. Los niños sobreviven en la aceptación, pero no florecen en ella – necesitan aprecio.

Si analizamos el trato que le damos a los hijos y lo comparamos con el trato que damos a los demás en el trabajo, en el clan familiar, en el vecindario, a los amigos serviría para evaluar la comunicación que tenemos con ellos. ¿Acaso la comunicación es diferente? Al comparar ¿qué adjetivos encontramos? ¿Hay abuso? ¿Hay juicio? ¿Los invalidamos ante sus amigos, vecinos o compañeros?

 ¿Por qué es tan difícil dar un trato de respeto a un niño?

 Para apreciar al niño, primero el adulto tiene que poder apreciarse a sí mismo.

 El ser respetado como persona, nutre el sentimiento de ser amado. El respeto por los sentimientos del niño forma parte del respeto a su integridad.

 Muchas veces los adultos tratan de programar los sentimientos que deben sentir los niños, no permitiendo que fluyan los propios.

 Hay que limitar, pero también reconocer los sentimientos del niño. Tolerancia a las diferencias, respeto a los diferentes puntos de vista. La empatía consiste en ser comprendidos desde nuestro punto de vista.

 La empatía consiste en oír con el corazón, es tener sensibilidad al lenguaje corporal.

 Decir lo que ves y sientes, percibir el lenguaje no verbal seguido por un abre puerta con una pregunta invitando a la conversación.

 Te quiero, té acepto, aunque no apruebo tu conducta.